Raúl López Roldán Un hombre entusiasta, siempre con deseos de aprender y compartir sus conocimientos y experiencias. Fue empeñoso en su trabajo, sin horarios ni límites. Siempre supo ganarse la confianza de todos.
Raúl López Calvillo nació el 8 de marzo de 1914 en Uruapan, Michoacán. Los trabajos de su padre en las haciendas de la familia Cusi influyeron desde muy joven en su vocación por la ingeniería. Él siempre admiró a Dante Cusi y a sus hijos, quienes hicieron de la Tierra Caliente de Michoacán una región noble, hermosa, rica, que reúne los elementos para satisfacer al más exigente, al más ambicioso: cultivos de tierras templadas, ganadería, minería y madera de todas clases. Todo hay allí, y solamente se necesita la energía, la voluntad, la intelegencia del ser humano para recoger los frutos a manos llenas. Estas fueron las grandes virtudes de ellos, hombres de visión con espíritu de trabajo y amor por la tierra, quienes transformaron la región en un emporio agrícola y ganadero construyendo vías de comunicación, ferrocarriles, obras hidráulicas de conducción para el riego de tierras, obras para generación de energía, molinos, etc. Todas estas obras marcaron en Raúl López su destino como hombre que amó profundamente su profesión, su tierra y a su país. Todo estaba por construirse.
Realizó sus estudios en la Escuela Nacional de Ingenieros de la UNAM, donde se tituló en julio de 1940. Su ejercicio profesional lo inició en la Secretaría de Caminos y Obras Públicas del Valle de México, siendo aún estudiante, entre 1939 y 1940. Este último año, el general Lázaro Cárdenas lo invitó a colaborar en la Comisión Federal de Electricidad en diversos proyectos hidroeléctricos, entre los cuales sobresalía el Proyecto Hidroeléctrico El Encanto, en Veracruz, donde se realizó por primera vez una excavación subterránea para alojar la casa de máquinas, la cámara de oscilación y la construcción de lumbreras para instalar la tubería de presión.
De 1947 a 1952 fue director de ingeniería en la Comisión del Tepalcatepec, donde era vocal ejecutivo el general Cárdenas, a quien siempre respetó y cuya visión y compromiso con México siempre admiró. En esos años se hizo la planeación para el desarrollo integral de la cuenca, y allí conoció al ingeniero Bernardo Quintana Arrioja, quien tuvo una visión que le abriría puertas insospechadas.
En 1952, ICA lo invita a trabajar dándole continuidad a los trabajos proyectados en la Comisión del Tepalcatepec hasta 1962; posteriormente participó en muy diversos proyectos hidroeléctricos: El Cóbano, Infiernillo, Raudales, sistemas de riego en Río Blanco, Veracruz; las presas El Sordo, Guadalupe y Requena; sistemas de conducción; el emisor del poniente conocido como NZT, el Drenaje Profundo, obras del metro de la Ciudad de México, y luego de su retiro, como socio activo de ICA en 1979, y continuó como asesor de la empresa en problemas específicos hasta 1985.
De 1980 a 1994 fue catedrático de la Escuela Nacional de Estudios Profesionales Aragón de la UNAM. A lo largo de su vida participó en múltiples reuniones técnicas, tanto nacionales como en el extranjero.
Raúl López Calvillo tuvo la gran fortuna –según decia él– de haber conocido (y colaborado con ellos) a hombres de visión y compromiso que tanto hicieron por México, como Dante Cusi, el general Lázaro Cárdenas y el ingeniero Bernardo Quintana. A ellos los admiró y los respetó.
En 1940 casó con Angelina Roldán, con quien tuvo cuatro hijos: Raúl, Ricardo, Armando y Raymundo. Siendo muy jóvenes, Ricardo y Raymundo murieron trágicamente, sucesos que marcaron la vida de la pareja por el resto de sus días. Decía: “Es como tener dos hermosos libros prestados durante algunos años y no haberlos disfrutado, para luego perderlos para siempre.”
Raúl López Calvillo fue un hombre entusiasta, siempre con deseos de aprender y compartir sus conocimientos y experiencias; alegre y amigable, de carácter fuerte, pero siempre volvía al buen ánimo. Fue empeñoso en su trabajo, sin horarios ni límites, procurando siempre cumplir con excelencia y en tiempo los proyectos o tareas encomendados.
