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Monterrey y su anunciada crisis de agua

Ismael Aguilar Barajas Profesor de la Escuela de Ciencias Sociales y Gobierno, Tecnológico de Monterrey.

Aldo Iván Ramírez Orozco Profesor de la Escuela de Ingeniería y Ciencias, Tecnológico de Monterrey.

Monterrey y su área metropolitana han sido noticia por haber tenido que recurrir a severos recortes en el suministro del servicio de agua. Esta es una situación sorprendente, en especial por la reputación que su organismo proveedor se había forjado como referente nacional y latinoamericano en la prestación de buenos servicios de agua y saneamiento. Los impactos en la metrópoli se prevén muy altos y con implicaciones de carácter nacional, dada la significativa contribución de Monterrey a la economía del país.

Después de casi dos décadas de proporcionar agua a sus habitantes, sobre la base de 24 horas al día y a presión constante, el área metropolitana de Monterrey se encuentra en una severa situación de desabasto que afecta a la población y las actividades económicas. El análisis de las causas, su situación actual y el futuro previsible requieren un marco multidimensional. Este trabajo intenta abonar al entendimiento de varias de las interacciones más relevantes. Más específicamente, esta contribución tiene dos objetivos principales: hacer un breve recuento de cómo Monterrey llegó a esta situación y presentar de manera sucinta las medidas que se han instrumentado para enfrentar la crisis. Entre los principales resultados se tiene que las medidas de emergencia, ante la gravedad de la situación, no siempre funcionan. A ello se adiciona un sistema de suministro con interacciones en una escala espacio-tiempo compleja. Se argumenta que esta crisis de desabasto era predecible, ante las enseñanzas de la minisequía de 2011-2013. Quizá la conclusión más importante es que Monterrey y su área metropolitana necesitan una gestión del riesgo más proactiva, más informada, mejor comunicada.

Introducción

Monterrey y su área metropolitana (AMM) han sido noticia nacional, e incluso internacional, por haber tenido que recurrir a severos recortes en el suministro del servicio de agua. Esta es una situación sorprendente, en especial por la reputación que su organismo proveedor, Servicios de Agua y Drenaje de Monterrey (SADM), se había forjado como referente nacional y latino-americano en la prestación de buenos servicios de agua y saneamiento. Los impactos en la metrópoli se prevén muy altos y con implicaciones de carácter nacional, dada la significativa contribución del AMM a la economía del país. Aunado a ello, se han generado ya tensiones sociales que encuentran una expresión muy visible en la toma, a mediados de junio, de algunas de las vialidades más importantes, en reclamo de agua en las viviendas.

Esta crisis estaba largamente anunciada. Dos grandes factores, visión/planeación limitada y el entorno geohidrológico climático desfavorable, ayudan a entender por qué Monterrey y su área metropolitana enfrenta esta crisis. La noción de crisis del agua se toma del Reporte de Riesgos Globales 2015, publicado por el Foro Económico Mundial: declive significativo en la disponibilidad del agua, lo que se traduce en efectos dañinos para la salud humana y las actividades económicas (WEF, 2015). Un análisis más detallado del agua en la región se encuentra en el libro Agua para Monterrey, de publicación relativamente reciente (Aguilar y Ramírez, 2021).

Los recortes de agua de 2022 y sus implicaciones

En marzo de 2022, después de aproximadamente seis meses en sus funciones, el gobierno del estado de Nuevo León y SADM tuvieron que anunciar recortes en el suministro de agua. Los extremadamente bajos niveles de almacenamiento en dos de las tres presas que surten agua al AMM –Cerro Prieto y La Boca– y una demanda creciente obligaron a ello (véase figura 1 para el caso de Cerro Prieto). Un primer planteamiento, comunicado a la comunidad con poca claridad, consistió en dividir a la metrópoli en siete zonas, de forma que cada una de ellas no tendría agua un día determinado. El esquema funcionó sólo parcialmente; de hecho, los días inmediatos a la noticia, el consumo subió, más que bajar. Ante el temor colectivo de escasez, las personas que pudieron acumularon agua en exceso. A la luz de los recortes, los precios de los tinacos se dispararon, e incluso el agua embotellada empezó a escasear.

