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Situación actual del agua potable en México

Para atender las actuales y futuras necesidades de agua potable en México, es indispensable tener una visión de la situación actual. En este artículo se presenta un breve diagnóstico de los servicios de agua potable en localidades urbanas y rurales, de las fuentes de abastecimiento y la disponibilidad hídrica, y se plantea una serie de cuestiones ante el problema de disponibilidad de agua para satisfacer los déficits actuales y las demandas previsibles del crecimiento industrial y urbano.

Luis Francisco Robledo Cabello Vicepresidente Técnico y de Planeación, Colegio de Ingenieros Civiles de México, A. C.

México es un país que ha tenido una significativa evolución demográfica y económica desde principios del siglo XX hasta la tercera década del siglo XXI. Hace apenas 100 años, el 80% de los mexicanos vivían en el medio rural y solo el 20% en el entorno urbano. En ese entonces las actividades económicas preponderantes eran la agricultura, la ganadería, la minería y la explotación forestal, y en menor medida la industria y el comercio. Por ello en 1926, bajo el régimen de Plutarco Elías Calles, se creó la Comisión Nacional de Irrigación para impulsar el desarrollo agrícola como actividad económica preponderante; la comisión se transformó en 1947 en la Secretaría de Recursos Hidráulicos para impulsar el desarrollo de importantes presas, distritos y unidades de riego en todo el país, hasta llegar a una superficie de alta productividad del orden de 6 millones de hectáreas. Con ello se logró la autosuficiencia alimentaria e incluso se incrementaron en forma importante las exportaciones de productos agrícolas.

Cien años después, la situación demográfica y económica es notablemente diferente. En la actualidad solo el 20% de los mexicanos viven en el medio rural y dependen de las actividades primarias antes mencionadas, mientras que el 80% restante se ha establecido en las numerosas ciudades del país. Si bien la agricultura y la ganadería siguen siendo de vital importancia para proporcionar a los ciudadanos los alimentos indispensables y para no depender políticamente de las importaciones, la economía del país presenta una estructura radicalmente diferente, ya que ahora se orienta de manera destacada al desarrollo industrial y el comercio, como lo hace evidente el fenómeno económico del nearshoring industrial.

Esta evolución histórica ha tenido un gran impacto en los asuntos relacionados con el agua en general, y particularmente con el agua potable. Anteriormente la disponibilidad de agua para cada persona no era un problema significativo, debido en parte al menor número de habitantes y porque la disponibilidad de aguas superficiales y subterráneas era mucho mayor que las demandas para todos los usos.

Existe una tendencia a considerar que el agua potable, la agricultura y la industria de la transformación son los únicos usos de importancia para nuestro país. Sin embargo, cada día adquieren mayor relevancia el resto de los usos, que son el pecuario, el minero, la acuacultura, el turístico y recreativo y el ambiental-ecológico.

Por otra parte, una superficie importante de México se encuentra ubicada en la latitud de los grandes desiertos del mundo, como el del Sahara en África, cubriendo una gran parte de los estados del norte del país y del altiplano. Ante el indiscutible fenómeno del cambio climático, las lluvias en esas regiones podrán presentar variaciones de gran magnitud, las cuales afectarán la disponibilidad del recurso para todos los usos, con las consecuentes repercusiones sociales y económicas. Un problema previsible y que ha ocurrido por tercera ocasión es el abastecimiento de agua potable a la zona conurbada de Monterrey. Las aguas subterráneas en su entorno presentan un alto nivel de sobreexplotación y, a pesar de las presas construidas, estas no se han llenado por la baja incidencia de huracanes en el Golfo de México, que son los que llevan precipitaciones a esas regiones cuando entran por la costa de Veracruz y Tamaulipas.

En la figura 1 se presenta la lluvia media anual por entidad federativa, lo que refuerza el diagnóstico de la difícil situación del agua subterránea y superficial en los estados del norte y del centro del país y una mejor situación hídrica en los del sureste.

Situaciones similares se están presentando en otras ciudades del norte del país como Tijuana, Hermosillo, Aguascalientes, Zacatecas, Durango, León, San Luis Potosí, la región lagunera de Coahuila y Durango, y muchas más. La mayoría de esas ciudades se abastecen a través de aguas subterráneas de acuíferos sobreexplotados, cuyos pozos están presentando acelerados abatimientos en sus niveles, con el agravante de que la industria se ha ubicado preferentemente en el entorno de las ciudades y sus necesidades se suman a las demandas para fines domésticos y públicos urbanos. Es indispensable considerar simultáneamente que el problema de la escasez de lluvias no es solo de las ciudades, y que ha venido afectando cíclicamente al riego para la producción agrícola.

