22 septiembre, 2023 11:49 am

Un lago andino cuya pérdida pudo evitarse

El segundo lago más grande de Bolivia, un importante ecosistema y fuente de subsistencia para las comunidades cercanas, parece condenado a desaparecer. Aunque se le conoce por su comportamiento cíclico de desecamientos y recuperaciones, desde finales de 2015 se habla de su irremediable pérdida, en medio de la resignación de los pobladores, las críticas de especialistas y las declaraciones de funcionarios que señalan como causa principal el cambio climático.

Las imágenes captadas en enero de 2016 por la herramienta Operational Land Imager del satélite Landsat 8 muestran un desecamiento grave del lago Poopó, sobre todo si se comparan con las fotografías tomadas tan sólo tres años atrás, en abril de 2013 (véase figura 1).

Típicamente, el lago se recarga durante la temporada húmeda (diciembre a marzo) con las lluvias y aguas provenientes del norte desde el lago más grande de Bolivia, el Titicaca, a través del intenso caudal del río Desaguadero. Sin embargo, en el más reciente ciclo este no fue el caso, pues la sequía persistió de manera atípica.

El Poopó se encuentra a una altura de 3,400 msnm en los Andes bolivianos y su agua es salina; ha llegado a tener una superficie máxima de 3,000 km2. Su poca profundidad (3 m en promedio) lo hace especialmente propenso a fluctuaciones de nivel: incluso pequeños cambios en los patrones de lluvia de la zona tienen un impacto considerable en su volumen y superficie.

Las condiciones físicas del lago son decisivas para el ecosistema regional y para las actividades productivas, pues al ser uno de los lagos salinos más grandes de Sudamérica, constituye la estación de algunas especies de aves migratorias, entre ellas patos y flamencos. Además, cuando este cuerpo alcanza un cierto nivel, se drena por la parte sur hacia el salar de Coipasa, el segundo más grande de Bolivia. Por todo ello, está clasificado en la lista de la Comisión de Ramsar, organismo mundial que aboga por la conservación y uso racional de los humedales mediante acciones locales, nacionales e internacionales.

Desde hace más de una década se da seguimiento en la Estación Espacial Internacional a las condiciones físicas del Poopó, ya que su susceptibilidad a los cambios de precipitación provee un excelente indicador visual de las tendencias del tiempo atmosférico, y es posible que su estudio esclarezca grandes ciclos climáticos. De hecho, se considera que el calentamiento global amenaza el equilibrio en la totalidad de la región andina; por ejemplo, un estudio de 2010 publicado en la revista Global Change Biology con la participación del Florida Institute of Technology anticipaba que la ciudad de La Paz podría enfrentar una sequía catastrófica a lo largo del siglo XXI, que a su vez encarecería la comida y cuyos efectos alcanzarían a los más de 3 millones de habitantes de la altiplanicie boliviana.

Las previsiones alarmantes continuaron en 2013, a pesar del buen nivel que mantenía el Poopó. En una investigación que llevó a cabo un consorcio alemán por encargo del gobierno boliviano se determinó que en ese año el lago había recibido 161 mil millones de litros menos de lo requerido para mantener su equilibrio ecológico.

Grupos ambientalistas y activistas locales señalan la incompetencia del gobierno para manejar la frágil reserva hídrica y para establecer una solución a los problemas de contaminación por actividades mineras. Como prueba refieren que después de la muerte de miles de peces a finales de 2014, la Universidad Técnica de Oruro encontró niveles altos de metales pesados en el Poopó, incluyendo cadmio y plomo; tales advertencias, dicen, fueron ignoradas por las autoridades.

 

La mala gestión de una cuenca

No es esta la primera gran crisis hídrica del lago Poopó en el tiempo reciente. En 1994 sufrió el mismo problema, del que sólo se notó una completa recuperación tras varios años, y se requirió aun más tiempo para el restablecimiento de los ecosistemas vinculados a él. En esta ocasión se cree que los efectos pueden ser irreversibles por ser producto del cambio climático. Por otra parte, se tienen registros históricos del lago que datan de hace 100 años. Con esta información se evidencia que en las últimas tres décadas el ecosistema experimentó un estrés hídrico sin precedentes.

De acuerdo con la autoridad regional, en enero de 2016 el volumen del Poopó se encontraba en 2% respecto a su media histórica. El gobierno boliviano atribuye la crisis hídrica a las condiciones meteorológicas ocasionadas por el fenómeno El Niño. Sin embargo, investigadores y sociedad civil adjudican buena parte de la responsabilidad al mal uso de la reserva y la ineficiencia de la autoridad para seguir los planes de manejo existentes, como el completo estudio del sistema TDPS (siglas de los lagos Titicaca, Desaguadero, Poopó y Salar de Coipasa) publicado en 2003 con el título “Lake Titicaca: Experience and lessons learned brief”, donde se abordaba con una perspectiva integral el presente y futuro de esa macrocuenca y se referían medidas de previsión y protección.

