17 junio, 2025 7:49 pm

Renovación y transformación del IMTA

El uso eficiente del agua sigue siendo uno de los pendientes nacionales. Seguimos desaprovechando el recurso, seguimos necesitando procesos tecnológicos para medición. Pero no solo es la cuestión tecnológica: tenemos que integrar a la sociedad en esta responsabilidad de eficientar el uso del agua, involucrarla a través de procesos participativos o mediante un programa nacional para acercar la ciencia a la ciudadanía.

Entrevista a Patricia Guadalupe Herrera Ascencio. Directora general del Instituto Mexicano de Tecnología del Agua.

¿En qué temas da continuidad la nueva administración del Instituto Mexicano de Tecnología del Agua a lo que se venía realizando y cuáles son los cambios o novedades que se plantea poner en práctica?

El Instituto Mexicano de Tecnología del Agua (IMTA) estaba atravesando un proceso de desaparición, que llevó a un abandono del equipo y a que los tecnólogos sufrieran presión por la posible pérdida de su fuente de trabajo. Al asumir la titularidad de esta noble institución encontramos una situación de cierta desesperanza entre el personal.

Tengo más de 30 años trabajando en el IMTA, como tecnóloga la mayor parte de ellos, y conozco muy bien su funcionamiento. Lo primero que nos planteamos fue fortalecer a los tecnólogos, fortalecer la actualización del conocimiento, fortalecer su seguridad. Tenemos nuevamente la confianza de la Comisión Nacional del Agua (Conagua) para retomar los temas tecnológicos y los de capacitación; esta era nuestra principal fuerza en el acompañamiento para la toma de decisiones de la autoridad única.

Me llama la atención que afirme que estaba en proceso de desaparecer. ¿A qué se debió eso? ¿De dónde surgió la intención de desmantelar al instituto y qué es lo que cambió ahora?

Considero que hubo una confusión en cuanto a la percepción de las instituciones que duplicaban funciones y actividades. El instituto, desde su nacimiento, siempre fue considerado el brazo tecnológico de la Conagua. Era el que suministraba el avance tecnológico y la capacitación con una visión transdisciplinaria. Esa fue una punta de lanza del instituto, la integración del sector social con el tecnológico y las ciencias duras.

Cuando la doctora Claudia Sheinbaum asume la presidencia, se percata de que hay una base científica que puede ser utilizada para la toma de decisiones en el sector hídrico. Se confirmaba así que la Conagua y el IMTA son complementarios en su actuar.

¿Eso implicó algún ajuste en materia de presupuesto, de equipo, de tecnología, de personal?

No. En el Presupuesto de Egresos de la Federación, el IMTA tiene asignados 200 millones de pesos, aproximadamente, que cubren salarios y no alcanzan para hacer frente a las otras necesidades, como mantenimiento de instalaciones, laboratorios, reactivos, etc. Por ello, al ser un organismo descentralizado, pude tener patrimonio propio, es decir, ingresos propios por un monto similar, que resultan en un presupuesto aproximado total de 400 millones de pesos, y así ha sido desde años anteriores.

¿Han hecho alguna estimación para plantear a las autoridades un aumento justificado del presupuesto?

Sí. Trabajamos tanto con el Poder Ejecutivo como con el Legislativo para sensibilizar sobre las necesidades de tener una institución al máximo de su capacidad operativa.

¿Puede el IMTA recurrir al servicio del sector empresarial para obtener recursos económicos adicionales?

En general no, aunque ha habido casos puntuales en los que sí. En este último supuesto, evidentemente sí tenemos que hacer algún estudio; el hecho de que se financie no quiere decir que el IMTA va a entregar resultados manipulados a favor de quien aporte los recursos. La neutralidad y el rigor científico en los resultados no son negociables.

Al día de hoy, ¿están en el nivel ideal o aceptable las instalaciones y los recursos en general, tanto materiales como tecnológicos y humanos en el IMTA? ¿Cómo calificaría este asunto y qué habría que hacer para corregir, si fuera necesario?

Estamos en un nivel aceptable; podemos trabajar con lo que actualmente tenemos. Hay algunas carencias que debemos resolver, pero estamos en el nivel aceptable, sobre todo por el grado de conocimiento de los tecnólogos.

¿Existe un adecuado recambio generacional en el cuerpo de investigadores y tecnólogos?

Gran parte de nuestro personal envejeció; y ante la amenaza de eliminación de la institución muchos se retiraron, se jubilaron. Pero estamos trabajando precisamente en ese relevo generacional a través de integrar a los “maduros” –como nosotros les decimos– con los jóvenes para que se pueda hacer la transferencia del conocimiento. Les he pedido a mis colegas que no se retiren si no tienen a un joven a su lado a quien le estén entregando lo que ellos han trabajado durante muchos años. Esa es la política que hemos implementado para poder concretar este relevo generacional. En un periodo muy breve vamos a avanzar en ello.

