14 julio, 2025 3:49 am

Crisis hídrica en América Latina

Hoy en día, según datos de la ONU a través de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, cerca de 2,000 millones de personas en el mundo carecen de acceso a agua potable, y la mitad de la población global enfrenta escasez severa de agua durante al menos una parte del año. Las proyecciones indican que estas cifras aumentarán debido al crecimiento poblacional y al cambio climático. América Latina, aunque cuenta con importantes recursos hídricos, no es inmune a estos desafíos y ya enfrenta problemas de gestión ineficiente, contaminación de fuentes y una distribución desigual del agua entre sus territorios.

Yolanda Alicia Villegas González Doctora en Estudios Humanísticos con foco en agua y energía.

De toda el agua existente en el planeta, apenas el 0.5% es agua dulce utilizable y disponible para consumo humano (OMM, 2022). En regiones que dependen del agua proveniente de deshielos en cordilleras como los Andes, el suministro hídrico durante los meses cálidos y secos se verá gravemente afectado. Según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, 2022), se prevé que el retroceso de glaciares y la disminución de la cobertura de nieve a lo largo del siglo reduzcan significativamente la disponibilidad de agua en estas zonas, lo que pone en riesgo a las poblaciones que dependen de ella. Esto es especialmente preocupante en áreas donde reside más de una sexta parte de la población mundial, muchas de ellas ubicadas en países latinoamericanos como Perú, Bolivia y Chile.

Por otro lado, el aumento del nivel del mar incrementará la salinización de los acuíferos en zonas costeras, con lo que se reducirá aun más la disponibilidad de agua dulce para personas y ecosistemas. Esta situación amenaza tanto a comunidades urbanas como a sectores productivos clave como la agricultura y la pesca, que dependen de fuentes subterráneas de agua.

Como se ha visto a lo largo de la historia, los impactos del cambio climático varían significativamente entre regiones, y América Latina está entre las más vulnerables debido a su dependencia de sistemas hídricos sensibles a la variabilidad climática. Además de afectar la cantidad de agua disponible, el cambio climático también deteriora su calidad. Muchas fuentes superficiales y subterráneas en América Latina ya enfrentan problemas de contaminación por actividades agrícolas e industriales, con lo que se agrava aun más la situación.

La crisis hídrica tiene también profundas implicaciones para la seguridad alimentaria. Para dar una idea general, alrededor del 70% del agua dulce utilizada se destina a la agricultura, y para producir la alimentación diaria de una persona se requieren entre 2,000 y 5,000 litros de agua (FAO, 2019). La combinación de escasez de agua, crecimiento poblacional y presión por producir más alimentos generará mayores desafíos para los sistemas agrícolas de la región, especialmente en países como México, Brasil y Argentina, donde la agricultura es un pilar económico fundamental.

Panorama general de la disponibilidad} de agua en América Latina

América Latina es una de las regiones con mayores recursos hídricos del mundo, pero la distribución de estos es desigual, tanto entre los países como dentro de cada uno. México es un excelente ejemplo de este fenómeno. Las regiones norte y centro suelen sufrir de escasez de agua, mientras que la región sur tiene gran disponibilidad de este importante recurso. La combinación de esta distribución desigual con desafíos de gestión, contaminación y variabilidad climática agrava la situación y afecta el acceso al agua para las personas y los sectores productivos.

Brasil, gracias al Amazonas, concentra alrededor del 53% del total de los recursos hídricos de la región, mientras otros países, como Perú, enfrentan problemas significativos de escasez en determinadas zonas.

En la Ciudad de México, una de las metrópolis más importantes del continente, millones de habitantes sufren racionamientos de agua. En Perú, la mayoría de los recursos hídricos se concentran en la vertiente amazónica, mientras que la costa, donde reside la mayor parte de la población, sufre escasez permanente. Chile, por su parte, tiene regiones con climas extremadamente diversos, desde el desierto de Atacama en el norte –uno de los más áridos del mundo– hasta las regiones del sur con abundante agua, donde se encuentran numerosos lagos y ríos. Países como Haití y Cuba enfrentan desafíos por su limitada infraestructura y alta dependencia de las lluvias estacionales. Además, los ciclones y fenómenos climáticos extremos afectan su seguridad hídrica de forma recurrente.

