4 octubre, 2024 6:45 am

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DIÁLOGO

Las presas son obras de grandes beneficios sociales

Siempre con la condicionante de que se desarrolle una seria y responsable planeación por expertos calificados y certificados en materia de impactos ambientales y sociales, con la participación de ingenieros competentes en el diseño y construcción de este tipo de infraestructura, es necesario reconocer que las presas constituyen proyectos de usos múltiples, además de su ventajosa característica de operación ante fenómenos naturales adversos como los sismos, pues su velocidad de respuesta es casi inmediata.

Próspero Rigoberto Antonio Ortega Moreno Ingeniero Civil con maestría en Valuación de Bienes Muebles e Inmuebles.

Se ha desempeñado mayormente en el sector público: CFE, Conagua, Gobierno del Estado de México y Secretaría de Comunicaciones y Transportes. Actualmente es consultor independiente.

Ingeniería Civil (IC): ¿Considera usted necesarios los proyectos hidroeléctricos en el país? ¿Se justifica que ya no se desarrollen? ¿Se agotaron los sitios donde se pueden desarrollar proyectos de este tipo en México, o a qué lo atribuye?

Próspero Rigoberto Antonio Ortega Moreno (PRAOM): Estos proyectos sí son necesarios y convenientes porque sus características permiten múltiples propósitos, además de la generación de energía eléctrica. Sobre todo porque la mayoría incluyen una presa para regulación y almacenamiento de agua, y son fundamentales para el control de ríos, el aprovechamiento del agua para agricultura y el uso público urbano, para piscicultura y también para diversos desarrollos socioeconómicos.

Un claro ejemplo de proyectos de propósitos múltiples lo tenemos con La Parota sobre el río Papagayo en Guerrero. Igualmente, en la cuenca Grijalva-Usumacinta están localizados varios sitios muy atractivos pero que demandan la actualización de su factibilidad.

Un beneficio de muy alto impacto es la ventajosa característica de operación de las centrales hidroeléctricas ante fenómenos naturales adversos como los sismos, que afectan la operación de las centrales termoeléctricas principalmente debido a que su reintegración al sistema es muy lenta por sus propias características. En cambio, en las hidroeléctricas la velocidad de respuesta es casi inmediata y favorecen el restablecimiento del servicio en plazos muy reducidos. Y finalmente, la calidad de la energía en beneficio de los grandes consumidores, por la generación de reactivos al sistema. Todos estos beneficios deberían considerarse mediante un porcentaje del costo de inversión, que se puede obtener con base en la experiencia de los casos ya conocidos en un historial de más de 50 años.

IC: Cuando se habla de presas en general se piensa en grandes presas, pero hace años se escucha hablar de proyectos de pequeñas presas a lo largo de algunos ríos. ¿Qué opina al respecto?

PRAOM: En el país existe una importante cartera de sitios identificados en el grupo de las minihidroeléctricas con potencia instalada menor a 30 MW, la gran mayoría sin presas, y es recomendable reactivarlas.

Sin embargo, para ello se debe partir también de una elemental planeación en la que se consideren los aspectos socioambientales mediante estudios desarrollados por expertos certificados y elementalmente confiables.

IC: En el ámbito mundial hay una corriente de movimientos antipresas por su impacto en relación con el medio ambiente. ¿Qué posición debería tener nuestro país con respecto a eso?

PRAOM: Es cierto, existen corrientes de opinión que señalan que las hidroeléctricas son de alto impacto ambiental inconveniente. Pero también es necesario reconocer que constituyen proyectos de usos múltiples. Claro que deben considerar, mediante una planeación de larga proyección, acciones de mitigación y adaptación en forma consciente y responsable, compatible con las condiciones ambientales del momento y a largo plazo incluyendo los efectos del cambio climático. Y si privilegiamos la atención a los aspectos sociales y ambientales a través de expertos calificados y certificados para determinar los resolutivos convenientes y adecuados, siempre con la participación de los grupos afectados y los de interés, no tengo duda de que se alcanzarán consensos favorables para la continuidad en la construcción de presas.

IC: ¿Cuál de las presas en las que ha participado ha representado para usted mayores retos técnicos, ingenieriles?

PRAOM: Todas han tenido un impacto muy importante para un servidor.

IC: ¿Podría destacar algunas y las razones?

PRAOM: Más que por el orden de complejidad, mencionaré cronológicamente algunas que se mantienen en mi memoria.

