Héctor Ovalle Favela
Después de tantos años de estar en México, las empresas extranjeras no se han diferenciado ni en calidad, ni en entregar a tiempo los proyectos, ni con obreros mejor protegidos en su integridad y jurídicamente, ni en la disminución de la corrupción ni en la protección del medio ambiente; perdieron una gran oportunidad de distinguirse. Afortunadamente ha estado cambiando esa cultura en la que el sector privado nacional era el malo.
Daniel N. Moser (DNM): ¿Cómo califica la participación de las empresas mexicanas y extranjeras en el desarrollo y la construcción de infraestructura, no sólo por la cantidad, sino también por la calidad?
Héctor Ovalle Favela (HOF): Este es un tema que México ha vivido por varios ciclos en la historia; si nos remontamos a antes de 1950, todo lo hacían empresas extranjeras en nuestro país, y con todo me refiero al petróleo, en manos básicamente estadounidenses; a las vías férreas, en poder de empresas inglesas; a la energía eléctrica, explotada por empresas estadounidenses; los caminos eran manejados por una serie de empresas de diferentes orígenes, etc. En algún momento, entre los cuarenta y los cincuenta, el gobierno decidió crear la industria de la construcción mexicana y comenzó a darse preferencia a lo nacional para desarrollar nuestra ingeniería, y en ello se incluía la supervisión, el aseguramiento de calidad, la generación de empleos, la planificación y, muy importante, la formación de profesionales en la construcción y en cada una de estas áreas.
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