Norberto Domínguez Ramírez Doctor en Ingeniería Civil. Miembro de los comités técnicos Resiliencia de la Infraestructura y de Seguridad Estructural (CTSE) del CICM.
Moisés Juárez Camarena Doctor en Ingeniería. Coordinador del CTSE del CICM.
Darío Rivera-Vargas Doctor en Ingeniería. Coordinador adjunto del CTSE del CICM
Esteban Astudillo de la Vega Doctor en Ingeniería Civil. Miembro del CSTE del CICM.
El terremoto del 19 de septiembre de 1985, con Mw = 8.1, marcó un antes y un después en la historia de la sociedad mexicana. Este evento sísmico puso de manifiesto la importancia de mantener actualizados diversos reglamentos, normas y prácticas profesionales en materia de diseño y construcción, y la imperiosa necesidad de implementar medidas efectivas de prevención y reducción de riesgos ante futuras amenazas de dimensiones similares o mayores a las de este sismo.
La devastación provocada en la Ciudad de México por el sismo de 1985 condujo inexorablemente a un replanteamiento del papel de las instituciones gubernamentales en el fomento y reforzamiento de la prevención de desastres a través de la educación de la población para reaccionar de manera efectiva ante este tipo de eventos. Como resultado de este lamentable acontecimiento, surgieron el Sistema Nacional de Protección Civil (Sinaproc) y el Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred), que, junto con las fuerzas armadas, son a la fecha las entidades con mayor reconocimiento en la prevención y reacción ante desastres en el país. Si bien es cierto que los logros y acciones han reforzado la percepción de seguridad y confianza de la sociedad hacia estas dos instituciones, se sabe que aún no es suficiente.
La fecha 19 de septiembre, sin importar el año, se ha convertido para los habitantes de la Ciudad de México en un día de angustia a medida que se aproxima. De forma peculiar, en dos años posteriores a 1985, pero coincidentemente en el mismo día y mes, se registraron sendos sismos de gran magnitud en la Ciudad de México. El primero en 2017, Mw = 7.2, con efectos catastróficos: más de 40 edificaciones colapsadas, cerca de 11,500 inmuebles dañados y el deceso de 360 personas, según datos oficiales. El segundo ocurrió en 2022, Mw = 7.7, sin daños estructurales importantes ni pérdidas humanas que lamentar.
Desde la perspectiva del Colegio de Ingenieros Civiles de México (CICM), en la que convergen opiniones de ingenieros civiles, arquitectos y constructores, entre muchos otros, la salvaguarda de la infraestructura es clave para mantener la continuidad de las actividades ordinarias, de modo que la resiliencia de una región aumenta en la medida en que sus líneas vitales, sus instalaciones, sus sistemas de movilidad y comunicación, así como sus edificios públicos se mantienen funcionando y operando inmediatamente después de la ocurrencia de un sismo. Sin embargo, no basta con supervisar la continuidad en la operación de la infraestructura: se requiere brindar confianza a la población sobre cuán seguras son sus viviendas y los edificios en general. Por esta razón, y a partir de las experiencias adquiridas en el sismo de 2017, el CICM, a través de su Comité Técnico de Seguridad Estructural (CTSE), se planteó desde el año 2018, como principal tarea, diseñar un protocolo de actuación postsísmica para apoyar al gobierno local y a la población de la Ciudad de México en la revisión de edificaciones de uso habitacional, aprovechando su capacidad de convocatoria en el gremio de ingenieros, arquitectos, estudiantes y cualquier persona que desarrolla sus actividades en el ámbito de la construcción.
Objetivo y descripción del Protocolo de Actuación Postsísmica
Después de la ocurrencia de un evento sísmico importante, se presentan diversas situaciones que deben atenderse en tiempos razonables. Entre ellas destaca el brindar apoyo y confianza a la población respecto a la seguridad estructural de sus viviendas, escuelas u oficinas. La integración emergente de brigadas de ingenieros y voluntarios parecería una solución, pero las experiencias previas han enseñado que pueden volverse ineficaces, además de insuficientes, si no se prevé su organización y disponibilidad durante la crisis, además de requerir un plan de acción coordinado por especialistas competentes y con capacidad de reacción. El CICM, a través de su CTSE, ha desarrollado un Protocolo de Actuación Postsísmica, con la misión de organizar colectivamente la participación de ingenieros, arquitectos, académicos, investigadores y estudiantes de especialidades afines para la inspección visual de edificaciones de uso habitacional susceptibles de haber sufrido daño estructural posterior a la ocurrencia de un evento sísmico en la Ciudad de México y su área metropolitana (figura 1). Los alcances de este protocolo no incluyen los edificios de oficinas gubernamentales y no gubernamentales.
En el proceso de inspección postsísmica de una edificación se identifican tres etapas consecutivas con distinto nivel de complejidad: a) inspección visual u ocular postsísmica; b) evaluación rápida; c) dictamen estructural.
