Revista Ingeniería Civil IC 625 noviembre-diciembre 2022
El desarrollo de las ciudades mexicanas ha sufrido cambios notables en los últimos 75 años, y las ingenierías tienen una gran responsabilidad en la solución de los grandes retos que enfrentan éstas en su desarrollo.
Probablemente no hay otro momento en la historia de la humanidad en el que se hayan producido cambios tan importantes como los que se registran hoy en las ciudades del mundo, que han desembocado en un proceso de urbanización creciente.
En el año 2000, el porcentaje de población urbana en el planeta era de 50%. Para el 2025, cerca del 70% de los habitantes en el mundo será urbana, y para finales de siglo será del 90 por ciento.
Se estima que para el año 2025 habrá más de 30 megaciudades con más de ocho millones de habitantes, y más de 500 ciudades con más de un millón de habitantes, lo que constituye un enorme desafío social y ambiental para la construcción de la infraestructura.
El desarrollo urbano en México
Las ciudades son entes en continua transformación y pueden tener una vocación muy diversa: la agricultura, el acceso al agua, las comunicaciones, la defensa, la explotación de los recursos naturales, el turismo, entre otras. El motor del crecimiento de las ciudades es la expectativa de mejor empleo y mejores oportunidades.
Desde largo tiempo atrás, los ingenieros mexicanos han sido factor definitivo en la construcción de la infraestructura del país y en su desarrollo económico y social. No obstante, es necesario contar con una visión de futuro que incluya las características particulares de cada localidad, su vocación y potencial, a fin de encontrar la mejor respuesta integral minimizando los riesgos.
Las nuevas herramientas tecnológicas aportan a los ingenieros valiosos medios para mejorar el funcionamiento de las ciudades y para propiciar mayor productividad y calidad de vida a sus habitantes. Las ciudades son el motor del país: concentran el 87% del PIB, el 57% de habitantes y el 89% de las inversiones.
Grandes “transformadores” de México
Son retos permanentes de México el comportamiento demográfico, la necesidad de más infraestructura y la mejora en la educación. También lo son construir un Estado de derecho que respete la propiedad pública y privada y las libertades individuales; lograr que el lugar de origen no sea destino inamovible para los mexicanos y romper las inercias para lograr una mayor movilidad social.
La demografía y su distribución regional
Existe una tendencia a la concentración de la población mexicana en pocas grandes ciudades, ubicadas en el centro y el norte del país. La densidad en las urbes se dio aceleradamente en algunas épocas con la intensa inmigración y asentamientos desordenados que rebasaron la capacidad, de la autoridad para regularlos. Las personas más desprotegidas se asentaron en la periferia de la ciudad; en terrenos inadecuados, sin servicios; en barrancas, zonas de interés ambiental y zonas inundables o de riesgo.
La gran metrópoli que es la Ciudad de México es profundamente desigual, como resultado de su geografía y de la historia de su desarrollo; no se ha logrado un desarrollo equilibrado y una adecuada integración de sus distintas zonas, y los servicios y oportunidades que la distinguen no se comparan con los que tienen algunos municipios conurbados. Esta gran mancha comprende 59 municipios y se extiende por tres entidades federativas; un número importante de sus habitantes, debido a su lugar de trabajo, se desplaza diariamente entre los municipios conurbados y la capital del país; se ha producido un alejamiento cada vez más pronunciado entre las viviendas, las fuentes de trabajo y los servicios urbanos, lo cual ha complicado seriamente la movilidad de la población y, por tanto, su bienestar.
Políticas públicas orientadas al desarrollo urbano
Los cambios de administración ocasionan discontinuidad en programas y proyectos, con un consecuente enorme desperdicio de esfuerzos y talento. Para evitarlo se requiere una planeación integral metropolitana transexenal. Por otra parte, el gasto público no se ha ajustado a lo prioritario, y ello exige planeación participativa.
Las reglas y planes de las alcaldías de la Ciudad de México deben ser congruentes con el Plan General de Desarrollo, y los planes de gobierno tienen que estar ligados al presupuesto. Debe diseñarse un Plan General de Desarrollo de al menos 20 años.
Las ciudades concentran la cultura, la educación superior y el acceso a más y mejores servicios, pero debe darse una densificación distinta, ciudades más concentradas, no más dispersas, y desarrollarse la capacidad de integración de la comunidad.
Para encauzar el crecimiento de la ciudad, deberá alentarse la formación de nuevos centros de ciudad que cuenten con los servicios básicos, cercanos a las fuentes de trabajo y a la vivienda.
El desarrollo económico de la metrópoli ha de ser equilibrado, descentralizando los grandes desarrollos inmobiliarios, los servicios, las fuentes de trabajo, las universidades y los centros de educación superior.