En México, a lo anterior se suma la tendencia económica de las industrias de las grandes economías para ubicar sus nuevas instalaciones en países cercanos, fenómeno conocido como nearshoring o friendshoring, para minimizar sus costos de transporte; aprovechar servicios profesionales, técnicos y mano de obra baratos; por situaciones fiscales favorables y menor vulnerabilidad política ante la incierta situación en el continente europeo y en Asia. Esto implica una mayor demanda de agua para esas industrias, la mayoría cercana a las ciudades y con las mismas fuentes de abastecimiento.

Situación actual de los servicios de agua potable

Para atender las actuales y futuras necesidades de agua potable en México, es indispensable tener una visión de la situación actual, es decir, un diagnóstico, que en este artículo no será muy detallado. Para información más detallada se sugiere consultar el trabajo desarrollado por el CICM a través de su Comité del Agua, “Una contribución a la seguridad hídrica en México” (2022).

En la tabla 1 se presenta la evolución de la “cobertura” de agua potable entre 1990 y 2020, entendiéndose por cobertura “las viviendas que cuentan con una red de distribución y una toma en su domicilio”, lo cual no significa forzosamente que cuenten con la entrega de agua en forma suficiente; en ese caso, el 96.1%, esto es, más de 120 millones de habitantes, tiene tuberías enfrente de sus viviendas, y el 3.9% de la población, un poco menos de 5 millones de habitantes, carece de redes de distribución, es decir, del servicio domiciliario. Se considera que estos indicadores porcentuales son optimistas; hacen parecer que los problemas de abastecimiento de agua potable en México son menores y que a nivel internacional estamos bien ubicados en servicios de agua potable, lo cual es engañoso.

El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) realiza periódicamente diversos ejercicios estadísticos, como es el caso de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos en los Hogares (ENIGH), que se lleva a cabo cada dos años. Uno de los datos más importantes de la última encuesta es que solo el 64% de la población del país recibe diariamente agua entubada en su vivienda o predio, es decir, un poco más de 80 millones de personas, mientras que 40 millones de habitantes –de los 120 millones que cuentan con red– la reciben tandeada y con baja presión. Esto significa que no es solo un problema de insuficiente infraestructura de redes de distribución, sino uno evidente de insuficiencia de capacidad en las fuentes de abastecimiento para cubrir la demanda, lo cual no es un problema menor, ya que depende no solo de la infraestructura de captación sino también de la escasa disponibilidad de agua en dichas fuentes.

Estas estadísticas cubren la población tanto urbana como rural. Sin embargo, al revisar la información del Inegi separando las localidades urbanas de las rurales, la situación refleja una problemática mayor de la situación actual, así como de la magnitud de los esfuerzos necesarios para mejorarla en el futuro.

Situación actual de los servicios de agua potable en las localidades urbanas

Según el estudio desarrollado por el Comité del Agua del CICM para localidades urbanas, podría pensarse que todas las ciudades distribuyen la totalidad del agua a través de sistemas de tuberías que reciben el agua de fuentes de abastecimiento. Sin embargo, no es así. El Censo de Población y Vivienda 2020 desarrollado por el Inegi establece que solo el 85.2% de las localidades urbanas recibe y distribuye el agua a través de tuberías, y que el 14.8% restante se abastece a través del acarreo del agua. Es probable que el abastecimiento por acarreo se presente principalmente en localidades urbanas pequeñas, y en mayor medida en la periferia de las ciudades de mayor importancia, fenómeno vinculado con la dispersión de las viviendas que hace antieconómica la instalación de tuberías –lo cual solo se lleva a cabo cuando las viviendas se densifican.

Lo anterior indica que de los 100 millones de personas que viven en las ciudades, 85 millones reciben el agua entubada dentro de sus viviendas y 15 millones disponen de ella pero la tienen que acarrear, lo cual entraña una situación social no deseable que se debe atender.

En la tabla 2 se presenta información del tipo de acceso al agua potable de las viviendas en localidades urbanas, información obtenida del Censo Nacional de Población y Vivienda 2020. Aparentemente la introducción de agua a las viviendas no representa un problema de gran magnitud, pero requiere acciones para superarla.

Situación actual de los servicios de agua potable en las localidades rurales

Como puede verse en la tabla 3, elaborada con base en información del Censo Nacional de Población y Vivienda 2020, el 75.2% de las viviendas del medio rural, es decir, con menos de 2,500 habitantes, reciben el agua entubada dentro de ellas, y el 14.8% disponen de ella fuera de la vivienda o la tienen que acarrear de sitios ubicados a cierta distancia de su entorno.