La inspección visual se refiere a la valoración meramente ocular que se hace sobre los daños visibles y evidentes que muestran las edificaciones luego de la ocurrencia del sismo. La identificación de daños es básicamente cualitativa, limitada y subjetiva; no puede considerarse determinante puesto que depende en gran medida de la experiencia y conocimiento del evaluador en turno. En el otro extremo se tiene el dictamen de seguridad estructural, un instrumento cuantitativo para estimar el estado de seguridad de una edificación; se elabora con base en cálculos estructurales que entrañan análisis y diseño, por lo que lo lleva a cabo personal técnico especializado y su realización toma un mayor tiempo (puede variar de meses a años incluso). En medio de estos dos instrumentos se tienen los métodos y procesos de evaluación rápida, los cuales implican el uso de métodos matemáticos sencillos y recopilación de información técnica básica de los inmuebles en estudio. Debe señalarse que, si bien los métodos de evaluación rápida proporcionan una mejor información sobre las condiciones que guarda una edificación en comparación con lo que aporta una inspección visual, no sustituyen de modo alguno al dictamen de seguridad estructural. Por otra parte, debe señalarse que no hay métodos de inspección rápida reconocidos oficialmente, y su uso está restringido a especialistas o ingenieros con experiencia en el análisis geotécnico o estructural.
Para el caso particular del CTSE, la estrategia de este protocolo está planeada para realizar inspecciones exclusivamente visuales, basadas en la experiencia y los conocimientos de los especialistas que las realizan. Las inspecciones de mayor profundidad o que impliquen la redacción de un dictamen de seguridad estructural no son parte de los alcances del Comité de Seguridad Estructural del CICM.
El protocolo de actuación fue diseñado considerando seis fases que se describen en seguida (figura 2), considerando que el día inicia a la media noche:

Fase de planeación, divulgación y mantenimiento. Se desarrolla en “tiempos de paz”, es decir, cuando la comunidad técnica realiza actividades de planeación y de organización, con la participación de todos los miembros del CTSE; es de índole permanente.
- Fase 0: Ocurrencia del sismo. Se inicia en el instante mismo en que ocurre el evento sísmico.
- Fase 1: Activación del protocolo. El protocolo se activa en cuanto se recibe la instrucción por parte del coordinador del CTSE; en esta fase participan exclusivamente los miembros del comité, quienes son alertados de la inminente necesidad de realizar inspecciones postsísmicas. El criterio de activación es cuantitativo y se refiere a mediciones del valor de aceleraciones registradas en un evento sísmico, de manera que se activará al registrarse una aceleración igual o mayor a 90 gals en al menos tres estaciones de la red de monitoreo de la ciudad.
- Fase 2: Construcción de la ayuda técnica. Se establecen los espacios físicos y virtuales de trabajo; se organizan las brigadas con los voluntarios disponibles previamente capacitados durante la fase de planeación y se inicia capacitación de nuevos voluntarios; se realiza la discretización estratégica de las zonas afectadas; en esta fase se amplía el círculo de participantes y apoyos para la inspección postsísmica, al integrarse voluntarios con previa formación en inspección/evaluación de daños y nuevos voluntarios que van recibiendo la capacitación en esta fase, así como especialistas voluntarios con experiencia comprobada.
- Fase 3: Inspección postsísmica. En esta fase se atiende de manera directa a la población en general mediante los canales de comunicación previamente establecidos para la recepción de reportes de daños y solicitudes de inspección. Las brigadas de inspección realizan el llenado de las cédulas de inspección postsísmica diseñadas para este efecto con información recopilada de los ocupantes del inmueble y la evidencia visual desde un perímetro seguro para ocupantes y brigadistas. A partir del resultado de esta inspección se concluye si el edificio puede seguir siendo utilizado con seguridad, o si es necesario desalojarlo ante la incertidumbre de daños o asentamientos y se espera una inspección posterior de mayor alcance que sería realizada en la siguiente fase del protocolo.
- Fase 4: Evaluación estructural rigurosa. Esta fase se enlaza con la fase 3. Corresponde a los trabajos de evaluación del estado de seguridad estructural de edificaciones dañadas con incertidumbres que requieren una inspección más allá de la visual y que solo puede realizarse mediante procedimientos técnicos de ingeniería estructural, pudiendo concluirse en la emisión de un dictamen de seguridad estructural. El CTSE no realiza estas inspecciones detalladas ni dictámenes, pero instruye a los ocupantes de los inmuebles con incertidumbre sobre los pasos a seguir, además de notificar a las autoridades sobre la necesidad de una revisión detallada.
- Fase 5: Arranque del proceso de reconstrucción. Se inicia al término de las inspecciones postsísmicas y se da por concluido el protocolo de actuación; comprende los trabajos de dictaminación y rehabilitación que procedan para recuperar y garantizar la estabilidad y seguridad estructural de edificaciones afectadas.