La investigadora Lisa Borre, del Instituto Cary para el Estudio de Ecosistemas de Nueva York, se especializa en lagos y afirma que aunque siempre ha habido descensos significativos en los niveles del Poopó, nunca habían sido tan graves como en los últimos meses.

El plan de manejo existente establece que el caudal total del río Desaguadero debe llegar hasta el Poopó, pero en los últimos años sólo llegaba una cantidad muy pequeña. El lago Titicaca no aparenta estar sufriendo disminuciones en su volumen, así que el problema no necesariamente consiste en la falta de agua en el sistema TDPS.

Sin embargo, también es cierto que la temperatura ambiental media del ecosistema de Poopó ha aumentado en 1 °C durante el último siglo, lo que incrementa a su vez la tasa de evaporación; a ello se suma el hecho de que lloviera muy poco durante 2015. Empero, Borre señala que los especialistas sabían de estos riesgos y los habían anunciado desde hace años con el fin de que se adoptaran medidas prudentes, y considera que muchas otras cuencas del mundo se encuentran en una situación similar de explotación debida a grandes programas de desarrollo o simplemente por manejo inadecuado.

El proceso de desecación de este lago sudamericano es parecido al del mar Aral en Asia central, pues en ambos casos se trata de un sistema cerrado y con una extracción mayor que su tasa de recarga. De acuerdo con la directora del Proyecto Política Global del Agua (Global Water Policy Project), en vista de tales experiencias se hace evidente la necesidad de comenzar a planear la gestión de cuencas en todo el mundo con miras a una mayor evaporación de los cuerpos hídricos, sean lagos u otras reservas de agua dulce.

 

El cambio climático y el deterioro de la economía

El Poopó se declaró oficialmente seco en diciembre de 2015. Ahora hay científicos que opinan que la eventual recuperación a la que los pobladores estaban acostumbrados quizá ya no será posible. “Esta es una imagen del futuro del cambio climático”, asegura el investigador alemán Dirk Hoffman, especialista en los efectos que el aumento de temperatura por la quema de combustibles fósiles tiene en el derretimiento glacial en Bolivia. Con la desaparición de glaciares se pierde la fuente de recarga del Poopó.

Las autoridades locales, a su vez, atribuyen la insuficiencia de agua al desvío de caudales que deberían dejarse para tributar al lago, y en cambio se destinan principalmente a actividades agrícolas y mineras. Estas últimas se llevan a cabo desde 1982, atenazan el flujo de los tributarios y aumentan los sedimentos, lo que a la larga quitó profundidad a los tributarios y afectó la composición del agua lacustre; pero limitar la proliferación de esta actividad es difícil, puesto que los minerales son la segunda materia prima que exporta Bolivia después del gas natural.

En respuesta a los previsibles cambios en las condiciones de vida, muchas familias de la comunidad aledaña de Untavi –casi la mitad de su población– han optado por vender su ganado (ovejas, llamas y alpacas) o abandonar sus lanchas y redes para emigrar y dedicarse a otras actividades.

 

Conclusión

Se puede afirmar que la desecación del Poopó se debió a una combinación de factores: fenómenos climáticos naturales (en específico el fenómeno de El Niño, aunado a la tendencia cíclica del lago), el cambio climático provocado por la actividad humana y una mala gestión de esta frágil reserva natural a pesar de que existía una planeación para su cuidado.

Dicha confluencia de causas ha dado pie a diversos puntos de vista y argumentaciones sobre el estado actual del sitio y las causas puntuales que desembocaron en ello. Un ejemplo es la minimización del problema por parte del presidente boliviano quien, durante la Conferencia sobre Cambio Climático en París en diciembre de 2015, comentó con respecto al actual desecamiento del lago: “Mi padre contaba que una vez cruzó el lago en bicicleta en la temporada seca”, tratando de decir que el lago, por naturaleza, va y vuelve. Otro ejemplo es que el presidente de la Cámara Nacional de Minería de Bolivia dijo, respecto a la actual situación, que la responsabilidad de ese sector era insignificante en comparación con la del cambio climático, y que mucho del sedimento que ha modificado los ríos que aportan al Poopó tenía un origen natural, no industrial.

No  obstante,  el  gobierno  de  ese  país  andino  solicitó  a  la  Unión  Europea  apoyo  de 140 millones de dólares para la construcción de plantas de tratamiento con las cuales recargar la cuenca y para dragar los afluentes tributarios, entre ellos el río Desaguadero. Hay especialistas que opinan que ya es muy tarde para lograr una recuperación.

 

Elaborado por Helios Comunicación con información de www.usbr.gov, ca.water.usgs.gov y www.jpl.nasa.gov

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