Ingeniero geotecnista que participó en la construcción de aproximadamente 690 obras de cimentaciones profundas, quien privilegió a su profesión, el vínculo con las personas y el amor incondicional por su familia.
Roberto Avelar Cajiga
Roberto Avelar López nació en la Ciudad de México el 23 de febrero de 1929. Su infancia la vivió en la ciudad de Toluca, Estado de México, con su mamá, hermana y bisabuela. A los 13 años de edad empezó a trabajar en un taller mecánico en donde consideró con un compañero cruzar el río Bravo esperando tener mejores oportunidades en el país vecino, plan que por azares no llevó a cabo.
Cuando ya había cumplido 14 años se dio de alta prematuramente en el 22 Regimiento de Caballería del Ejército Mexicano, en el que perteneció al equipo de tiro y salto, lo que le permitió participar en el Festival del Día del Soldado interpretando una canción de la época intitulada “Nochecita”. Desde entonces disfrutaba mucho la música, por lo que formó un cuarteto que se llamó “Los Dragones Románticos”, grupo que una vez por semana se presentaba en una estación de radio en la ciudad de Morelia, estado de Michoacán.


Tuvo la fortuna de conocer al Pbro. José Ibarrola Bull, quien lo convenció de darse de baja del Ejército Mexicano para que en 1947 iniciara sus estudios de secundaria en el Colegio de San Nicolás de Hidalgo, en Morelia. La familia de don Antonio Tapia y Díaz Barriga le brindó hospitalidad en su casa durante la realización de sus estudios, a petición de José Ibarrola. Siendo presidente de la sociedad de alumnos no pudo evitar incursionar en conflictos políticos de la zona y tuvo que salir urgentemente de Morelia, por lo que continuó sus estudios en el Colegio Cristóbal Colón, en la Ciudad de México. Roberto Avelar López, durante una convivencia con sus compañeros de ingeniería civil, compartió lo siguiente en octubre de 2008: “Recuerdo que cuando llegué de Morelia a la Ciudad de México para cursar el segundo año de preparatoria, con cinco años mayor que el promedio de la edad normal para este grado, al ingresar al salón de clases todos mis compañeros se pusieron de pie pensando que yo era el maestro, guardando un respetuoso silencio mientras caminaba a mi lugar asignado, en donde me senté y acto seguido quise desaparecer cuando todos soltaron la carcajada por su confusión”.
En 1952 inició sus estudios de licenciatura de Ingeniería Civil en la Escuela Nacional de Ingenieros (ENI) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en la que formó parte de la mesa directiva del estudiantado. El Dr. Nabor Carrillo Flores, rector de la UNAM, a petición de la mesa directiva mencionada, autorizó la adquisición de un autobús Mercedes Benz para las prácticas de las nuevas generaciones de estudiantes. Durante el tiempo que cursó su licenciatura trabajó en la extinta Secretaría de Recursos Hidráulicos, en donde le asignaron horarios especiales para que pudiera atender el estudio y el trabajo simultáneamente, gracias a la intervención del Gral. Lázaro Cárdenas del Río, padre de su compañero del Colegio de San Nicolás de Hidalgo.