La complejidad de una red que no fue diseñada para ser operada de esa manera, y un esquema de sectorización avanzado, pero no terminado, propició que muchas familias se quedaran sin abasto particularmente en los casos de tomas ubicadas lejos de tanques y líneas principales de abastecimiento y en sitios elevados. En un afán de que toda la población contara con el vital líquido, este esquema fue sustituido por otro en el que toda la ciudad tendría agua entre las 4 y las 10 de la mañana (después se prometió su extensión a las 11). Este cambio fue comunicado con menos de 24 horas de antelación, lo cual causó molestia entre la población más afectada.

Aun con este cambio, aunado a las contingencias normales del sistema de conducción y distribución, persisten las quejas de que en diversas zonas no se cumple con el servicio en las horas señaladas. Este hecho, si bien comprensible desde la óptica hidráulica, ha traído consigo una pérdida de credibilidad en los planteamientos gubernamentales. Los medios de comunicación dan cuenta de cómo a mediados de junio varias de las más importantes arterias de la ciudad –como Garza Sada y Lázaro Cárdenas– fueron bloqueadas a la circulación por manifestantes que exigían tener agua en sus casas y no sólo a través de pipas. Vale la pena señalar que se trata de una red cuya operación es muy compleja; SADM tiene registrados poco más de 1.4 millones de medidores, y la operación de la red implica el cierre y apertura de entre 200 y 500 válvulas de seccionamiento, la mayoría con mecanismos manuales, acción que insume varias horas.

Que una situación así se presente en el AMM, la segunda metrópoli más grande del país (con 5.3 millones de habitantes en 2020), a menudo referida como la capital industrial de México, envía importantes mensajes y obliga a reflexionar sobre los alcances y limitaciones de la gestión del agua no sólo en esta parte del territorio, sino en el país en su conjunto. Además de la atracción de actividades económicas, también se tienen significativos flujos migratorios; cifras de Instituto Nacional de Estadística y Geografía indican que entre 2015 y 2020 Nuevo León recibió a poco más de 500 mil personas. Estos flujos económicos y poblacionales demandan agua, por lo que su disponibilidad tiene relevancia nacional. Entender de mejor forma la génesis de la presente crisis, así como las complejidades de su gestión, requiere un marco multidimensional. Dos de estas dimensiones tienen que ver con la geohidrología y el mosaico institucional de la gestión del agua en la región.

Contexto geohidrológico e institucional

El suministro del agua al AMM presenta un marco altamente complejo. Para entender la actual crisis del agua hay cuestiones hidrológicas e institucionales de fondo. El agua subterránea ha sido siempre una fuente muy importante de suministro; por varios años ha contribuido casi con la mitad del total. Tres presas alimentan de agua superficial a la metrópoli: La Boca (cedida por la iniciativa privada a la ciudad en 1963), Cerro Prieto (desde 1984) y El Cuchillo (desde 1994) (véase figura 2). La primera tiene una capacidad de almacenamiento de cerca de 40 Mm3; la segunda, de 300 Mm3, y la tercera, de 1,123 Mm3. La Boca es el embalse más cercano a Monterrey. Cerro Prieto y El Cuchillo están a unos 125 y 100 km, respectivamente. Las primeras dos presas se ubican en la cuenca del río San Juan, el cual es tributario del Bravo. Esto significa que, para el entendimiento de las cuestiones del agua en Monterrey, se requiere ubicarse en la esfera binacional México-Estados Unidos.

Otro asunto muy notorio es que las aguas de la presa El Cuchillo son compartidas con el vecino estado de Tamaulipas y su Distrito de Riego 026, de conformidad con el Acuerdo de 1996. Está estipulado que cada noviembre se trasvasa el excedente de 315 Mm3, siempre y cuando la presa Marte R. Gómez tenga menos de 750 Mm3. En general, estos trasvases han tenido lugar, aun en contextos de sequía, no sin la aparición de inconformidades. El cuestionamiento de este acuerdo –expresado como la defensa del agua de Nuevo León– fue una parte central en la campaña a la gubernatura del actual titular del Ejecutivo estatal; sin embargo, ya en su papel de gobernador, ha ofrecido respetar el acuerdo. La administración de todos estos embalses está bajo la responsabilidad de la Comisión Nacional del Agua (Conagua). En julio de 2020, el huracán Hanna trajo agua a la cuenca del San Juan, pero mucho menos a la cuenca del San Fernando, donde se ubica la presa Cierro Prieto. El extremadamente bajo suministro de esta presa se explica parcialmente por esta realidad hidrológica y, claro, también por las extracciones que de ella se han venido realizando.