Siempre supo ganarse la confianza de todos. Honesto en su actuación, responsable y dispuesto a ser útil.
Raúl fue un hombre de gran calidad humana. Murió el 5 de septiembre de 2004
ANÉCDOTA
Majestuosos whiskies de Uruapan
Raúl López Calvillo
Vivía en Uruapan desde que me habían nombrado director de Ingeniería en la Comisión del Tepalcatepec, y cuando fui informado de las obras que se proyectaban, la verdad perdí la tranquilidad porque sentí que el saco me quedaba un poco flojo. Pero entonces, en un viaje a México, platiqué con mi amigo Raúl Sandoval, cuando ICA ya tenía un año de fundada, y vi como que la puerta se me abría, porque la comisión acababa de lanzar la primera licitación para la construcción de las obras.
Me presenté con el general Lázaro Cárdenas, que era el vocal ejecutivo de la comisión, y le platiqué del entusiasmo que estos jóvenes tenían por inscribirse en la licitación. “Bueno –me advirtió él–, está bien que participen, pero ¿estos muchachos me podrán aguantar, por ejemplo, que les quede a deber dinero?” Y que me voy hecho la mocha, como se dice, para consultar con ellos en México. “Sí, hombre”, me dice Bernardo Quintana, “lo que quiera el general Cárdenas.” Y así se inscribieron.
Sabíamos que ICA no tenía prácticamente experiencia en obras de este tipo. Habían, sí, construido grandes conjuntos urbanos como los multifamiliares Miguel Alemán y Benito Juárez, y su única experiencia no arquitectónica era la reciente rehabilitación de la carretera Tampico-Ciudad Valles. Solamente que el ingeniero Quintana tenía una facultad increíble: su perspectiva de futuro, y de algún modo intuía que el contrato del Tepalcatepec le abriría puertas insospechadas.
Como director de Ingeniería de esa comisión, yo debía comprobar si la empresa de Bernardo Quintana tenía maquinaria suficiente para realizar la obra, y la verdad …no tenía demasiada, pero yo di por buenas las facturas y catálogos que me presentaron.
Total que, despúes de revisar las distintas licitaciones, el presupuesto más bajo resultó ser el presentado por la joven ICA. Así se lo comuniqué al general Cárdenas, quien me tenía mucho aprecio y me dispensaba toda su confianza. Entonces me ordenó: “Deles el contrato, pues”. Fui a darle la notificación a Raúl Sandoval, quien se hospedaba en un hotel de Uruapan, y desde ahí le llamó por larga distancia a Bernardo. Yo nomás oí el grito de júbilo en el auricular. Entonces Sandoval me dijo: “Esto hay que celebrarlo, tocayo” –porque ya me consideraban uno de los suyos. Y nos fuimos a festejar ante unos majestuosos whiskies.
Lo primero que había que hacer de esas obras era un túnel y un canal para la presa derivadora del río Cupatitzio. Pues al tercer día, luego de otorgado el contrato, ya estaban ahí Bernardo Quintana y Raúl Sandoval tanteando el terreno de la cuenca del Tepalcatepec, cuando de pronto se encuentran con el general Cárdenas y conmigo, que también estábamos viendo cómo iba a estar la cosa. Nos dimos un apretón de manos porque ahí nacía una amistad muy respetuosa. Más tarde el ingeniero Quintana me invitó a ingresar en ICA, y yo se lo agradecí, pero tenía mucho que hacer allí con el general Cárdenas. “Tiene usted abiertas las puertas para cuando lo desee”, me insistió él, y ya le tomaría la palabra.
En un lapso de 13 años quedarían las obras realizadas, la carretera Uruapan-Apatzingán con sus puentes Barranca Honda y Piedras Blancas, el PH El Cóbano y la presa derivadora de Jicalán, kilómetros de canales de riego y miles de hectáreas de cultivo.
A finales de 1952, al concluir la administración del presidente Miguel Alemán, me incorporé a ICA, con el encargo de terminar las obras proyectadas en la Comisión del Tepalcatepec. ICA me dio la oportunidad de desarrollarme como ingeniero.