Roberto Avelar López conoció afortunadamente a Conchita, con quien se casó en 1957 para posteriormente integrar su familia con cinco hijos. En el mismo año después de casarse concluyó sus estudios de licenciatura, por lo que decidió visitar al Ing. Javier Barros Sierra, director de la ENI de la UNAM, con el propósito de que lo orientara para que seleccionara alguna especialidad de la ingeniería civil en la que pudiera desarrollarse, quien le sugirió que se enfocara en actividades relacionadas con las cimentaciones profundas considerando que en México se empezaba a recabar conocimientos al respecto; aceptó la propuesta, por lo que el Ing. Javier Barros Sierra lo recomendó para que participara en la cimentación del edificio de Teléfonos de México, ubicado en James Sullivan 198, en la Ciudad de México. La empresa Nederhorst Grondtechniek Gouda (NGG), de origen neerlandés, que en el proyecto de referencia resolvió la cimentación con pilotes, solamente participaría en esta obra antes de retirarse de México; sin embargo, al concluir los trabajos mencionados Roberto Avelar López les solicitó a los dirigentes de dicha empresa que le dieran la oportunidad de conseguir proyectos que requirieran cimentaciones profundas, considerando el desarrollo de las edificaciones que se estaba planeando construir en la Ciudad de México, petición que fue aceptada por lo que se fundó con capital neerlandés la empresa Cimentaciones y Edificaciones, SA (CIESA). Después de algunos trabajos realizados en México, NGG en el año de 1962 coordinó la visita técnica de Roberto Avelar López a obras localizadas en diferentes lugares de Europa, con el propósito de que conociera la tecnología más avanzada que se estaba aplicando en la construcción de cimentaciones, así como los criterios que se utilizaban en la interpretación de reportes de mecánica de suelos; durante ese periodo se capacitó en los cursos impartidos por la International Foundation, LTD. El proyecto que más conocimientos le proporcionó en esa época fue la ampliación del Aeropuerto Internacional Schiphol, ubicado en Ámsterdam, Países Bajos, en el que columnas de arena distribuidas en forma reticular permitieron la estabilización de las plataformas requeridas.
Al regresar a México, Roberto Avelar López continuó desarrollando y fortaleciendo sus conocimientos en la construcción de cimentaciones profundas. Debido a los retos y necesidades que se le presentaron en las obras en las que intervino, diseñó diferentes procedimientos constructivos, como fue la fabricación de pilotes precolados utilizando de cimbra los mismos pilotes, la instalación de anclas ahogadas en el concreto de los pilotes para poder maniobrarlos, así como la junta de adherencia, consistente en un ancla central que se embebe en mortero en el tramo de pilote ya instalado para posteriormente soldar las placas de unión solamente en sus vértices evitándose el sobrecalentamiento del concreto adyacente, vértices a los que llega el anclaje de las placas en forma de bayoneta para eliminar excentricidades.
En 1962, cuando la Comisión Federal de Electricidad construía la línea energética del tramo Mazatepec-México sobre el Lago de Texcoco, bajo la supervisión del Ing. Luis Ramírez de Arellano, tramo en el que la distancia entre las torres eléctricas era de 300 m, modificó el procedimiento para trasladar y ubicar en los trazos de la cimentación de las torres los equipos de hincado de pilotes, montando los martinetes en grúas que eran utilizadas para dragar, lo que permitió transitar equipo pesado sobre suelo fangoso, el cual antes se apoyaba y movía sobre rieles metálicos y rodillos de madera; se incrementó así sensiblemente el rendimiento del hincado de los pilotes.

Las instalaciones de la Embajada de Estados Unidos de América, ubicadas sobre el Paseo de la Reforma, en la Ciudad de México, fueron entregadas en 1964; sin embargo, el Dr. Leonardo Zeevaert Wiechers detectó algunos problemas que se estaban presentando en la losa de cimentación debido a los pilotes que habían soportado la torre-grúa que se utilizó durante la construcción. Roberto Avelar López ya había trabajado en algunos proyectos en los que el Dr. Leonardo Zeevaert fue el consultor, por lo que el Dr. Leonardo Zeevaert le planteó la problemática solicitándole que extrajera dichos pilotes, los cuales se localizaban casi en el centroide de la losa de cimentación y en un lugar en donde el espacio era muy reducido para trabajar. Como ya se habían hecho algunos intentos sin resultados, le pidió a Roberto Avelar López en una reunión técnica que le explicara el procedimiento de extracción que planeaba llevar a cabo, y al concluir su presentación el Dr. Leonardo Zeevaert comentó: “Vamos a dejar que Avelar eche relajo con la extracción de estos pilotes”, reto que logró resolver con la satisfacción de haberle cumplido a su querido y respetado profesor.
En la época en la que se diseñaban las pilas con ampliación en su base, selló el manto freático colgado, que comúnmente se encuentra en la Zona de Transición de la Ciudad de México, para poder esculpir en seco la ampliación mencionada. También sustituyó la tablestaca, cuya fabricación en esos años se especificaba con tablones de madera unidos con tornillería, por una de concreto reforzado provista con un dispositivo para limpiar la unión del machihembrado durante el hincado, espacio que posteriormente se rellenaba con inyección de mortero expansivo a fin de evitar filtraciones de agua.