Esta disparidad se ve exacerbada por problemas de infraestructura, distribución ineficiente y falta de inversión en gestión hídrica. A pesar de la abundancia de recursos, un tercio de la población latinoamericana no tiene acceso adecuado a agua potable y saneamiento, especialmente en comunidades rurales y marginalizadas (Ballestero et al., 2005).

Según datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, más del 35% de los recursos hídricos de la región latinoamericana está subutilizado, y muchos países carecen de la infraestructura necesaria para aprovechar el agua de manera eficiente.

La crisis hídrica afecta desproporcionadamente a las comunidades más vulnerables, especialmente a las zonas rurales y marginalizadas. En áreas rurales, las familias deben caminar varios kilómetros diariamente para conseguir agua, muchas veces de fuentes no seguras. En zonas urbanas, las comunidades de bajos ingresos suelen ser las más afectadas por cortes y racionamientos. En contraste, los sectores más privilegiados suelen tener acceso a sistemas privados de abastecimiento, lo que agrava la desigualdad. Esta situación genera brechas sociales que contribuyen a la exclusión y la pobreza.

Así, a pesar de contar con una amplia riqueza hídrica, América Latina enfrenta desafíos significativos en la distribución y gestión del agua. Las desigualdades geográficas y la falta de infraestructura adecuada aumentan la vulnerabilidad de grandes sectores de la población. El desarrollo de políticas públicas sólidas y una mayor inversión en infraestructura son esenciales para garantizar el acceso al agua en toda la región, especialmente en un contexto de cambio climático y crecimiento poblacional acelerado.

Principales factores que agravan la crisis hídrica

Todo el continente enfrenta múltiples desafíos que agravan la crisis hídrica, desde la presión por crecimiento poblacional y expansión urbana, hasta la contaminación de fuentes hídricas y los efectos del cambio climático. Esta compleja interacción entre factores sociales, económicos y ambientales ha llevado a una situación de vulnerabilidad que afecta tanto los ecosistemas como a las comunidades más desfavorecidas.

La urbanización acelerada en países como México, Brasil y Colombia ha generado una mayor demanda de agua en las ciudades y superado la capacidad de las fuentes hídricas y la infraestructura de distribución. Ciudades como Lima, Ciudad de México y São Paulo ya enfrentan escasez periódica de agua, con millones de personas viviendo sistemas de racionamiento o cortes frecuentes. La creciente demanda también deriva en una mayor explotación de acuíferos subterráneos, lo que provoca sobreexplotación y hundimiento de terrenos en algunas zonas urbanas.

Además, muchas ciudades tienen redes de distribución obsoletas que generan pérdidas importantes del vital líquido. En la Ciudad de México, hasta el 40% del agua potable se pierde por fugas en el sistema de distribución de agua (UNAM, 2022). El crecimiento descontrolado y la falta de planificación agravan el problema y obligan a las ciudades a importar agua de otras regiones o a construir costosos sistemas de tratamiento y transporte.

El sector agrícola consume aproximadamente el 70% del agua disponible en la región (FAO, 2011), siendo los monocultivos como la soya, el aguacate y la caña de azúcar especialmente demandantes. En países como Brasil, Argentina y México, la expansión de la agricultura intensiva ha llevado al agotamiento de acuíferos y al desvío de ríos para sistemas de riego.

El uso industrial igualmente ejerce presión sobre los recursos hídricos. Industrias como la minería, que emplea grandes cantidades de agua para extraer y procesar minerales, generan conflictos con las comunidades locales al competir por el acceso al agua. Ejemplos de esto se encuentran en la industria del litio en Argentina y Chile, donde las operaciones mineras han reducido significativamente los niveles de agua en salares y ecosistemas frágiles.

La contaminación es otro factor que agrava la crisis hídrica. La falta de sistemas de saneamiento adecuados y la gestión deficiente de residuos industriales ha contaminado ríos y acuíferos en toda la región.

Por su parte, el cambio climático ha alterado los patrones de precipitación en América Latina y generado periodos de sequía más prolongados en algunas regiones, mientras que en otras se producen lluvias más intensas y repentinas que provocan inundaciones. Además, el derretimiento de glaciares en la Cordillera de los Andes está reduciendo la disponibilidad de agua para comunidades y sectores productivos que dependen del agua de deshielo. A nivel costero, el aumento del nivel del mar está provocando salinización de acuíferos, lo que afecta tanto el suministro de agua potable como los ecosistemas acuáticos.

