19 febrero, 2025 4:44 pm

Preparación y resiliencia ante desastres: imperativos para la reconstrucción de Acapulco

En el contexto actual, la preparación y la resiliencia ante desastres se han convertido en aspectos cruciales para la reconstrucción de Acapulco. La ciudad, que enfrenta desafíos recurrentes debido a desastres naturales, necesita fortalecer sus capacidades comunitarias para anticipar, resistir y recuperarse eficazmente. Este enfoque no solo involucra a las autoridades, sino también a la comunidad, promoviendo una colaboración integral que garantice la seguridad y el bienestar de todos sus habitantes. Implementar estrategias de resiliencia y preparación es esencial para construir un futuro más seguro y sostenible para Acapulco.

Fernando Peña Mondragón Ingeniero civil con doctorado. Investigador y coordinador de Ingeniería Estructural del II UNAM. Miembro vitalicio del CICM y coordinador del Comité Técnico de Resiliencia de la Infraestructura.

Miguel Ángel Jaimes Téllez Ingeniero civil con doctorado. Investigador del II UNAM. Secretario del Comité Técnico de Resiliencia de la Infraestructura.

Adrián Pozos Estrada Ingeniero civil con doctorado. Investigador del II UNAM. Coordinador adjunto del Comité Técnico de Resiliencia de la Infraestructura.

Durante los últimos años, el término resiliencia se escucha frecuentemente en diferentes medios y para diversas situaciones. Originalmente se utilizó en física para designar la capacidad de un material para recuperar su forma inicial después de cesar la fuerza externa que lo deformaba. Posteriormente, se adaptó al ámbito de la psicología, que la definió como la capacidad de un individuo para adaptarse a las situaciones adversas con resultados positivos. A partir de ahí, se ha utilizado en diversos ámbitos como la ingeniería civil, la protección civil y la gestión integral de riesgos.

La Ley de Gestión Integral de Riesgos y Protección Civil de la Ciudad de México la define como “la capacidad de una comunidad para resistir, adaptarse y recuperarse rápidamente de un peligro o riesgo, preservando y restaurando las estructuras básicas y funcionales, mejorando la protección futura y fortaleciendo las medidas de reducción de riesgos”. Es decir, la comunidad es la que debe ser resiliente; los fenómenos perturbadores pueden ser naturales, como sismos, huracanes, inundaciones, etc., que afectan directamente la infraestructura y pueden dañarla. Si una comunidad tiene la capacidad para recuperarse de esos eventos catastróficos se le conoce como ciudad resiliente.

Resiliencia de la infraestructura

Cuando en ingeniería se habla de la resiliencia de la infraestructura nos referimos a que esta debe estar planeada, diseñada, construida, puesta en operación y mantenida adecuadamente para que sea capaz de soportar eventos extremos y permita a la sociedad recuperarse oportunamente y retornar a la normalidad en el menor tiempo posible.

De acuerdo con Bruneau et al. (2003), la resiliencia puede asociarse con cuatro atributos o propiedades principales: robustez, redundancia, inventiva y rapidez. La robustez es la capacidad de resistir un evento extremo sin que la funcionalidad se vea completamente comprometida. La redundancia implica tener una reserva de componentes o sistemas estructurales alternativos, para mantener la funcionalidad en caso de interrupciones. La inventiva es la capacidad de identificar problemas, establecer prioridades y movilizar recursos para alcanzar los objetivos. Finalmente, la rapidez es la habilidad para recuperarse de manera eficiente y efectiva.

La evaluación de la resiliencia se puede establecer mediante tres estados de funcionalidad en el tiempo (figura 1): 1) estado de fiabilidad (SI): funcionalidad inicial de la construcción antes del evento (tiempo t0), referida como Q(t0); 2) estado de recuperación (SII): pérdida de funcionalidad Q(t) después del evento (en un tiempo t), representada por la caída desde Q(t0) hasta Q(t) y recuperación a través de intervenciones estructurales y funcionales en el tiempo TR; y 3) estado recuperado (SIII): funcionalidad después de la intervención, que puede ser menor, igual o mayor que la inicial. La resiliencia del sistema (RS) se puede evaluar mediante la relación RS = I/TR, donde I es el área bajo la curva Q(t) durante la recuperación. La recuperación puede ser rápida o lenta, dependiendo del ingenio y la redundancia del sistema.

Acapulco y el huracán Otis

El lunes 23 de octubre, el Servicio Meteorológico Nacional (SMN) informó que la tormenta tropical Otis se encontraba al sur-sureste de Acapulco, Guerrero. Para el martes 24, Otis se intensificó a huracán categoría 3, con vientos de 205 km/h y ráfagas de 250 km/h. Esa misma noche, alcanzó la categoría 5 a 90 km de Acapulco y tocó tierra el miércoles 25 a las 00:25 h con vientos de 270 km/h y ráfagas de 330 km/h. A pesar de los avisos y pronósticos de trayectoria del SMN, el huracán tomó por sorpresa a las diferentes autoridades de los tres órdenes de gobierno y a la población en general (Jaimes et al., 2024).