Organización, objetivos y alcances de cada subcomité
La vocación del protocolo es apoyar a la población civil sumándose a las acciones que encabece el gobierno en caso de la ocurrencia de dicho evento disruptivo. Para explicar cómo funcionará el protocolo, es preciso mencionar que el CTSE está subdividido en siete subcomités, cada uno de ellos con un cometido distinto pero trabajando en conjunto para garantizar el buen funcionamiento de la estrategia. Los subcomités son siete (figura 3):

Subcomité de Protocolo ante la Emergencia. Es responsable de dirigir todas las acciones que desarrollen los diferentes subcomités durante la emergencia sísmica.
Subcomité de Capacitación. Entre sus tareas está la impartición de cursos breves sobre qué evaluar y cómo evaluar edificaciones desde un punto de vista estructural. Estos cursos se imparten de manera continua y periódica en tiempos de paz y vuelven a impartirse durante una emergencia.
Subcomité de Brigadas. Tiene la dura tarea de organizar a todos los participantes (voluntarios y especialistas) en grupos de trabajo y de determinar formas y tiempos de colaboración, así como definir su distribución en la región afectada.
Subcomité de Equipo Consultivo. Es un grupo de consulta integrado por especialistas de renombre que podrán colaborar en la evaluación de situaciones complejas en las que se requiera un punto de vista especializado.
Subcomité de Banco de Información. Recibe, concentra y clasifica la información procedente de las brigadas; la transmite en caso de ser requerida por algún ente autorizado para evaluarla.
Subcomité de Simulacros. Se integra con todos los coordinadores de los subcomités y tiene por objetivo hacer ejercicios y ensayos de “prueba y error” del protocolo a través de la implementación de simulacros internos, con la participación de todos los subcomités.
Subcomité de Divulgación. Tiene por misión ser el órgano vinculante entre el CICM y la población, a través de los medios autorizados.
Cómo participar voluntariamente
El CICM, a través de su CTSE, estará convocando desde distintos foros y plataformas a los profesionales interesados en participar como brigadistas voluntarios. Para ello, es importante cumplir con cierto perfil, seguir un proceso de registro y cumplir con la capacitación que se le proporcionará.
Perfil: profesional especialista en estructuras, en geotecnia; ingeniero civil, arquitecto u otra licenciatura afín, así como estudiante de los últimos semestres de las carreras antes referidas.
Registro: los voluntarios que hayan cubierto el perfil, deberán registrarse en la plataforma de brigadistas del CICM en: https://www.inspeccionsismicacicm.com/
Una vez registrados, se les invitará a cursos de capacitación cuyas características se describen a continuación.
Capacitación: contempla diferentes objetivos, como asegurar que los brigadistas cuenten con los conceptos básicos sobre daño estructural, uniformar los criterios y protocolos para desarrollar la inspección y capacitar sobre el esquema general del protocolo de actuación. Para lograr estos objetivos se impartirán dos tipos de cursos: ordinarios y de emergencia.
Los cursos ordinarios se impartirán durante el año; dependiendo de la experiencia de los brigadistas, se tomarán uno o dos cursos. Este tipo de cursos contempla aspectos teóricos relacionados con el comportamiento sísmico de sistemas estructurales y la identificación visual de daños estructurales y geotécnicos por sismo. También se consideran aplicaciones con respecto a la metodología de evaluación rápida y llenado de la cédula de inspección postsísmica a utilizarse.
En lo que se refiere a los cursos de emergencia, se impartirán ante la ocurrencia de un sismo de gran intensidad, por lo que se capacitará de manera expedita a brigadistas sin capacitación ordinaria. Los temas a tratar en este curso son: tipos de daño y principales puntos de vulnerabilidad estructural, metodología de evaluación rápida, recomendaciones de inspección para distintos sistemas estructurales y llenado de formatos de inspección rápida.
Conclusiones
El protocolo de actuación postsísmica que proactivamente ha desarrollado el CTSE es un ejercicio vivo de memoria colectiva que surge de experiencias pasadas y promueve el aprender para sobrevivir; reconoce los trabajos previos que el CICM y otras instituciones han impulsado, y propone nuevas estrategias para mitigar los efectos negativos de eventos desastrosos a través de la participación conjunta de autoridades y especialistas, pero sobre todo de cualquier persona que tenga la capacidad técnica y el interés de sumarse a la recuperación paulatina y organizada de la sociedad.
La meta del CTSE es que este protocolo se constituya en la base de una forma coordinada de trabajo colectivo que progresivamente se difunda entre la población y las autoridades para que de manera natural se active en cuanto ocurra un evento sísmico, aunque su estructura puede ser también replicada para eventos que requieran inspección de viviendas (i.e., deslizamiento de taludes), con el fin de reducir al máximo la posibilidad de una catástrofe. Se reitera la invitación a todos los especialistas a considerar su participación, desde ahora, como potenciales miembros de las brigadas de inspección, y sumarse a esta iniciativa que beneficiará a todos, sabiendo de antemano que los eventos disruptivos como los sismos o huracanes seguirán ocurriendo en el país, pero la última palabra es nuestra