La construcción de mejores ciudades
Guillermo Sánchez Rueda Arquitecto. Doctor en Planificación Urbana y Regional, con experiencia internacional de más de 20 años en la elaboración de estrategias de desarrollo urbano, metropolitano y regional, así como en la investigación de procesos urbanos y territoriales. Experto en planificación estratégica de ciudades.
Este artículo propone una visión renovada sobre la ciudad inteligente, centrada en el concepto de inteligencia urbana. A través de cinco pilares estratégicos –liderazgo, modelo territorial, valores, buen gobierno y tecnología– se exploran claves para construir ciudades más humanas, sostenibles e inclusivas, ilustradas con casos inspiradores de Bilbao, Casablanca, Tijuana y Guadalajara.
Vivimos en un planeta urbanizado. Más de la mitad de la población mundial –unos 4,000 millones de personas– habita en ciudades, y las proyecciones indican que para el año 2050 esta cifra alcanzará el 70%. Las ciudades tienen un gran impacto en el desarrollo económico y social de los países. Son ámbitos clave para el crecimiento económico, espacios donde se generan oportunidades para las personas y las empresas, donde se concentra la infraestructura y los servicios más avanzados y donde florecen la innovación, el conocimiento y las posibilidades de una vida digna.
En las últimas décadas, la irrupción de las tecnologías digitales ha generado una profunda transformación en nuestra forma de vivir y trabajar. Este fenómeno ha dado paso a una “sociedad digital”, donde las relaciones humanas, el trabajo, la vida profesional, la forma de hacer negocios, la prestación de servicios, el comercio y la gestión urbana se han redefinido radicalmente. En este contexto, surgió el concepto de smart cities, promovido inicialmente por grandes empresas tecnológicas que ofrecieron una batería de soluciones digitales para gestionar las ciudades con mayor eficiencia. Sectores como la movilidad urbana, la eficiencia energética, la gestión sostenible de recursos, la gestión de las infraestructuras de la ciudad, la seguridad pública, así como las áreas de salud, educación y cultura se han beneficiado enormemente con los avances tecnológicos implementados en nuestras ciudades.
Sin embargo, la verdadera “inteligencia urbana” no se mide por la cantidad de sensores instalados o plataformas tecnológicas implementadas. Una ciudad inteligente no es únicamente una ciudad tecnológica. La inteligencia urbana va más allá: implica visión, liderazgo, participación ciudadana, procesos de innovación social y una nueva forma de concebir, planificar y gestionar nuestras ciudades con un enfoque humano, sostenible y colectivo.
Inteligencia urbana
La inteligencia urbana representa una evolución del concepto tradicional de smart city. No se trata solo de aplicar tecnología, sino de construir ciudades con propósito, visión de futuro y un modelo territorial equilibrado. Este enfoque reconoce que los desafíos urbanos del siglo XXI no se resolverán únicamente con dispositivos digitales, sino con decisiones inteligentes, participativas y estratégicas.
Inspirados en las ciudades que han logrado avances significativos en estos temas, se pueden identificar cinco elementos clave que conforman la inteligencia urbana, y que se desarrollan en seguida.
Liderazgo y visión de futuro
Toda ciudad que ha logrado una transformación significativa ha contado con liderazgos claros, creativos e inclusivos. El liderazgo urbano no necesariamente debe ser carismático ni centralizado, pero sí debe ser coherente, capaz de convocar, de construir consensos y de sostener una agenda estratégica en el tiempo. Puede provenir de autoridades públicas, de universidades, de asociaciones sectoriales, de organizaciones sociales o de alianzas entre diversos actores. Una ciudad inteligente es aquella que moviliza sus recursos y talentos en torno a una visión de futuro compartida, con objetivos claros y con capacidad de adaptarse y evolucionar.
Modelo territorial
La ciudad no puede dejarse al azar del mercado o a la inercia del crecimiento. Es indispensable pensar en su modelo territorial, es decir, cómo se distribuyen sus funciones, su población, sus equipamientos y su infraestructura a lo largo del territorio. Un modelo territorial inteligente aprovecha los activos distintivos de cada territorio, fortalece la conectividad y la cohesión urbana, impulsa una movilidad sostenible, promueve la mezcla de usos y el desarrollo policéntrico y apuesta por el equilibrio entre el desarrollo y el medio ambiente. Es, en esencia, una hoja de ruta que permite orientar el desarrollo urbano con visión estratégica y sostenibilidad.
Código de valores
La inteligencia urbana pone en el centro a las personas. Una ciudad inteligente no es la que más invierte en tecnología, sino la que mejor responde a las necesidades y aspiraciones de su ciudadanía. Esto implica adoptar un código de valores que guíe todas las intervenciones urbanas bajo principios como equidad, inclusión, diversidad, sostenibilidad, identidad, accesibilidad universal y justicia territorial. La transformación urbana no puede ser neutra: debe ser ética, deliberada y comprometida con la construcción de ciudades más humanas, diversas y cohesionadas.
Buen gobierno
Las estructuras tradicionales de administración urbana están siendo superadas por la complejidad de las metrópolis contemporáneas. La inteligencia urbana demanda nuevas formas de gobierno y gobernanza: más abiertas, más transparentes, más participativas y más eficaces. Se trata de fortalecer las capacidades institucionales de los gobiernos locales, pero también de habilitar mecanismos de corresponsabilidad, donde la sociedad civil, el sector privado, la academia y los ciudadanos sean protagonistas en la toma de decisiones. El buen gobierno no solo mejora la gestión pública, sino que fortalece la confianza, la rendición de cuentas y el tejido democrático de la ciudad.
Tecnología como herramienta (no como fin)
Finalmente, la tecnología es un componente indispensable, pero debe estar al servicio de los propósitos colectivos. Desde sistemas de información geográfica hasta plataformas de gobierno abierto, desde sensores ambientales hasta redes inteligentes de transporte, la tecnología puede potenciar la eficiencia, la transparencia, la sostenibilidad y la innovación. Sin embargo, no es una solución mágica: debe integrarse de forma estratégica, con una gobernanza clara de los datos, evitando la dependencia tecnológica y garantizando el acceso equitativo a sus beneficios. La capa tecnológica es, en última instancia, el tejido relacional que articula los otros pilares y habilita nuevos modelos de interacción, gestión y desarrollo.
Ciudades que inspiran
Diversas urbes en el mundo han demostrado que es posible construir mejores ciudades a partir de una visión innovadora, participativa y estratégica. A continuación se presentan cuatro ciudades que han empleado la inteligencia urbana para abordar los desafíos que están afrontando.
Bilbao, España
El proyecto Ciudad de Bilbao fue planteado por el municipio como una estrategia de dinamización y transformación urbana para dar continuidad a los importantes procesos de cambio que experimentó la ciudad durante el periodo 1990-2010. Pese a los pocos años transcurridos desde su finalización, el proyecto ha supuesto la activación de iniciativas de gran importancia para la mejora de la calidad de vida, la sostenibilidad y la competitividad de Bilbao. Cabe destacar cuatro iniciativas:
Bilbao Next: estrategia de articulación de Bilbao con su entorno metropolitano mediante propuestas de conectividad, desarrollo policéntrico y adecuación de espacios de interés ambiental.
Corazones de Barrio: un programa de activación y mejora de los diversos distritos del área central de la ciudad, con iniciativas de creación y mejora de espacio público, nuevos equipamientos y áreas de actividad económica, y renovación de vivienda.
Distrito de las Artes: una estrategia que desarrolla el ámbito en torno al museo Guggenheim como un espacio de creatividad, innovación y diseño (figura 1).
Nodo intermodal Bilbao-Abando: un nuevo centro de intercambio modal de transporte de alcance metropolitano que conformará un nuevo hito urbano en el centro de Bilbao.
Casablanca, Marruecos
Tomando como referencia los bulevares históricos de la ciudad, Casablanca se ha propuesto dotarse de una nueva estructura de ecobulevares para que sean el principal soporte físico sobre el cual llevar a cabo profundos procesos de renovación, transformación e integración urbana (figura 2). En este contexto resulta clave la propuesta de reconversión de la principal autopista urbana N1 en un gran bulevar urbano denominado Eco-Boulevard One que se convierte así en el eje más estructurante de la ciudad. El Eco-Boulevard One tiene vocación de ser un eje de renovación urbana, un corredor verde, con densidad y nuevas actividades económicas, residencia y equipamientos para la integración social. Además, es un eje de desarrollo de escala regional que facilita la interacción funcional y la complementariedad entre Casablanca y Rabat.

