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Las ciudades del futuro están más próximas de lo que creemos y es fundamental que profesionales y empresas estén preparados para aprovechar al máximo las nuevas oportunidades de negocio.

Proporcionado por Structuralia

El concepto de smart city es muy amplio, dado que abarca muchos aspectos relacionados con el desarrollo urbano sostenible. Por esta razón, delimitar qué es y qué no es una ciudad inteligente dependerá de quien lo evalúe. Lo que forzosamente deberá incluir cualquier definición es la sostenibilidad llevada a su máxima expresión.

De este modo, se podría precisar que las smart cities son entramados urbanos que utilizan las tecnologías disponibles para procurar el bienestar de sus ciudadanos con el máximo respeto al medio que los rodea, con lo que se alcanza un punto de equilibrio llamado sustentabilidad.

Según los estudios más recientes, se prevé que en el año 2050 el 85% de la población mundial residirá en ciudades. Este dato evidencia una progresiva masificación de las urbes cuyas consecuencias son ya manifiestas; preocupan especialmente el abastecimiento energético, las excesivas emisiones nocivas a la atmósfera y el ordenamiento del tráfico rodado. No en vano las ciudades actuales consumen más de 75% de la producción de energía mundial y generan 80% de las emisiones de gases de efecto invernadero.

Así es como surge la filosofía que pretende transformar los núcleos urbanos y solventar dichas preocupaciones sociales y ambientales. Pero, ¿qué requisitos debe cumplir una ciudad para ser considerada smart city?

Al igual que con una definición, no existen requisitos específicos que concedan el “título” de ciudad inteligente a un territorio determinado. Sin embargo, todo núcleo urbano sostenible debe implementar alguna de las siguientes características:

  • Integración tecnológica de sus infraestructuras, suministro energético y servicios de transporte
  • Gestión eficiente de la economía y de los recursos materiales
  • Planificación urbana coherente
  • Accesibilidad universal y movilidad urbana sostenible
  • Uso de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC)
  • Innovación tecnológica y arquitectónica que aumenten la calidad de vida
  • Compromiso con el medio ambiente
  • Colaboración activa entre la administración pública y los ciudadanos (cohesión social).
  • Apertura y transparencia de los datos

Con el transcurso del tiempo se ha conseguido que el concepto inicial se ramifique en varios subsistemas especializados que, en armonía, definen a la perfección la corriente ideológica planteada para las ciudades del futuro.

Así aparecen las smart grids, redes de distribución eléctrica eficientes; las smart metering, mediciones de gasto energético individualizado; los smart buildings, arquitectura optimizada y autosuficiente; los smart sensors, sensores que mantendrán toda la ciudad conectada; la eMobility, basada en la circulación de vehículos eléctricos, entre otros.

 

Algunos ejemplos

Buena muestra de todo lo anterior son las ciudades de Tokio, Santiago, México, París, Málaga y el barrio BedZed de Londres, que han redirigido su planteamiento urbano futuro para adaptarse a estos nuevos criterios.

Por otra parte, surgen nuevas ciudades que ya tienen el ADN de una smart city. Es el caso de Másdar (Dubai), que acogerá una ecociudad para 50,000 habitantes en la que no se pueden usar coches. Diseñada por Norman Foster and Partners, cuenta con una superficie de más de 6,000,000 m². Comenzó a construirse en el año 2008 con un característico muro perimetral vegetal, cuyo fin es proteger a la ciudad de la corrosión provocada por los fuertes vientos del desierto. Este megaproyecto será 100% sostenible y persigue una vida sin emisiones de carbono ni de residuos.

Otra de las ciudades puramente inteligentes es Dongtan, situada en el este de la isla de Chongming en las proximidades de Shanghái (China). Diseñada por el arquitecto chileno Alejandro Gutiérrez, comenzó a construirse en 2007 y cuenta con una superficie de 8,500 hectáreas. En esta ecociudad sólo se usarán energías renovables (biomasa, eólica y solar); los automóviles privados y el transporte público funcionarán con hidrógeno; se reciclará hasta 80% de la basura generada y el agua potable para consumo humano después se reutilizará en descargas sanitarias y riego. Se proyecta que para el año 2040 alcanzará un tamaño igual a la mitad de Manhattan.

 

Oportunidades en América Latina

Al igual que las capitales de Chile y México, las ciudades de Bogotá, Buenos Aires y Río de Janeiro se han convertido, por su modo de prepararse para el futuro, en ejemplos reales de ciudades inteligentes.

Tan sólo en América Latina, la transformación digital y energética de las urbes crecerá 19.4% anual hasta alcanzar una facturación de más de 750,000 millones de dólares en el año 2020.

Los países que lideran este cambio tienen previsto invertir en sus subsistemas actuales, con proyectos centrados en la mejora de las infraestructuras, del transporte, de la gestión integral de sus edificios y de todo aquello vinculado con el control eficiente y sostenible de los recursos energéticos.

Este último sector, el de las energías renovables, es el que más actividad está registrando en los últimos tiempos. Así, por ejemplo, Chile invertirá 100 millones de dólares para apoyar su programa; Argentina ha recibido una inyección de 480 millones de dólares del Banco Mundial para el desarrollo de sus proyectos; y está la destacable suma de más de 530 millones de dólares en infraestructura energética que el Grupo de Energía de Bogotá va a invertir durante este año 2017.

Es evidente que esta financiación augura la generación de cientos de miles de empleos en todo el mundo, que estarán destinados a aquellos ingenieros competentes del sector. Para ello, estos profesionales deben tener formación en materias relacionadas con la generación eléctrica, el mantenimiento de las centrales generadoras de energía o el ahorro energético en edificaciones sostenibles.

Pero no sólo existirán oportunidades en materia energética, sino que el abanico de las smart cities se extiende hacia el área del facility y project management, la construcción modular de edificios, el dominio de la metodología BIM y la aplicación de las nuevas tecnologías en todas las fases del desarrollo de infraestructuras.

Las ciudades del futuro están más próximas de lo que creemos y es fundamental que profesionales y empresas estén preparados para aprovechar al máximo las nuevas oportunidades de negocio.

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