8 diciembre, 2024 12:30 pm

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La importancia de la planeación en los proyectos de infraestructura

Carlos Santillán Doherty Presidente del Comité Técnico de Planeación del CICM.

El tema “pensar rápido y actuar despacio vs. pensar despacio y actuar rápido” ha sido ampliamente estudiado por la psicología y la economía y tiene también implicaciones importantes para la ingeniería civil, especialmente en el contexto de la gestión de proyectos de infraestructura.

Palabras clave: pensar rápido, pensar lento, planeación de infraestructura, proyectos correctos,

Congreso Nacional de Ingeniería.

Por un lado, la ingeniería civil es una profesión que requiere tomar decisiones rápidas y acertadas. Los ingenieros civiles deben ser capaces de analizar rápidamente una situación, identificar los riesgos y tomar ágilmente medidas para evitarlos. En este sentido, el pensamiento rápido es una habilidad esencial para responder a emergencias, como desastres naturales o accidentes.

Por otro lado, la planificación de la infraestructura es un proceso complejo que requiere un alto nivel de precisión y atención al detalle. Los ingenieros civiles deben considerar una amplia gama de factores, como los costos, los plazos, el impacto ambiental y las necesidades de la comunidad. En tal contexto, el pensamiento lento es una habilidad esencial para tomar decisiones informadas que satisfagan las necesidades a largo plazo de la sociedad. En este artículo se discuten los pros y los contras de cada enfoque.

Si bien este tema ha sido ampliamente estudiado por psicólogos y científicos cognitivos, y le ha valido un Premio Nobel de Economía a Daniel Kahneman, también tiene implicaciones importantes para la ingeniería civil, especialmente en el contexto de la planificación de infraestructura. En ese sentido, son el urbanista danés Bent Flyvbjerg y el periodista Dan Gardner, con su libro How big things get done (2023), quienes abordan estos conceptos desde la perspectiva del desarrollo de proyectos, incluyendo los de infraestructura.

Por un lado, la ingeniería civil es una profesión que requiere tomar decisiones rápidas y acertadas. Los ingenieros civiles deben ser capaces de analizar rápidamente una situación, identificar los riesgos y tomar ágilmente las medidas necesarias para evitarlos. Así pues, el pensamiento rápido es una habilidad esencial para responder a emergencias, como desastres naturales o accidentes.

Por otro lado, la planificación de la infraestructura es un proceso complejo que requiere un alto nivel de precisión y atención al detalle. Los ingenieros civiles deben considerar una amplia gama de factores, como los costos, los plazos, el impacto ambiental y las necesidades de la comunidad. En este sentido, el pensamiento lento es una habilidad esencial para tomar decisiones informadas que satisfagan las necesidades a largo plazo de la sociedad.

La importancia de pensar lento-actuar rápido vs. pensar rápido-actuar lento

Una máxima de la gestión de proyectos es definir primero el proyecto correcto; después, ejecutarlo correctamente. Las consecuencias de no realizar el esfuerzo adecuado en la definición del proyecto correcto están ampliamente demostradas y publicadas. El proceso FEL (Front End Loading, desarrollado por el Independent Project Analysis (Passalacqua et al., 2013), que describe la aportación de recursos en la etapa de conceptualización y definición de los proyectos, antes de iniciar su diseño detallado y construcción, así como los beneficios de usar dicho proceso y los perjuicios de no hacerlo, son un ejemplo que refuerza que, para que un proyecto sea exitoso, primero hay que asegurarse de que sea el proyecto correcto. Esto es equivalente a pensar despacio.

Una vez definido el proyecto correcto, se tienen las herramientas para realizarlo con eficiencia en tiempo, costo y calidad, utilizando las herramientas apropiadas para planear el proyecto y controlar su ejecución para que se ajuste al plan. Esto se puede asociar a actuar rápido.

De esta forma, es claro que toda la experiencia conocida en proyectos apunta a pensar despacio y actuar rápido, y no lo contrario. Es por ello que este tema debe ser de interés para los ingenieros.

Es indispensable una adecuada planeación de los proyectos de infraestructura; esto incluye, por supuesto, las etapas de análisis de prefactibilidad, análisis de factibilidad, desarrollo del proyecto conceptual –que debe incluir costos paramétricos–, desarrollo de un anteproyecto, desarrollo del proyecto ejecutivo y sus ingenierías de detalle, análisis de costos y tiempos, viabilidad financiero-económica, viabilidad ambiental, análisis de riesgos, contingencias sociales, trámites y permisos, cronogramas de construcción detallados durante la etapa de inversión, planeación de la operación, modernizaciones requeridas en el horizonte de tiempo y su revisión final. Todas estas acciones forman parte de planear con el detalle requerido (pensar lento) para que el inicio de la obra y la operación de infraestructura (actuar rápido) pueda hacerse con la velocidad necesaria para desarrollarlo de manera segura, viable en lo económico y en el tiempo adecuado.