La falta de acceso al agua potable tiene graves consecuencias para la salud pública. Enfermedades como la diarrea, el cólera y otras infecciones se propagan rápidamente en comunidades sin agua segura ni sistemas de saneamiento adecuados. Según la OMS, más de 1,600 niños mueren cada año en América Latina por enfermedades relacionadas con la falta de acceso al agua potable.

Papel de la tecnología y las soluciones sostenibles

Las tecnologías emergentes están transformando la gestión del agua en todo el mundo y ofrecen alternativas viables para afrontar la crisis hídrica en la región. Aunque tradicionalmente es costosa, la desalinización de agua marina está ganando popularidad en áreas costeras con escasez de agua dulce. En Chile, por ejemplo, ya se utilizan plantas desalinizadoras para abastecer de agua tanto a comunidades costeras como las operaciones mineras. Las nuevas tecnologías de ósmosis inversa y otras alimentadas por fuentes de energía renovable están reduciendo los costos y aumentando su viabilidad.

El uso de sensores, redes de datos y algoritmos de inteligencia artificial permite monitorear en tiempo real el uso y calidad del agua. Estas herramientas ayudan a detectar fugas, optimizar el riego y mejorar la distribución del recurso. En Brasil, la implementación de sistemas de gestión inteligente ha mejorado la eficiencia del suministro en ciudades como São Paulo.

Las innovaciones en sistemas de captación y almacenamiento permiten aprovechar el agua pluvial para reducir la demanda de fuentes convencionales, especialmente en comunidades rurales. En países como Colombia y Bolivia, esta tecnología ha demostrado ser esencial para garantizar el acceso al agua en épocas de sequía.

Otro punto importante, frecuentemente subestimado, es la educación y la sensibilización, que desempeñan un papel crucial en la promoción de un uso racional y consciente del agua. Sin un cambio cultural que fomente hábitos responsables, las soluciones tecnológicas y basadas en la naturaleza serán insuficientes. Fomentar la conciencia sobre el uso eficiente del agua desde edades tempranas es fundamental.

La participación de las comunidades en la toma de decisiones relacionadas con la gestión del agua es clave para lograr soluciones sostenibles. En Bolivia, la movilización social ha sido crucial para exigir una gestión pública y transparente del agua, como ocurrió durante la Guerra del Agua en Cochabamba.

De igual manera, la colaboración entre el sector privado, gobiernos y organizaciones civiles puede generar soluciones innovadoras para fomentar un uso eficiente del agua. Un ejemplo es la iniciativa Water Funds en América Latina, donde empresas, comunidades y gobiernos colaboran para financiar la protección de cuencas hidrográficas.

Desafíos pendientes y el futuro del agua en América Latina

El manejo eficiente y sostenible del agua en nuestro continente enfrenta diversos desafíos estructurales, políticos y ambientales. La combinación de inversiones en infraestructura moderna, una gobernanza más efectiva y la capacidad de adaptación a fenómenos futuros como el cambio climático y el crecimiento poblacional será clave para garantizar la seguridad hídrica en las próximas décadas.

Solo un 30% del agua residual en la región recibe tratamiento adecuado (Saravia et al., 2022), lo que no solo provoca la contaminación de ríos y acuíferos, sino que también reduce la disponibilidad de agua para consumo humano e industrial. La inversión en plantas modernas es crucial para mejorar la reutilización del agua y reducir la contaminación.

Con la creciente variabilidad de las lluvias debido al cambio climático, es fundamental desarrollar presas, embalses y sistemas de captación de agua de lluvia que permitan almacenar el recurso para los periodos de sequía. Sin embargo, muchos gobiernos locales carecen de los recursos necesarios para financiar obras de gran envergadura. Es por ello que las organizaciones multilaterales, como el Banco Mundial y el BID, han tenido un papel relevante al otorgar créditos y financiamiento para proyectos de agua, pero es necesario fortalecer las alianzas público-privadas para asegurar inversiones sostenibles a largo plazo.

Desgraciadamente, en varios países de la región la corrupción afecta la distribución de recursos y la implementación de proyectos hídricos. Casos de desvío de fondos o licitaciones irregulares retrasan la construcción de infraestructuras esenciales, mientras que la falta de transparencia en las decisiones genera desconfianza en la población.