En 1962, casi dos años después de concluir mi carrera profesional, llegué al proyecto hidroeléctrico Santa Rosa, que es la actual CH Manuel M. Diéguez, sobre el río Santiago en el municipio de Amatitán, Jalisco. Ingresé a la Comisión Federal de Electricidad a lista de raya, como ayudante de uno de los auxiliares del residente general. Ya para iniciar el proceso de llenado del embalse, terminada la construcción de la presa de concreto de doble arco, se planeó el cierre del túnel de desvío del río, con una compuerta de sección rectangular de 5.0 m de ancho por 7.0 m. de altura, un espesor de 0.30 m y un peso de 25 toneladas, aproximadamente, diseñada solo para uso temporal en tanto se construía un tapón de concreto como cierre definitivo y permanente. El reto consistió en que el residente me asignó la responsabilidad de las maniobras de cierre de la compuerta y debía calcular el tiempo en que el nivel del embalse fuera suficiente para que la compuerta fallara, pero garantizando que en el mismo plazo estuviera terminado el tapón referido. Para ello fue necesario disponer de la información hidrológica –por los caudales del río Santiago en la época decidida para el cierre, que fue cercana a la terminación del estiaje– y tomar previsiones con un generoso factor de seguridad. Felizmente, todo se desarrolló de manera favorable.

Después está el proyecto Ampliación Infiernillo, unidades 5 y 6. Pero para comprender lo que voy a relatar, debo decir que en el diseño del proyecto hidroeléctrico El Infiernillo sobre el río Balsas, en los límites de Guerrero y Michoacán, con la casa de máquinas en caverna, desde el origen se contempló la incorporación posterior de dos unidades más como una segunda etapa. Con este criterio, se consideró en esta primera etapa la construcción de las obras civiles de tres bocatomas, una para cada par de unidades, con la instalación de una bifurcación antes de la tubería de distribución de cada turbina, pero controlando el flujo de cada unidad mediante grandes válvulas de mariposa instaladas en una bifurcación para la operación independiente de una y otra unidad; quedaba pendiente construir el resto de las obras civiles desde la excavación correspondiente, no solamente para la extensión de la caverna sino también para el túnel inclinado para alojar la tubería de presión. En 1970 la CFE decidió llevar a cabo la segunda etapa, denominada Ampliación Infiernillo, con dos grupos de turbogeneradores para 180 MW cada uno. Después de transitar ocho años en la construcción de líneas de transmisión de 115 kV, 230 kV y 400 kV, primero como auxiliar de residente y luego como residente de construcción, en 1973 regresé a los proyectos hidroeléctricos cuando el Departamento de Obras Civiles de la CFE me nombró residente de construcción para las obras de esta ampliación.

El reto –que también lo fue para los diseñadores de subsecuentes proyectos de características similares– consistió en mantener el nivel de seguridad en los procedimientos de excavación para extender la caverna estando en operación cuatro unidades generadoras, con el alto riesgo de que la vibración producida por los equipos de construcción, la emisión de gases contaminantes y los altos decibeles por el ruido emitido durante el proceso pudieran perjudicar, e incluso provocar la salida de operación de las unidades, lo cual afectaría al sistema eléctrico nacional justamente en las horas de demanda máxima. Lo anterior obligó a mantener, y mejorar incluso, las estrategias constructivas con el diseño de los patrones de barrenación, la cantidad de explosivos por barreno y los tiempos de activación de los accesorios de detonación para que las voladuras fueran controladas. Por supuesto que esta circunstancia afectaba también el proceso de excavación para las galerías de drenaje y de cables, así como del túnel inclinado construido a contrapozo para alojar la tubería de presión, para posteriormente montar por segmentos pero de arriba abajo, es decir, colgando prácticamente cada sección de la tubería. Todo esto fue capitalizado para las siguientes ampliaciones en proyectos similares, como Malpaso y Chicoasén, en las que desde la primera etapa fueron consideradas las excavaciones de las respectivas ampliaciones y, en el caso de las tuberías a presión, incluyendo su montaje.