Desafortunadamente, no solo en México sino en todo el mundo se tienen ejemplos de obras de infraestructura que se han iniciado sin una adecuada y suficiente planeación y han terminado como mamuts reumáticos condenados a morir de inanición por excedentes brutales en sus inversiones iniciales, ya sea por temas de derecho de vía, por falta de estudios previos para determinar la morfología del terreno o las condiciones geológicas e hidrológicas, interferencias físicas de obras inducidas e incluso por temas sociales y medioambientales no considerados (no contemplados por falta de planeación).

Todo lo anterior debería ser previsto si la etapa de planeación la desarrollan de forma  seria y meticulosa todos los profesionales especializados en cada una de las áreas que intervienen. Hoy en día, el desarrollo de los megaproyectos de infraestructura requiere que los ingenieros civiles aprendamos a trabajar, interactuar y considerar a otros especialistas que intervienen en la planeación y desarrollo de nuestros proyectos: economistas, mercadólogos, sociólogos, ambientalistas, abogados, arquitectos, urbanistas, políticos, líderes sociales, informadores, biólogos, geólogos, contadores y usuarios finales, solo por mencionar algunos. El éxito de los proyectos de infraestructura no solo estriba en la adecuada confluencia de conocimientos, sino en una adecuada confluencia de voluntades y acuerdos de las partes, entre las cuales destacan las comunidades impactadas por el proyecto y los usuarios finales. Una infraestructura que no sirve para el bien, el desarrollo y el crecimiento de una sociedad y de un país es una infraestructura inservible; debemos siempre pensar en las comunidades impactadas por su construcción y operación y en los usuarios finales. Ellos deben ser siempre considerados desde la etapa de planeación, para que, al llegar a la etapa de explotación, operación, mantenimiento, conservación y modernización, sirvan de detonante y promotor del desarrollo local, regional y nacional.

Es por todo ello que resulta relevante el tema de pensar lento-actuar rápido vs. pensar rápido-actuar lento en el actuar diario de los ingenieros civiles que desarrollamos la infraestructura de México y del mundo entero, partiendo del hecho de que nuestras acciones impactan nuestro entorno inmediato y mediato, además de las condiciones de vida y las circunstancias en que los seres humanos se desarrollan.

El valor de la planeación en los proyectos de infraestructura

La construcción y puesta en operación del metro de la Ciudad de México tuvo un detenido y cuidadoso proceso de planeación, que inició en 1952 y se intensificó en 1965, para con ello poder dar inicio a las obras en 1967, tras 15 años de planeación.

En ese lapso, la planeación de este sistema consideró:

  • Sumar las voluntades políticas para resolver el grave problema del transporte colectivo.
  • Resolver técnicamente el reto de la construcción de un sistema subterráneo en las condiciones del subsuelo de la ciudad.
  • Realizar estudios económicos para resolver el financiamiento de esta costosa obra y definir el subsidio a la operación.
  • Echar abajo el tabú de que había territorios sagrados que no se podían horadar, como el Zócalo.
  • Gestionar la aceptación ciudadana, que requirió una consulta de cuatro meses a colegios de profesionales, cámaras industriales, secretarías de Estado, el Consejo Consultivo de la Ciudad, instituciones de cultura y educación y a la ciudadanía en general.

El resultado de esta cuidadosa planeación fue la construcción de tres líneas en los principales ejes de movilidad urbana, con una longitud de 35 km, en tan solo tres años.

El sistema del metro demostró a la postre sus beneficios para la movilidad de la ciudad, la eficiencia del servicio y la resiliencia, sobre todo ante grandes sismos como el de 1985.

Varios años después se decidió construir la línea 12. Bastaron solo 16 meses para hacer estudios, proyectos y licitaciones, con un trazo que no se apegaba a las prioridades del Plan Maestro del Metro, con una geometría comprometida por falta de derecho de vía y con cambios de especificaciones relevantes en la superestructura de la vía y en el equipo. La construcción se inició en 2008 y concluyó en 2012, para cumplir compromisos políticos.

Bastaron 16 meses para interrumpir el servicio entre las estaciones Tláhuac y Atlalilco por fallas estructurales de la vía y fuerte desgaste ondulatorio del riel. Más adelante, en 2021, se colapsó un tramo de la sección elevada entre las estaciones Olivos y San Lorenzo. Una inspección completa llevó al cierre total de la línea, la cual, a la fecha, solo opera parcialmente. Un proyecto totalmente fallido.

¿Cuáles son, entonces, las diferencias entre las líneas 1, 2 y 3, originales, y la línea 12? Simplemente planeación. Pensar lento, pensar bien, analizar alternativas, determinar presupuestos y tiempos de ejecución correctos y gestionar responsablemente los impactos ambientales y sociales. Después de haber pensado lento, entonces sí, actuar rápido, pero tan rápido como el cronograma lo determine.

Es la única manera en que se puede asegurar que los proyectos sean bien concebidos, que den los beneficios sociales y económicos esperados y que estén libres de riesgos económicos, técnicos y humanos.