Hay otra política en la que estamos trabajando: algunos de nuestros investigadores se fueron y enriquecieron su conocimiento en otras instituciones, en otras áreas. Les hemos pedido que regresen a apoyar al IMTA, y ellos con gusto han regresado a la institución porque quieren aportar al instituto en esta renovación. Así le he llamado yo: la renovación y transformación del Instituto Mexicano de Tecnología del Agua, que nos lleve en un muy breve tiempo a estar entre los pilares más fuertes en materia tecnológica. Es un reto que me he impuesto y espero lograrlo muy pronto.

Le planteé sobre los recursos en general. Usted se refirió al personal, al recurso humano. ¿Qué hay en materia de laboratorios, de equipos, de tecnología?

Tenemos un laboratorio que presumo mucho: el Laboratorio de Hidrología Isotópica, que cuenta con una tecnología muy avanzada, porque afortunadamente se continuó con el convenio que tenemos con la Organización Internacional de Energía Atómica.

En él se realizan modelos físicos reducidos para simular la fenomenología del agua en el medio subterráneo y proporciona servicios analíticos de medición de tritio ambiental, carbono 14 e isótopos estables de oxígeno e hidrógeno en muestras de agua natural. Contamos con profesionales jóvenes que se preparan tomando cursos en Viena.

Tenemos nuestro Laboratorio de Calidad del Agua, con equipo que tiene más de 30 años y cuyo costo es muy elevado, pero al cual, con el conocimiento de nuestras colegas, se le saca el mayor provecho. Lo mismo sucede con otros equipos, que habremos de modernizar o reemplazar por otros de nueva generación, según los casos, cuando se cuente con los recursos necesarios, pero que aún nos son útiles.

¿Cuáles son los objetivos y las prioridades de su gestión, las políticas, los instrumentos y acciones para concretarlos? ¿Es necesario redefinir objetivos y alcances del IMTA, o se pueden hacer o cumplir sin necesidad de redefinirlos?

La estructura del IMTA tiene cuatro coordinaciones. Se requiere un replanteamiento pero no vamos a entretenernos en ello. Hay una que considero fundamental por ser vital para el ahorro del agua mediante la tecnificación de distritos de riego, que es una de las prioridades nacionales en materia hidráulica, que hoy debo priorizar.

Otro asunto estratégico es la medición del uso del recurso agua. Para ello vamos a integrar la inteligencia artificial en el proceso de gestión de la tecnología en el sector. En el IMTA tenemos la posibilidad, la capacidad y el conocimiento, y estaremos trabajando en breve con algunos modelos en la gestión del recurso agua, que se requiere sobre todo en el tema de seguridad hídrica.

El concepto de uso eficiente del agua fue el que definió en su origen la estructura orgánica y el quehacer del IMTA. ¿Cree que es válido este concepto en la actualidad? ¿Sería conveniente revisarlo, actualizarlo, cambiarlo o en su caso modificar la organización también del IMTA?

El uso eficiente del agua sigue siendo uno de los pendientes nacionales. Seguimos desaprovechando el recurso, seguimos necesitando procesos tecnológicos para medición. Pero no solo es la cuestión tecnológica: tenemos que integrar a la sociedad en esta responsabilidad de eficientar el uso del agua, involucrarla a través de procesos participativos o mediante un programa nacional en el que estamos trabajando –seguimos en su conceptualización– para acercar la ciencia a la ciudadanía: que la sociedad pueda percibir la urgente necesidad y conveniencia del cuidado del uso racional, necesario, suficiente pero austero del agua.

Además de compartir en términos comprensibles para la sociedad los aspectos tecnológicos y científicos del manejo del agua, el otro tema es el cultural: generar conciencia sobre las graves consecuencias del desperdicio del agua, la necesidad de evitarlo y las formas de hacerlo, así como el impacto económico que tiene en el presupuesto público y en el bolsillo del ciudadano. Se sabe que en México en particular la gente gasta muchísimo dinero en agua embotellada y, sin embargo, cuando se le quiere cobrar una tarifa por el suministro público de agua se resiste a pagarla aunque es muy inferior al costo del agua embotellada. En la medida en que pueda medirse el consumo, se podrían establecer criterios de cobro.

Sí, evidentemente hay mecanismos de persuasión, y casi siempre los económicos son de los más convincentes. Hay un principio que se estableció en 1992, durante una reunión de expertos donde el IMTA participó, que fue la Conferencia de Dublín. Se trató de una conferencia previa a la Conferencia de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, que se llevó a cabo en Brasil, y donde se recogieron los Principios de Dublín para el tema del agua; quedó asentado en la Agenda 21, en el capítulo 18. ¿Qué fue lo que se dijo ahí?: que quien contamina paga.

Me habría gustado que se dijera “el que contamina repara”, porque a veces ese criterio de que “el que contamina paga” es como un “permiso” para que quien tiene dinero tenga la libertad de desperdiciar o contaminar el recurso. El que no tiene dinero se perjudica. La contaminación de los ríos viene de las poblaciones y de las industrias, y en este último caso la contaminación es mucho más fuerte. Entonces, si aplicamos el principio de que si contaminas, reparas, creo que es mucho mejor.