La minisequía 2011-2013 y el huracán Ingrid

El abastecimiento de agua al AMM se enmarca en un ciclo recurrente de sequía-tormenta-sequía-tormenta, como se analiza en el capítulo 5 del libro Agua para Monterrey, ya mencionado (Aguilar y Ramírez, 2021). Poco después de la llegada del huracán Alex, en julio de 2010, se presentó la minisequía del periodo 2011-2013, interrumpida por la llegada del huracán Ingrid a mediados de septiembre de este último año. Si bien esta sequía sólo duró 26 meses, se constituyó en la segunda más severa del registro reciente.

La llegada de Ingrid marca un evento muy significativo para entender la crisis actual, pues, a diferencia de lo ocurrido en 2021 –poca lluvia y ningún huracán–, este fenómeno vino a rescatar a la ciudad, como otras veces en el pasado. De hecho, algo poco conocido es que a principios de septiembre de 2013 las tres presas que le proporcionan agua a Monterrey y su área metropolitana tenían casi la mitad de su capacidad conjunta, en comparación con febrero de 2022 (un mes antes de anunciar formalmente los recortes) (véase figura 3). La diferencia es que entonces esos volúmenes estaban mejor repartidos entre las tres presas, y en marzo de 2022 la mayor parte del agua estaba en El Cuchillo. Esto introduce en el análisis el papel fundamental de la infraestructura de conducción.

Por esta razón, y por la llegada de Ingrid, la población ni se enteró de que a mediados de septiembre de 2013 el suministro de agua al AMM había estado al borde del colapso, y que la entrada de recortes ya se estaba configurando; por un golpe de suerte, especialmente climática, ello no ocurrió. Durante 2021 y lo que va del 2022 no ha habido la misma suerte. Las advertencias sobre lo ocurrido en septiembre de 2013 no se tradujeron en lecciones aprendidas para gestionar el agua en los siguientes años. Siguió privando el enfoque reactivo, con poca valoración a lo preventivo. En muchos sentidos, la crisis de 2022 había sido anunciada largamente.

Riesgo anunciado de crisis en el suministro de agua

La crisis en el abastecimiento, materializada desde marzo de 2022, era predecible, sólo que las advertencias no fueron escuchadas y las señales no fueron reconocidas a tiempo. En 2016, precisamente teniendo en cuenta la minisequía de 2013, se publicó un artículo previniendo de que, sin estrategias preventivas, una sequía similar, o de mayor duración a la registrada en 1996-1998 y 2011-2013, pondría en severos riesgos el sistema de suministro (Sisto et al., 2016). El título del artículo mostraba con claridad esta preocupación: “Amenazas climáticas, vulnerabilidad en la oferta de agua y el riesgo de una crisis de agua en el Área Metropolitana de Monterrey”. Textualmente, se advertía la necesidad de establecer un programa de racionamiento claramente definido y comunicado a la población, con protocolos de emergencia ampliamente conocidos, de tal forma que los habitantes supieran qué esperar durante una eventual crisis. Tendría que haber explicaciones claras sobre la urgencia de limitar o eliminar usos del agua no esenciales.

En el mismo año, en el contexto de la sequía que azotaba al país, se argumentaba que en México no había un modelo preventivo de largo plazo (Aguilar et al., 2016). En términos similares se aludía a estas cuestiones en las conclusiones del libro Agua para Monterrey, en noviembre de 2021. Además de estas publicaciones, en diferentes foros se expresó que Monterrey y su área metropolitana no debía esperar la llegada de un huracán para diseñar estrategias más robustas de suministro de agua. La crisis de 2022 mostró la ausencia o deficiencia de éstas y su comunicación apropiada. “Ojalá nos llegara un huracán”, ha sido una frase recurrente durante la crisis más reciente, expresada incluso por el director general de SADM.