Se espera que la población en el continente continúe creciendo, con una mayor concentración en áreas urbanas. Esto incrementará la demanda de agua para consumo humano, industrial y agrícola, e imprimirá mayor presión sobre los acuíferos y sistemas de distribución. Si no se toman medidas para mejorar la eficiencia y promover el uso responsable del agua, muchas ciudades podrían enfrentar crisis severas de abastecimiento.

A futuro, será esencial adoptar un enfoque de gestión integrada de los recursos hídricos que considere los aspectos sociales, ambientales y económicos. Además, la cooperación regional será clave para gestionar cuencas compartidas, como la del río Amazonas y la del Plata. Iniciativas como los acuerdos internacionales sobre el manejo de cuencas transfronterizas deben fortalecerse para evitar conflictos y asegurar un manejo sostenible del recurso.

Conclusión

Los factores que agravan la crisis hídrica en América Latina son múltiples y complejos. La expansión urbana, la demanda agrícola e industrial, la contaminación y el cambio climático se entrelazan para crear una situación de creciente vulnerabilidad. Esta crisis no solo tiene implicaciones ambientales; también afecta a millones de personas, profundiza las desigualdades sociales y genera conflictos. Para enfrentar estos desafíos, será esencial implementar políticas integrales que prioricen la gestión sostenible del agua y garanticen su acceso equitativo para todas las comunidades.

El futuro del agua en América Latina presenta desafíos complejos que requieren acciones inmediatas y una visión de largo plazo. La inversión en infraestructura moderna y sostenible, la mejora de la gobernanza y la cooperación regional serán esenciales para enfrentar los impactos del cambio climático y el crecimiento poblacional. La crisis hídrica es una realidad que solo podrá superarse a través de soluciones integrales que combinen tecnología, participación ciudadana y un enfoque basado en la naturaleza. Solo así se podrá garantizar la seguridad hídrica para las generaciones presentes y futuras.

La crisis hídrica en nuestro continente es un desafío que requiere acciones inmediatas y coordinadas. El agua es un recurso fundamental para la vida y el desarrollo, pero su escasez y mala gestión están afectando cada vez más a las comunidades más vulnerables. Es imprescindible avanzar hacia una gestión hídrica más equitativa y sostenible que asegure el acceso universal al agua potable, proteja los ecosistemas y promueva un uso eficiente en todos los sectores.

Gobiernos, empresas y ciudadanos tienen la responsabilidad de ser parte activa de la solución. Los gobiernos deben invertir en infraestructura resiliente, mejorar la gobernanza y garantizar que las políticas de gestión del agua prioricen el bienestar social y ambiental. Las empresas deben asumir un papel de liderazgo adoptando prácticas sostenibles, reduciendo su consumo y contaminación, e impulsando la innovación. Finalmente, cada ciudadano puede contribuir mediante hábitos responsables, exigiendo transparencia en la gestión del agua y participando en iniciativas locales.

El tiempo para actuar es ahora. Si no se toman medidas decisivas, la escasez de agua continuará erosionando el bienestar social, económico y ambiental de la región. Solo a través de la colaboración y un cambio profundo en nuestra relación con el agua podremos asegurar un futuro en el que este recurso vital esté disponible para todos, hoy y siempre

Referencias

IPCC (2022). Climate change 2022: Impacts, adaptation and vulnerability. www.ipcc.ch/report/ar6/wg2/downloads/outreach/IPCC_AR6_WGII_FactSheet_FoodAndWat er.pdf

Organización Meteorológica Mundial, OMM (2022). Protect our people and future generations: Water and climate leaders call for urgent action. wmo.int/media/news/protect-our-people-and-future-generations- water-and-climate-leaders-call-urgent-action.

Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, FAO (2011). El estado de los recursos de tierras y aguas del mundo para la alimentación y la agricultura. www.fao.org/4/i1688s/i1688s.pdf

FAO (2019). Water at a Flance: The relationship between water, agriculture, food security and poverty. www.fao.org/4/ap505e/ap505e.pdf

Ballestero, M., et al. (2005). Administración del agua en América Latina: situación actual y perspectivas. Santiago: CEPAL.

UNAM Global. (2022). 40 por ciento del agua de la CDMX se pierde en fugas. unamglobal.unam.mx/global_revista/40-por-ciento-del-agua-de-la-cdmx-se-pierde-en-fugas

Saravia, S., et al. (2022). Oportunidades de la economía circular en el tratamiento de aguas residuales en América Latina y el Caribe. Recursos Naturales y Desarrollo 213. Santiago: CEPAL.

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