Finalmente tuvimos todos los participantes una experiencia un tanto dramática durante las pruebas preoperativas de la primera de las dos unidades de esta ampliación: una circunstancia derivada de una falla en la operación del sistema de apertura y cierre de las válvulas de mariposa. La falla consistió en que durante el proceso de las pruebas de rechazo de carga, la lenteja de la válvula, que tiene un eje excéntrico para favorecer maniobras automáticas de cierre, giró en sentido inverso y provocó una fuga de agua con una carga hidráulica de 120 metros, que era el desnivel entre el embalse de la presa y el eje de la turbina; esto originó el inicio de inundación de la central y afectó las unidades en operación. Quienes participábamos en las pruebas cerramos de inmediato de compuertas de la obra de toma y desfogue para confinar el espacio y permitir la operación adecuada de los equipos de bombeo. La emergencia se superó en un corto plazo, y se procedió a revisar el sistema de accionamiento de la válvula, rehabilitar la brida y hacer las correcciones necesarias para la continuación de las pruebas preoperativas.

En el proyecto hidroeléctrico Peñitas, en Chiapas, el mayor reto fue el hecho de haber coincidido la época de erupciones del volcán Chichonal ocurridas en marzo y abril de 1982 con la construcción de la cortina y la casa de máquinas a cielo abierto por administración directa, además de la construcción del canal de desvío y posterior obra de excedencias por contrato con una compañía constructora. La distancia entre el volcán y el sitio de las obras es de unos 50 km, y las erupciones tuvieron sus efectos por el importante volumen precipitado y por el arrastre de ceniza a través del río Sayula, aportador del Mezcalapa (Grijalva); esto dio lugar a trabajos adicionales no contemplados en la planeación original de las obras.

En Aguamilpa, Nayarit, como coordinador de Proyectos Hidroeléctricos, pero habiendo participado directamente en la construcción de las obras, uno de los retos técnicos que destaco fue el efecto del evento ciclónico ocurrido en 1992 cuando el caudal del río Santiago alcanzó los 10,000 m3/s, con lo que se rebasó la corona de la ataguía y se inundó el recinto entre esta estructura y la cortina con cara de concreto que estaba en proceso de construcción. Gracias a la decisión de nuestro residente de construcción se logró abrir un tajo en un lado de la ataguía para controlar el paso del agua y mitigar los daños a la superficie de la cortina donde posteriormente se alojó la cara de concreto. Pero mayor fue el beneficio hacia las poblaciones ubicadas aguas debajo de Aguamilpa, pues la magnitud de la avenida se redujo en casi un 50%, ya que la diferencia fue regulada con el embalse creado con la ataguía, cuya estructura resistió el embate de la creciente.

IC: En el caso concreto de La Yesca, ¿cómo afectó el deslizamiento geológico en el presupuesto, el programa de construcción y en la seguridad de la obra?

PRAOM: Por supuesto que el evento que se manifestó en abril de 2008 nos ocasionó grandes efectos que representaron múltiples retos en el diseño y la construcción de las obras, fundamentalmente por el impacto en el tiempo y en el costo estimado de la construcción de las obras civiles. Privilegiando la calidad en el proceso constructivo, el efecto mayor fue en la reubicación del eje de la cortina de cara de concreto, la cual, gracias al talento de los diseñadores, fue resuelto en un plazo muy reducido, toda vez que se mantuvo el mismo apoyo de la margen derecha y sirvió de punto de giro para desplazar aguas abajo el apoyo de la margen izquierda y salir del área de influencia del potencial deslizamiento. Esto obligó a ajustar el diseño del eje del canal vertedor desde la estructura de control y propició tener que enfrentar taludes en la margen izquierda del canal de descarga, con alturas cercanas a los 50 metros y con taludes casi verticales. Pero después se enfrentaron otros retos en la construcción que se tradujeron en estimular el ingenio, la creatividad y el sentido innovador, de manera que en 2009 se logró realizar el desvío del río y tres años después, en 2012, estar en la etapa de pruebas preoperativas de las dos unidades de 350 MW cada una, que integran la actual central hidroeléctrica.

Sin duda que un aspecto fundamental con el ajuste de las obras fue garantizar la seguridad física y patrimonial durante la construcción, pero también, y con mayor rigurosidad, la seguridad de las estructuras que son parte integral de la actual central hidroeléctrica. Si bien es cierto que el costo final fue relativamente mayor al presupuestado originalmente, el tiempo de duración de la construcción fue muy ligeramente afectado, y la calidad se mantuvo en los niveles de confiabilidad establecidos por la normativa internacional aplicable. Por último, con los resultados logrados se confirmó el orden de privilegio de los principios básicos en la construcción de infraestructura: calidad y oportunidad con el menor costo posible.