Movilidad e infraestructura vial
La movilidad en la Ciudad de México se complica cada vez más. La velocidad de desplazamiento vehicular se vuelve más lenta: ha bajado el promedio de 30 km/h a 12 km/h en unos pocos años.
El número de automóviles en circulación se incrementa año con año y el parque vehicular se duplica cada 10 años. La Ciudad de México tiene más automóviles por habitante que Nueva York; es la urbe con mayor número de taxis del mundo; es la cuarta ciudad con más tráfico. Todo ello repercute en la calidad de vida de sus habitantes: en este rubro, México ocupa el lugar 129 entre las naciones.
Las soluciones a la problemática de la Ciudad de México han sido generalmente reactivas, no preventivas. Las vías rápidas construidas para aminorar el tráfico se saturan a los pocos años de entrar en operación, y la contaminación aumenta a pesar de las medidas de mitigación. La red de movilidad de la metrópoli está muy poco integrada. Cada sistema de transporte funciona casi de manera independiente, no son complementarios. No existe una planeación integral total entre los municipios conurbados y la ciudad capital.
El metro es un sistema eficiente, con gran capacidad para transportar gran número de personas, pero algunas líneas en horas pico están completamente saturadas. El metro posee múltiples ventajas ambientales, pero no puede ser la solución única.
El metrobús es un buen complemento del metro y su costo para el gobierno es considerablemente menor, aunque tiene algunos inconvenientes: ocupa gran espacio vial, no puede subir grandes pendientes, no puede circular por todas las calles, su vida útil es menor y contamina más.
El 60% de la población se transporta en autobuses, microbuses y otros medios de transporte, generalmente desorganizados, sin horarios fijos y con equipos a menudo obsoletos. Es preciso reorganizar esos medios de transporte eliminando el hombre-camión para sustituirlo por organizaciones formales y eficientes que cuenten con mejores equipos, modernos y cómodos.
Vivienda
La Ciudad de México enfrenta el grave problema de la demanda de vivienda social, la cual supera con creces a la oferta existente. La oferta anual de vivienda en la metrópoli es de cerca de un millón de acciones, de las cuales sólo la mitad es de vivienda nueva. El crecimiento de la demanda anual es de casi 2 millones. A lo anterior se agrega que existe un rezago habitacional superior a los 11 millones de viviendas.
Se requieren viviendas adecuadas para las nuevas generaciones: parejas jóvenes que con frecuencia trabajan fuera de casa, cuyos ingresos son mayores y que generalmente tienen menos hijos.
Por otra parte, la comercialización de vivienda luego de la pandemia de COVID-19 verá una desaceleración en los precios y la necesidad de incorporar nuevos esquemas de venta y financiamiento.
La autoconstrucción
La autoconstrucción se produce en las familias cuyo ingreso es irregular: la casa se va edificando por etapas, en la medida en que van disponiendo de recursos destinados para ese fin. Son familias que no tienen acceso a la vivienda social mediante el Infonavit o el ISSSTE.
En la metrópoli se genera más vivienda en autoconstrucción que la construida por medio de las promotoras inmobiliarias. El costo final de la vivienda autoconstruida, generalmente, es mayor que la edificada formalmente –se calcula que hasta un 50% más–. Sin embargo, la población de bajos recursos no tiene otra opción que construir su vivienda poco a poco, en zonas de riesgo o invadiendo zonas de interés ambiental.
La autoridad no debe ser omisa ante la autoconstrucción. Es necesario establecer barreras legales y físicas para frenar el crecimiento desordenado. El gobierno ha tenido responsabilidad, al no tomar las medidas necesarias oportunamente para evitar los asentamientos irregulares y al no proporcionar terrenos aptos para el asentamiento de comunidades de bajos ingresos.
Por otro lado, al no respetarse las normas de diseño, se corren riesgos de daños y colapso en caso de sismo; así se demostró durante los terremotos ocurridos el 19 de septiembre de 1985 y de 2017. Si México quiere mitigar los riesgos ante los desastres naturales, tendrá que evaluar el estado del 64.1% de las viviendas del país, que se construyeron con base en la improvisación y la autoconstrucción, sin supervisión. Los riesgos no se pueden evitar, pero sí disminuir los costos y los efectos. México es uno de los 10 países con mayores pérdidas por desastres naturales, con costos que han ascendido a 40,000 millones de dólares entre 2000 y 2018.
Se requieren ciudades resilientes para resistir y recuperar su estado anterior al desastre. Se trata de anticipar el orden urbano, no solamente de resolver el desorden.
