Cada día, el puente Slauerhoffbrug se levanta y vuelve a acomodarse unas 10 veces en promedio, y el tiempo de espera para los conductores y ciclistas es de sólo unos minutos. Su principal diferencia respecto a otros puentes levadizos es que en este caso el mecanismo está situado fuera del camino y en ángulo; esto significa que la sección movible es retirada totalmente de su lugar.
Cuando se piensa en los Países Bajos desde el punto de vista de la ingeniería, lo primero que viene a la mente son canales para el drenaje –se dice que sin un sistema de operación constante la mitad de su territorio pronto se vería afectada por inundaciones– y avanzadas técnicas para la cimentación de estructuras en suelos blandos. A ellos se suman enormes diques para contrarrestar los estragos del oleaje, muchos de ellos construidos con textiles sintéticos, con los que se busca detener la erosión del suelo; y en el ámbito de las ciudades, una planeación urbana en la que se mezclan las esferas pública y privada, por ejemplo en edificios que tienen al mismo tiempo residencias y servicios como tiendas o gimnasios.
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