En la Ley de Agua de 1972 había varios artículos que me parece fundamental rescatar: si yo te doy una concesión, pero tú descargas y contaminas, te quito la concesión. Entonces, ¿eso a qué obligaba? Tenían que garantizar que sus descargas estuvieran limpias, según las normas, para no perder la concesión.

Con respecto a la población, tomando en consideración lo que priva en escala internacional y lo que la ONU ha establecido como el mínimo para consumo humano, mi perspectiva es que debería otorgarse sin costo cierta cantidad de agua; pero pasando ese límite de consumo indispensable, se comienza a cobrar según una tabla que va en aumento a medida que se incrementa el consumo, porque quiere decir que hay un desperdicio, o que se está utilizando para una actividad distinta o adicional a la indispensable –por ejemplo, lavar un auto, llenar una alberca o alguna actividad empresarial o comercial no registrada ante las autoridades, o simplemente hay fugas y desperdicio que no se atienden.

Aquí hay un tema relevante que usted mencionó: la medición formal del consumo. Porque no es lo mismo el consumo en una casa con seis personas en la familia, que el consumo de una casa con dos personas o con una.

Déjeme comentarle algo. Acabo de hacer una visita al organismo operador de León: el Sistema de Agua Potable y Alcantarillado de León (SAPAL), que creo es ejemplo en el país. Además de estar totalmente tecnificados, hacen algo que me parece maravilloso: si detectan que en un domicilio se está utilizando mayor cantidad –porque SAPAL lleva un monitoreo excelente–, lo visitan, y ellos mismos revisan toda la instalación para determinar si hay fugas. Entonces, le entregan su diagnóstico al propietario y le dicen: “Aquí está tu problema. Sería conveniente que lo repararas, o si no tienes quién lo repare, nosotros te ayudamos”. Ellos mismos le apoyan y después pueden volver a revisar. Eso es excelente. Me parece que se hizo también en la Ciudad de México.

La Secretaría de Gestión Integral del Agua en la Ciudad de México fue más allá: les da capacitación a las personas que habitan la casa para que ellas mismas estén pendientes de las instalaciones y puedan hacer las reparaciones y el mantenimiento básico o sepan cuándo recurrir a un profesional.

Otro tema es que no mucha gente lava ni sus cisternas ni sus tinacos; ese es un problema: cómo pueden beber esa agua con confianza si no mantienen el ejercicio regular de lavar sus instalaciones o de revisar su propia tubería interna.

Volviendo a la experiencia de SAPAL, en León, ellos incluso ya están trabajando en el suministro de agua tratada para los usos en que es requerida este tipo de agua.

¿Existe algún tipo de convenio entre el IMTA y la Asociación Nacional de Empresas de Agua y Saneamiento (ANEAS), que agrupa a los organismos operadores del manejo del recurso?

El IMTA es una organización descentralizada y podemos tener ese tipo de contactos. Recibimos la visita de representantes de la ANEAS y, por supuesto, ellos quieren que los apoyemos en sus programas de capacitación. Nosotros tenemos el Programa de Indicadores de Gestión de Organismos Operadores (PIGOO). Les pedimos a los organismos operadores que se registren en este sistema que cuenta con una serie de indicadores para que los propios organismos vean cómo están avanzando y puedan intercambiar información. Contamos también con una base de datos que permitiría ver el avance en cuanto al suministro del recurso, porque en muchos estados existen problemas, por ejemplo, de personal que no está capacitado, que cambia cuando cambian las autoridades del municipio, y eso no está bien porque lo que se requiere es un cuerpo directivo permanente que reúna conocimiento y experiencia en el manejo a través de cierto periodo, que es lo que le permitiría avanzar.

Sí, ese es un tema importante, porque apenas están adquiriendo el conocimiento, la experiencia del manejo del recurso, y ya se tienen que ir. Con cada cambio de autoridad municipal, que apenas es de tres años, se está perdiendo la experiencia.

Sí. Entonces, por ejemplo, mantener al personal le ha dado a SAPAL esa sapiencia, ese nivel de eficiencia que lamentablemente no se replica en todos los organismos operadores. En SAPAL no dependen del municipio; se manejan de manera independiente, y tienen un muy alto nivel de cobro: alrededor del 83%.

Y eso lo logran también porque dan buenos resultados a los clientes.

Claro, entonces los usuarios valoran el servicio y están dispuestos a pagar lo que cuesta, pero sobre todo a ver con respeto su conservación.

¿Le gustaría comentar sobre algún asunto que no le haya planteado?

Me interesa mencionar la importancia de la participación ciudadana en el tema de la gestión del recurso, sin entrar en temas técnicos o científicos de más complejidad: solo a partir del acercamiento a la sociedad con el conocimiento. Sobre todo una sociedad como la nuestra, tan participativa, ya es tiempo de que empiece a tomar acción también en materia de agua. Ese es un asunto que me parece importante destacar

Entrevista de Daniel N. Moser

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