Agua para la ciudad
Nuestro país enfrenta una gran disparidad en la disponibilidad de agua para el consumo humano. Importantes acuíferos están sobreexplotados y se ha provocado un grave hundimiento en diversas zonas de la Ciudad de México que han generado fallas en la infraestructura, daños en inmuebles y rupturas en las redes de agua potable y alcantarillado, con lo que se producen fugas en un porcentaje cercano al 40%. También se registra nulo incremento en el volumen de agua que ingresa al Valle de México desde hace varios años, situación que se agrava en los municipios al norte de la metrópoli, en los estados de México e Hidalgo.
El crecimiento de la ciudad demanda cada vez mayores volúmenes de agua potable, y ello ha ocasionado un incremento en la extracción de agua de pozos, que es superior a la recarga.
Para enfrentar la problemática citada, se hace necesario emprender las siguientes acciones:
- Disminuir las fugas de la red de agua potable.
- Sectorizar la red de agua potable para un mejor equilibrio entre distintas zonas y un mayor control.
- Desarrollar campañas de sensibilización para propiciar un uso más racional del agua.
- Concretar proyectos para la importación de agua de otras fuentes externas y cancelar paulatinamente los pozos en el Valle de México.
- Proteger e incrementar las zonas boscosas para ayudar a la recarga natural de los acuíferos. Reinyectar agua a los acuíferos.
- Aprovechar la energía solar en las plantas de tratamiento; existe mucho potencial.
La sustentabilidad de las ciudades
Estamos creando más basura cada día. En la Ciudad de México se produce un kilogramo de basura por habitante por día, lo que da por resultado 13,000 toneladas diarias y enormes problemas para su disposición final.
En nuestro país sólo se recicla cerca del 15% de los residuos sólidos, a diferencia de algunos países europeos, como Dinamarca, que recicla hasta 95 por ciento.
El grave problema que enfrentan las autoridades de la Ciudad de México es que los desechos se depositan en lugares cada vez más alejados de la metrópoli, a un costo cada vez mayor.
Se requiere mejorar los sistemas de recolección de basura, su clasificación para el reciclaje y disposición final. Es necesario crear en la población el hábito de separar los residuos desde su origen, fomentar la generación de menores cantidades de desechos no degradables, alentar el consumo de alimentos naturales para disminuir la generación de productos plásticos y crear organismos operadores de los sistemas de recolección, separación y disposición de los desechos sólidos con independencia económica.
Ciudades inteligentes
La inteligencia urbana involucra experiencia y, sobre todo, observación. Es preciso invocar nuevos modelos de ciudades donde el bienestar de las personas sea el punto de partida, modelos que no representan necesariamente más computación sino más sentido común. La ciudad debería verse como un ecosistema, con la participación de todos.
Temas como movilidad, infraestructura tecnológica, transporte, planificación urbana, energía, uso eficiente de recursos y edificios inteligentes son asuntos de las autoridades de la ciudad y de quienes la habitan.
Centros urbanos como la Ciudad de México, Veracruz, Querétaro, Puebla, Ciudad Juárez, Juárez en Quintana Roo, Torreón, Guanajuato, San Luis Potosí y Aguascalientes están dando pasos sólidos para ser en un futuro ciudades inteligentes.
En cuanto a la adopción y generación de nuevas tecnologías, no podemos rezagarnos, porque eso nos hace dependientes. Otros países nos superan porque tienen datos sólidos y los sistemas para obtenerlos oportuna y eficientemente. En Europa se enfocan en nuevas iniciativas piloto de comunidades rurales inteligentes, un nuevo concepto que llaman smart village. Utilizan soluciones innovadoras para mejorar su resiliencia, aprovechando las fortalezas y oportunidades locales.
Perspectivas
Con miras al desarrollo urbano sustentable, deben imponerse algunos objetivos mínimos para los próximos años:
- Romper las inercias y conseguir una mayor movilidad social.
- Apostar más por la innovación y el emprendedurismo.
- Reactivar la economía, impulsar sectores estratégicos y fomentar la inclusión laboral con la participación activa de toda la sociedad.
- Construir finanzas públicas sanas y sostenibles.
- Que la inversión pública, especialmente en la construcción de infraestructura, otorgue más beneficios a la sociedad que costos.
- Que los programas sociales cumplan los objetivos de desarrollo social y disminución de las desigualdades, y que no sean aplicados con fines electorales.
- Construir un Estado de derecho que respete la propiedad pública y privada y las libertades individuales.
- Instaurar un Estado abierto, con transparencia plena y rendición de cuentas accesible a la sociedad.
- Construir una democracia que funcione, que respete la autonomía de los órganos autosuficientes, que premie y castigue el desempeño de los funcionarios y legisladores que se pretendan reelegir.
Elaborado por el Comité de Desarrollo Urbano Sustentable del CICM.