Proyectos para el corto, mediano y largo plazos

Para la primera semana de junio de 2022 se tuvo un consumo medio de 12,805 l/s, apenas el 80% de los 16,000 l/s que en promedio demandaba la metrópoli a inicios del año. La aportación de las presas Cerro Prieto y La Boca, que representa el 38% de las concesiones con que cuenta SADM, se redujo a mínimos históricos, al contar los embalses con tasas de llenado de únicamente el 1.7 y el 7.7%, respectivamente (datos de la Conagua al 20 de junio). El porcentaje de El Cuchillo se estimaba en 44.6. Para cubrir esa brecha, además de los recortes ya mencionados, SADM instrumentó diversas acciones, entre la que se encuentran la recuperación de fugas (principalmente de grandes acueductos), con lo que han rescatado 1,018 l/s; la rehabilitación de pozos (132 l/s), la perforación de nuevos pozos (905 l/s) y el apoyo de pozos privados (152 l/s). Con estas acciones se ha logrado incorporar 2,207 l/s al sistema para reducir el déficit de agua superficial de un poco más de 4 m3/s. Los planes del organismo contemplan la incorporación de 4 m3/s al sistema, lo cual permitiría paliar la crisis, sobre todo con la premisa de que el consumo pueda disminuir entre un 10 y un 15 por ciento.

Como parte de las acciones a mediano plazo –que el gobierno del estado denomina “proyectos estratégicos”–, se encuentra la presa Libertad (con un avance del 35%), que aportaría del orden de 1.6 m3/s para fines de 2023 o principios de 2024; la instalación de un sistema inteligente de modulación de presiones (para 2024), que permitiría recuperar 500 l/s; el reúso potable indirecto de aguas residuales tratadas (2 m3/s para 2025) y la eventual recuperación de caudales de uso agrícola. Para el largo plazo se plantea retomar algunos proyectos previamente identificados, el segundo acueducto de la presa El Cuchillo, la transferencia del río Pánuco, el aprovechamiento de la presa Vicente Guerrero y una planta desalinizadora.

Conclusiones

Durante la presente crisis, la administración actual de SADM ha hecho grandes esfuerzos para atender de la mejor forma posible a la población y las actividades más afectadas. Si bien parece haber claroscuros en las respuestas de corto plazo, es en el mediano y largo plazos donde radican los retos más demandantes y para los cuales no parece haber respuestas más robustas; el espacio para el optimismo luce limitado.

El suministro de agua al AMM está inmerso en un marco territorial e institucional complejo, por lo que su planeación requiere perspectivas más abarcadoras, con una visión sistémica de largo plazo sobre el agua, la metrópoli y su entorno regional. En este sentido, la gestión de las sequías e inundaciones, de las aguas superficiales y subterráneas, tendría que ser considerada como parte de un solo sistema hídrico.

Es impostergable una gestión del riesgo más proactiva, más informada, especialmente ante la variabilidad y el cambio climático. No debería esperarse que llegue un huracán y en cuestión de pocos días llene las presas (y con ello también se retome la complacencia anterior del business as usual), para repetir con ello lo que irónicamente se conoce como el ciclo hidro-ilógico.

Una conclusión central es que el AMM necesita un nuevo pacto social por el agua, es decir, en esta acción colectiva la responsabilidad de un uso más cuidadoso concierne a todos. Finalmente, esta crisis ha mostrado muy claramente la exigencia de una mejor comunicación en los temas del agua y de la metrópoli, también como una vía para reducir el descontento de los habitantes

Referencias

Aguilar, I., y A. Ramírez (2021). Agua para Monterrey. Logros, retos y oportunidades para Nuevo León y México. Monterrey: Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey.

Aguilar, I., et al. (2016). Drought policy in Mexico: a long, slow march toward an integrated and preventive management model. Water Policy 18 (S2): 107-121.

Sisto, N. P., et al. (2016). Climate threats, water supply vulnerability and the risk of a water crisis in the Monterrey Metropolitan Area (Northeastern Mexico). Physics and Chemistry of the Earth 91: 2-9.

World Economic Forum (2015). Global Risks Report. 10ª ed. Ginebra: WEF.

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