IC: En cuanto a lo ambiental y lo social, ¿cómo se ha manejado y cómo debería manejarse la contradicción inherente a las hidroeléctricas: por un lado la generación de energía limpia y otros beneficios que otorga, y por otro la posibilidad de ocasionar grandes alteraciones ambientales, sobre todo con los embalses?

PRAOM: Considero que siempre con la condicionante de que invariablemente se desarrolle una seria y responsable planeación por expertos calificados y certificados en materia de impactos ambientales y sociales, por una parte, y por la otra con la participación de ingenieros expertos y competentes en el diseño y construcción de este tipo de infraestructura.

Además, es de la mayor importancia el desarrollo de las plantas de rebombeo como una solución sustentable para la generación hidroeléctrica integrada a centrales actualmente en operación, o bien a los proyectos que sea posible desarrollar en el futuro. Obviamente, habrá que ajustarse a las condiciones actuales.

IC: Todas las obras de infraestructura generan algún impacto en la naturaleza y en la vida de las personas que están relacionadas con esa obra, directa o indirectamente. El punto, entiendo, es que cada obra tenga el menor impacto negativo.

PRAOM: Por supuesto. Además, sería necesario idear –como parte de la adaptación del análisis económico, financiero, social y ambiental– cómo participan los grupos y las comunidades impactadas con el desarrollo de un proyecto hidroeléctrico en las vecindades del sitio de aprovechamiento. Esa es una sugerencia para ser considerada en futuros proyectos.

IC: A propósito de esto, es frecuente que se inunden comunidades enteras con el embalse de una presa. Considerando que el mayor impacto social de una obra es desplazar a poblaciones enteras de su hábitat, ¿cómo se ha manejado este tema en México, cómo se convence a la población? Además, es frecuente que se inunden tierras agropecuarias. ¿Cómo se restablece la actividad productiva de este sector afectado?

PRAOM: Con base en mi experiencia, en todos los casos es favorable el balance. Siempre se ha tenido una atención importante hacia la solución de las condiciones de vida de los poblados afectados y sus habitantes, incluyendo sus bienes. Ejemplos recientes entre muchos otros, son Aguamilpa, El Cajón y La Yesca en Nayarit, La Angostura en Chiapas, cuyo embalse es uno de los más grandes del país tanto en volumen como en área de afectación y donde fueron reubicadas comunidades completas. Por supuesto que en todos los casos han participado, y lo continúan haciendo, las dependencias y entidades involucradas, así como autoridades de los tres niveles de gobierno.

IC: En el caso de vasos de presas de poca capacidad, ¿se han considerado obras de suministro de agua desde otras cuencas?

PRAOM: Aunque sea factible físicamente, la Ley de Aguas Nacionales no lo permite por elementales motivos sociales y ambientales.

IC: Usted tuvo una participación importante al inicio del proyecto del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, en Texcoco, que se canceló. Técnicamente, ¿se estaba pudiendo construir esa gran obra en un terreno tan difícil?

PRAOM: Por supuesto que sí.

IC: Y la relación costo-beneficio, tanto en lo económico como en el impacto ambiental, ¿cuál era, según su juicio?

PRAOM: Más que a mi juicio, para emitir una opinión sobre el costo-beneficio de cualquier proyecto de infraestructura para servicio público es indispensable considerar el costo de inversión, pero también lo que significa como beneficio-costo la operación durante la vida útil de la infraestructura, con todas las variables que intervienen, lo cual exige, para este caso, una opinión responsable de expertos en operación aeroportuaria.

IC: ¿Los ingenieros mexicanos estaban a la altura del enorme desafío técnico que implicaba esa construcción?

PRAOM: Afirmativo. Sin duda alguna.

IC: En los últimos 100 años, por poner un plazo, ¿cuáles han sido a su juicio los grandes cambios tecnológicos para el diseño de grandes presas en sus diferentes modalidades?

PRAOM: En todos los tipos de estructuras de contención para control y regulación de los escurrimientos de aguas superficiales existen claros elementos que muestran la evolución de tecnologías en el diseño y construcción de presas, con todo lo que esto significa en materia de diseño y fabricación de equipos y maquinaria de construcción. La combinación de estos factores se traduce en optimizar tiempo y costo para lograr una mejor rentabilidad de los proyectos, partiendo –como reiteradamente lo he señalado– de una planeación seria y responsable

Entrevista de Daniel N. Moser.

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