Tijuana, México
Algunas de las ciudades más innovadoras del mundo han acometido ambiciosos proyectos de transformación urbana en torno a la recuperación de sus ríos (figura 3), generando lugares atractivos para sus habitantes. Sobre la base del mejoramiento del sistema de saneamiento de Tijuana y de la captación de flujos transfronterizos de aguas entre México y Estados Unidos, se propone desarrollar una estrategia de ecodesarrollo con énfasis en la recuperación medioambiental, la transformación urbana, la dinamización económica y la integración social del entorno del río Tijuana a su paso por la ciudad.

Guadalajara, México
La revalorización de los centros históricos es uno de los temas centrales del urbanismo y las ciudades. Desde hace una década, la ciudad de Guadalajara ha venido trabajando en el mejoramiento de su centro histórico, con el desarrollo de planes y programas ambiciosos y con la realización de proyectos de gran calado referentes a infraestructura de movilidad y mejoramiento del espacio público; sin embargo, los retos de repoblamiento, diversificación socioeconómica, ampliación de la actividad turística, atracción de otros segmentos de la población, mejora de equipamientos y servicios, etc., aún permanecen y queda mucho trabajo por hacer. El desarrollo de una gran visión para el centro histórico –aprovechando la reconversión de la avenida Fray Antonio Alcalde en un paseo peatonal– se concibe como un primer esfuerzo de base para generar una visión de futuro de mediano y largo plazo que tiene objetivos orientados a la mejora económica y social de la comunidad que vive y trabaja en el centro histórico (figura 4).

Conclusiones
La inteligencia urbana representa una nueva forma de pensar, diseñar y gestionar nuestras ciudades. Es una visión que entiende que la transformación urbana comienza con ideas, valores y proyectos estratégicos consensuados colectivamente.
Liderazgo con visión, planificación estratégica del territorio, valores humanos, buen gobierno y tecnología orientada al bien común son los pilares de esta nueva manera de hacer ciudad. Frente a los desafíos contemporáneos, se necesitan ciudades más justas, resilientes, sostenibles y vibrantes.
Construir mejores ciudades es posible. La inteligencia urbana invita a hacerlo desde la colaboración, la innovación y el compromiso con el futuro, porque, en última instancia, una ciudad inteligente es aquella que pone su inteligencia al servicio de las personas