La ciudad de Acapulco y localidades vecinas sufrieron graves afectaciones en su infraestructura, viviendas, carreteras y servicios básicos (figura 2). Se estima que cerca del 80% de los poco más de 250 hoteles existentes sufrieron algún grado de daño. Además, se reportaron 274,000 viviendas, más de 47,000 negocios y 1,224 escuelas con algún grado de afectación. El número oficial de fallecidos asciende a 50 personas, con un número indeterminado de desaparecidos. En términos económicos, se estima que el impacto directo del evento alcanza los 16,000 millones de dólares.

El huracán Otis superó en más del doble la velocidad de viento de diseño para estructuras tipo B en Acapulco, establecida en 150 km/h. Las presiones del viento sobre las fachadas y cubiertas de las edificaciones excedieron en más de cuatro veces los límites recomendados por la normativa vigente. Se han identificado diversas causas de los daños, que incluyen el uso de elementos no estructurales con un desempeño deficiente ante altas velocidades de viento, fallas en el diseño o construcción de conexiones, daño acumulado, corrosión severa, falta de mantenimiento e impacto de proyectiles por el viento. Asimismo, se presentaron daños devastadores en la mayoría de los sistemas extendidos. El sector eléctrico, el de telecomunicaciones y el de suministro de agua potable quedaron completamente colapsados y dejaron a la ciudad incomunicada y sin el funcionamiento de los servicios básicos, con lo que se agravó más la emergencia, así como su duración. Además, el huracán afectó de manera significativa las principales vías de acceso a Acapulco durante varios días; esto puso de manifiesto problemas potenciales en áreas críticas de la ciudad en términos de estabilidad de laderas, intervención de arroyos y edificaciones en condiciones precarias de estabilidad.

Aspectos adicionales que incrementaron las afectaciones

Como se ha observado en otros eventos similares, los objetos que se desprenden debido a la velocidad del viento se convierten en proyectiles que, al impactar otras estructuras u objetos en su camino, causan daños adicionales significativos a la infraestructura (Murià et al., 2015). Estos proyectiles, al romper ventanas e incluso muros ligeros, exponen el interior de las construcciones y sus contenidos al viento y la lluvia. Esto resulta en daños severos a los componentes no estructurales y contenidos del edificio, tales como: elementos de fachada, acabados, sistemas de aire acondicionado, plafones, muebles y electrodomésticos, entre otros. Estas pérdidas incrementan los costos y tiempos de recuperación de la infraestructura dañada. Además, generan problemas relacionados con la basura, los escombros y los desechos de diversa índole.

Adicionalmente al impacto de los proyectiles, se han identificado tres causas importantes que incrementaron las afectaciones provocadas por el paso del huracán (figura 3): 1) daño previo; 2) vandalismo; y 3) residuos y basura. El daño acumulado previo, la corrosión y degradación de los elementos estructurales de acero y concreto reforzado, principalmente debido a la falta de mantenimiento, es una de las principales causas de disminución de la capacidad estructural de las edificaciones. El mantenimiento continuo de las estructuras es fundamental para prevenir y reducir la pérdida de resistencia de los elementos estructurales y no estructurales.

Después del paso del huracán, se presentó el fenómeno de vandalismo por una parte de la población, que intentó entrar en negocios, algunos de los cuales no habían sufrido daño o habían presentado daño menor por el paso del huracán, y esto ocasionó más daños a la infraestructura. Los residuos, la basura y los desechos generados por el paso del huracán son un problema extra al que hay que prestar atención, ya que su manejo inadecuado no solamente causa contaminación adicional, sino que puede generar la proliferación de enfermedades como el dengue y el cólera.

En la figura 4 se muestra esquemáticamente cómo estos efectos adicionales incrementaron la pérdida de funcionalidad escalonada con el tiempo sobre la infraestructura (línea roja). Inicialmente, el huracán provoca una caída brusca en la funcionalidad debido a daños directos. Posteriormente, los proyectiles generados por el viento, robos, saqueos y acumulación de basura y escombros agravan la situación. Estos factores incrementan el tiempo de recuperación y pueden llevar a la pérdida permanente de la funcionalidad, como el cierre de comercios y pérdida de empleos. La recuperación es escalonada: muestra periodos de mejoría seguidos de nuevas caídas en la funcionalidad. La diferencia entre la funcionalidad alcanzada después de la recuperación y la inicial representa la pérdida permanente. Las líneas punteadas representan los escenarios ideales de recuperación sin estos efectos adicionales.