En 1971, para transmitir las cargas de las estructuras al subsuelo se consideraba con frecuencia la utilización de pilotes de fricción, por lo que diseñó un pilote pretensado con sección H conocido como pilote Tensa, el cual era más ligero porque el refuerzo consistía en alambres de alta resistencia y el volumen del concreto, con revenimiento que se aproximaba a cero, era menor que el convencional; el pilote Tensa resultaba más económico porque además se fabricaba en serie en unas instalaciones destinadas específicamente para ello.
Por cambios administrativos en CIESA solicitados desde los Países Bajos, Roberto Avelar López en 1977 decide salir de CIESA y es invitado por el Ing. Jaime Lecanda Méndez, compañero de la UNAM, para que se integrara a la empresa LECSA, dedicada en ese momento a la instalación de servi-cios públicos en urbanizaciones y vialidades. Durante ese periodo realizó pruebas en campo con el propósito de definir el procedimiento constructivo idóneo, así como las especificaciones del acero de refuerzo y el diseño de la mezcla del concreto, para fabricar pilas de cimentación con ademe metálico recuperable y equipo vibratorio; utilizó exitosamente como reacción los estratos friccionantes superficiales del subsuelo de la Siderúrgica Lázaro Cárdenas-Las Truchas, en el estado de Michoacán, a través de anclas metálicas hincadas en trayectoria oblicua para realizar pruebas de carga con diferentes capacidades; por primera vez en 1980 instala anclas en la Primera Capa Resistente de la Ciudad de México para realizar pruebas de carga con capacidad de 400 t. LECSA modifica su nombre a Ingeniería Especializada en Cimentaciones, SA (IECSA), y un año después concluye la sociedad a solicitud del Ing. Jaime Lecanda en 1984 considerando la adversa situación económica por la que atravesaba nuestro país, fecha en la que Roberto Avelar López invita a sus hijos, José Antonio y Roberto, quienes ya habían trabajado en IECSA como becarios, para continuar juntos desarrollando la especialidad relacionada con la construcción de cimentaciones profundas.
A principios de la década de 1990 IECSA trae a México la primera perforadora hidráulica identificada como de nueva generación; más adelante también adquiere la primera entubadora hidráulica con tubería de doble pared, así como la tecnología y el equipo correspondiente al sistema jet-grouting. Las mejoras e innovaciones en los procedimientos constructivos de cimentaciones profundas continuaron gracias a la confianza que Roberto Avelar López siempre fomentó en las nuevas generaciones de ingenieros civiles.
Roberto Avelar López se distinguió por su actividad gremialista, participando con interés y entusiasmo en agrupaciones e instituciones como la UNAM con su Generación 52 de la ENI, la Sociedad de Exalumnos de la Facultad de Ingeniería y la Asamblea de Generaciones de la Facultad de Ingeniería, así como en la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción y en el Colegio de Ingenieros Civiles de México, entre otras. En la Sociedad Mexicana de Mecánica de Suelos (SMMS), hoy Sociedad Mexicana de Ingeniería Geotécnica, participó en sus actividades, eventos y mesas directivas, en una de ellas como vicepresidente durante el bienio 1993-1994; la SMMS le otorgó en noviembre de 2002 la distinción de miembro honorario, privilegio que también recibieron en la misma asamblea de asociados el Dr. Gabriel Auvinet Guichard y el Ing. Vicente Casales Latuada.

La amistad fue un valor que Roberto Avelar López disfrutó y forjó fácilmente con los integrantes de su ámbito profesional, con sus colaboradores y con sus amigos, estos últimos por lo general pertenecientes a diferentes generaciones. Manifestó exhaustivamente su cariño hacia su familia, integrada por Conchita, sus tres hijas, sus dos hijos y sus trece nietos. Seguramente algunos de los lectores recordarán con gusto anécdotas y experiencias compartidas con Roberto Avelar López, así como su pasión por la música, acompañado de su guitarra, piano y armónica.
Roberto Avelar López falleció el 27 de noviembre de 2022 a los 93 años. Tuvo la fortuna de coincidir con gente buena, por lo que se le facilitó el agradecer y compartir su existencia, viviendo siempre intensamente.