Federico Dovalí Ramos. Profesor de Aeropuertos en la Facultad de Ingeniería de la UNAM.
Los megaproyectos de infraestructura son fundamentales para el futuro de la vida colectiva e individual de las personas; además, las protegen en casos de desastres o emergencias. Los estados requieren fuertes inversiones en infraestructura de todo tipo; el crecimiento de su población en todos los niveles económicos ha provocado desplazamientos desordenados de zonas rurales a urbanas con frecuencia poco o mal planeadas y desarrolladas, con efectos negativos adicionales en el medio ambiente.
No obstante su importancia, muchos proyectos se salen de control tanto en su plazo de ejecución como en el costo final, lo cual modifica severamente las premisas de sus beneficios, que incluso llegan a minimizarse por sus altos costos de operación y mantenimiento aun cuando representen participaciones significativas en el crecimiento y transformación de las economías. Algunos ejemplos de tales condiciones, sin priorizar pero reconociendo sus impactos sociales y en el PIB, son la ampliación del Canal de Panamá, el metro de Salvador en Brasil, la reconstrucción del puente Tappan Zee en Nueva York, el sistema subterráneo de Hong Kong, el Aeropuerto Internacional de Berlín-Brandeburgo, o una tercera pista en Heathrow respecto a una segunda en Gatwick.
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