Lo privado y lo público

El desarrollo de infraestructura normalmente queda a cargo de dos tipos de promoventes: los entes privados y los entes públicos. La diferencia fundamental entre ambos tipos de promoventes es lo que ha provocado la disyuntiva de pensar rápido-actuar lento/pensar lento-actuar rápido.

Los entes públicos tienen el problema de estar subyugados por un marco jurídico que les limita el tiempo disponible para pensar lento. Partiendo del nivel superior de planeación, está el ejemplo del Plan Nacional de Desarrollo, que tiene un periodo de seis meses para su elaboración. Los planes estatales de desarrollo también tienen 6 meses, mientras que los planes municipales, en algunos casos, solo 3 meses. Otro elemento negativo es la vigencia de los instrumentos de planeación; mientras que en México estos tienen la vigencia del periodo de gobierno, en Japón, por ejemplo, el plan nacional de abastecimiento de agua tiene un horizonte de aplicación de 50 años. Esto hace evidente la necesidad de reestructurar nuestra normativa para poder alcanzar un verdadero desarrollo de infraestructura sostenible. De igual manera es preciso considerar los tiempos de distribución de los recursos, que a veces tardan para entregarse, además de que se apuran para gastar y se cierran las ventanas de comprobación de gastos.

Los entes privados, en cambio, cuando desarrollan infraestructura por su cuenta, no están restringidos por estas limitaciones; tienen el tiempo suficiente para pensar de forma adecuada lo que hay que hacer, y ya con el proyecto o la estrategia bien planeados desarrollan rápidamente. El problema lo enfrentan los entes privados cuando participan en el desarrollo de obra pública, ya que en este escenario deben participar de la misma estructura que desarrollan los entes públicos: el ente público exige al ente privado actuar rápido, sin pensar lento, y lo que se obtiene es un actuar lento derivado de pensar rápido.

Conclusiones

La planeación es la fase inicial en el ciclo de desarrollo de la infraestructura de un país. Pensar lento es el modo en el cual esta fase –la de planeación– permite no solo escoger los proyectos correctos sino, luego, hacerlos correctamente y con agilidad, o pensando rápido, para –asimismo– acelerar el retorno de los beneficios esperados del proyecto: económicos, medioambientales, sociales.

Esta primera conclusión queda plenamente demostrada en los ejemplos presentados y en la experiencia que cada ingeniero tiene en su práctica profesional.

En México, y en el caso del sector público, estructuralmente hay limitaciones jurídicas que promueven el pensamiento rápido; el ejemplo más contundente de ello son los tan sólo seis meses que establece la Ley General de Planeación para elaborar un Plan Nacional de Desarrollo. Si bien la misma ley prevé que el plan se desarrolle para más allá del sexenio en turno, se sabe que los planes se centran básicamente en los seis años de ejercicio de quienes los formulan.

También es evidente, aunque natural, la influencia que tiene la política (no de algún sexenio en particular, sino en general) sobre la planificación y el pensamiento en modo rápido.

El Colegio de Ingenieros Civiles de México debe promover el pensar lento en la ingeniería civil a través de las siguientes acciones:

  • Difundir información sobre la importancia de la planeación en los proyectos de infraestructura.
  • Apoyar la formación de profesionales que tengan las habilidades necesarias para realizar una adecuada planeación de proyectos.
  • Promover cambios en las leyes y políticas públicas, para que esto ocurra.

El ingeniero civil, por su parte, debe participar en política y pugnar por que se valore su pericia, sumándose incluso a movimientos políticos para aportar su conocimiento en beneficio del país. Quizás se nos olvide, pero tenemos una tradición de grandes ingenieros que promovieron el pensamiento lento en la planificación y desarrollo de infraestructura. Es hora de revisar las biografías de grandes ingenieros civiles como Javier Barros Sierra, Rodolfo Félix Valdés o Heberto Castillo, entre muchos otros más, a quienes históricos líderes políticos confiaron el desarrollo correcto de México, correctamente ejecutado

Este artículo se elaboró con base en las intervenciones de los siguientes ingenieros como parte del  panel “Pensar rápido y actuar despacio vs. pensar despacio y actuar rápido”, organizado por el Comité Técnico de Planeación durante el 32 Congreso Nacional de Ingeniería Civil: José Francisco Albarrán, ingeniero, investigador y académico; Héctor Lases, ingeniero civil diplomado en Alta Dirección de Empresa y en Asociaciones Público-Privadas para el Desarrollo de la Infraestructura y Servicios; Juan Carlos Miranda, ingeniero civil con maestría en Dirección de Empresas y maestría en Ingeniería, especialidad en Planeación; Juan Carlos Tejeda, ingeniero civil, maestro y doctor en Ciencias Ambientales, coordinador del Comité Técnico de Medio Ambiente y Sustentabilidad del CICM.

Referencias

Flyvbjerg, B., y D Gardner (2023). How big things get done. Penguin Random House.

Passalacqua, H., et al. (2013). Front-End-Loading Process supporting optimum field development decision making. Proceedings of the SPE Kuwait Oil and Gas Show and Conference. Mishref.

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