A lo largo de los últimos cuatro años, los drones han dejado de ser una tecnología casi exclusiva de los ámbitos militar y del espionaje para convertirse en un producto comercial cada vez más familiar para la sociedad.
Armando Peralta Higuera
El desarrollo experimental de los drones con propósitos civiles comenzó hace al menos tres décadas, pero su producción en grandes cantidades es un fenómeno reciente debido, entre otros factores, a la miniaturización y mayor eficiencia energética de algunos de sus componentes, a una disminución de su costo y al trabajo de grupos académicos y desarrolladores independientes que experimentan con nuevas formas de vuelo, tipos de aeronaves o algoritmos de control avanzados. Estas experiencias dieron origen a una nueva industria, en la que hoy en día cientos de fabricantes ofrecen variantes muy diversas de aeronaves que ponen a prueba los conceptos tradicionalmente aceptados en el ámbito aeronáutico. Inmediatamente después de la aparición de los primeros drones comerciales, su uso con fines científicos, técnicos, sociales, artísticos, comerciales y gubernamentales comenzó a crecer a una velocidad pocas veces vista en cualquier tipo de tecnología, y hoy en día es difícil imaginar un campo de actividad en el que no tengan alguna aplicación, incluyendo el de la ingeniería civil.
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