Se estima que de los 125.3 millones de habitantes del país, aproximadamente el 20% (unos  25 millones) habita en localidades rurales, y que 19 millones tienen el servicio dentro de la vivienda y 6 millones la tienen que acarrear de sitios alejados, situación que se debe atender.

Fuentes de abastecimiento y disponibilidad hídrica para el servicio de agua potable

Para ubicar al lector en la problemática de la disponibilidad y de los principales usos del agua en México, es conveniente analizar los volúmenes de agua que se utilizan, tanto de aguas superficiales como subterráneas, los cuales se presentan en la tabla 4 con información publicada por la Conagua. Los principales volúmenes utilizados son: en la agricultura el 76.1%; uso doméstico y público urbano en las ciudades y en las localidades rurales, 14.3%; la industria ubicada fuera de las ciudades el 4.8%, y la generación termoeléctrica también el 4.8 por ciento.

La agricultura se abastece principalmente de aguas superficiales, mientras que en las ciudades y sus industrias predomina el uso de aguas subterráneas; las industrias ubicadas fuera de las ciudades utilizan porcentajes parecidos de aguas superficiales y subterráneas, y la generación termoeléctrica aplica preponderantemente aguas superficiales.

Las ciudades que se abastecen de aguas superficiales son aquellas ubicadas en la cercanía de ríos con corrientes permanentes, como las de la costa del océano Pacífico y del Golfo de México, pero casi en todo el norte del país y en el altiplano –que es donde se ubica la mayor parte de la población– predomina el abastecimiento de agua potable con aguas subterráneas. En el entorno de estas ciudades, el agua subterránea se utiliza paralelamente en el riego agrícola, lo que ha propiciado una intensa sobreexplotación de los acuíferos, poniendo en riesgo el suministro a las zonas urbanas y a las comunidades rurales.

De los 653 acuíferos del país, 105 están sobreexplotados, lo cual porcentualmente no parecería grave. Sin embargo, de esos acuíferos sobreexplotados se suministra alrededor del 70% de los consumos de las ciudades, en donde se concentra una gran parte de los 100 millones de habitantes urbanos, la mayoría de la industria y del orden de 2 millones de hectáreas de agricultura regada con aguas subterráneas. Los acuíferos no sobreexplotados son pequeños y con escasa actividad poblacional y económica.

Esta situación ya existe y puede conducir, en plazos no muy lejanos, a la insuficiencia de fuentes de abastecimiento de agua potable, como ya sucede en ciudades como la Zona Metropolitana del Valle de México, Hermosillo, Chihuahua, Monterrey, San Luis Potosí, León, Guadalajara, Puebla, Querétaro, Toluca y muchas otras en condiciones similares, algunas de las cuales ya han tenido severas crisis que han obligado a la adopción de medidas de emergencia, como el caso reciente de Monterrey.

De lo anterior se concluye que principalmente en el norte del país y en el altiplano no existe disponibilidad de aguas subterráneas ni superficiales para satisfacer los déficits actuales de suministro, y mucho menos para atender las demandas previsibles del crecimiento industrial y el urbano, que será un poco mayor de un millón de habitantes por año, es decir, 27 millones de nuevos mexicanos en el año 2050.

¿Implicará lo anterior un cambio gradual del uso del agua superficial y subterránea que se emplea en la agricultura, dedicándola al agua potable en diversas regiones del país? ¿Se dispondrá de recursos económicos para aplicar importantes inversiones en la modernización y tecnificación del riego para reducir los volúmenes en la agricultura y destinarlos al agua potable? En su caso, ¿a quien le corresponderá destinar las grandes inversiones para permitir ese cambio de uso? Estas preguntas y otras similares se han venido planteando en los comités del Agua, de Financiamiento y de Medio Ambiente y Sustentabilidad del Colegio de Ingenieros Civiles de México.

Comentarios finales

No se aborda en este artículo el problema correlativo al suministro de agua potable que es el del drenaje sanitario, pero cuando se introduce el agua potable a una vivienda, automáticamente se presenta el problema del desalojo y saneamiento de las aguas residuales, obras que es deseable construir en paralelo, lo cual implica para la sociedad y los gobiernos la necesidad de contar con una planeación y programación de la infraestructura con visión de largo plazo, cuando menos de 25 años, con una importante participación de la sociedad en ella.

Pero de algo no hay duda: en México no se tiene planeación de los usos futuros del agua ni de la infraestructura para optimizar su aplicación en todos los usos: agua potable, drenaje, usos públicos urbanos, agricultura, ganadería, generación de energía, industria, turismo, acuacultura, minería y el respeto a la ecología del agua

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