Sobre la recuperación de Acapulco

Cuando ocurre una tragedia de la magnitud del huracán Otis, generalmente se busca abordar tres etapas prioritarias: la atención de la emergencia, la recuperación de la operatividad o puesta en marcha de la infraestructura y el regreso a la normalidad o recuperación total de las actividades. Si bien los tres órdenes de gobierno han dirigido sus acciones hacia las dos primeras etapas, se ha prestado poca o nula atención a la tercera.

Para la reconstrucción de Acapulco y municipios afectados, el gobierno federal publicó el “Plan general de reconstrucción y apoyo a la población afectada en Acapulco y Coyuca de Benítez por el huracán Otis”. Este plan, compuesto por 20 puntos, se diseñó para proporcionar apoyo económico a la población afectada. Sin embargo, no incluyó criterios específicos para la reconstrucción y reparación de la infraestructura dañada.

Por su parte, el gobierno estatal emitió un “Decreto por el que se expiden los lineamientos para la construcción y reconstrucción integral de la franja costera del estado de Guerrero”. Este decreto, que consta de 15 artículos, abordó siete aspectos relacionados con la rehabilitación estructural. Es importante destacar que se establece la obligatoriedad de que ciertos tipos de inmuebles cuenten con zonas de refugios temporales para enfrentar fenómenos perturbadores. Sin embargo, a pesar de estos esfuerzos, no se presenta un criterio claro de reconstrucción con visión a largo plazo.

Comentarios finales y recomendaciones

Es crucial que la recuperación de Acapulco se base en una visión resiliente a largo plazo, no solo en restaurar la operatividad y la actividad económica. Usar las mismas técnicas y materiales empleados anteriormente podría conducir a consecuencias similares en el futuro. Esta situación no es nueva en nuestro país, como lo demuestran experiencias pasadas con otros fenómenos naturales.

Se requiere un plan de reconstrucción integral a largo plazo que aborde los aspectos esenciales para una comunidad resiliente, en el cual participen todos los actores relevantes, incluida la comunidad, los constructores, la academia, el gobierno, la sociedad civil y los colegios y sociedades técnicas.

Algunas propuestas de acción incluyen el desarrollo de normas de diseño específicas para las regiones afectadas por huracanes, la elaboración de normas de emergencia para la recuperación operativa y la modernización de la red de instrumentación eólica para comprender los riesgos multiamenaza. Además, se destaca la importancia de fortalecer los mecanismos para la aplicación efectiva de estas normas, incluyendo no solo su creación sino también su implementación y cumplimiento en la construcción y reconstrucción de zonas costeras del país. No basta con reconstruir y rehabilitar las estructuras dañadas; es crucial realizar una revisión exhaustiva para asegurar su resistencia a las velocidades de viento. Además, es fundamental llevar a cabo un mantenimiento regular para prevenir la pérdida de resistencia por envejecimiento.

La operación de los sistemas extendidos (por ejemplo, las redes de abastecimiento de agua potable, de drenaje, eléctrica, de telecomunicaciones, vial y carretera) es de vital importancia para poder atender la emergencia rápidamente. Su falla complica la atención a los damnificados y la superación del estado de emergencia. El huracán Otis ha evidenciado, nuevamente, la necesidad de mejorar los procedimientos de diseño de construcción, mantenimiento y operación de estos sistemas para asegurar su funcionamiento durante y después de huracanes o sismos. Las instalaciones vitales, como hospitales y escuelas, requieren una atención especial para garantizar su funcionalidad durante eventos extremos. Es esencial realizar revisiones, mantenimiento y rehabilitación en todos los niveles, incluyendo aspectos estructurales, arquitectónicos e instalaciones.

Es crucial que la población esté preparada para afrontar estos eventos. Los programas educativos y de capacitación son fundamentales para la preparación y concientización de la comunidad. Esto requiere una estrecha colaboración entre los diferentes niveles de gobierno, la sociedad civil, la iniciativa privada, los profesionales, la academia, los colegios de profesionistas y las sociedades técnicas. Solo trabajando juntos podremos construir un México más resiliente.

Referencias

Anwar, G. A., et al. (2020). Performance-based probabilistic framework for seismic risk, resilience, and sustainability assessment of reinforced concrete structures. Advances in Structural Engineering 7(23): 1454-1472.

Bruneau M., et al. (2003). A framework to quantitatively assess and enhance the seismic resilience of communities. Earthquake Spectra 4(19): 733-752.

Jaimes, M. A., et al. (2024). Lecciones de un fenómeno natural devastador. Ingeniería Civil 649: 4-8.

Murià, D., et al. (2015). Efectos de Odile en la infraestructura de BCS. Ingeniería Civil 550: 4-8.

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