Ricardo Solorio Murillo, Roberto Hernández Domínguez y Paul Garnica Anguas. Instituto Mexicano del Transporte.
La gestión de carreteras es una práctica inherente a la existencia misma de los caminos que durante siglos se llevó a cabo empleando criterios empíricos. Sin embargo, en las últimas décadas, el agravamiento de problemas como el deterioro acelerado de la infraestructura, la accidentalidad y la congestión han obligado a las organizaciones responsables al uso de enfoques basados en principios técnicos y económicos que han dado lugar, en fechas recientes, al marco de gestión del patrimonio vial. En este contexto, se han desarrollado herramientas diversas para apoyar la práctica de la gestión de carreteras, entre las cuales destaca el sistema HDM-4 por su correspondencia directa con algunos de los procesos más importantes de dicha gestión.
La gestión de carreteras es un proceso gerencial que tiene como propósito identificar, programar y llevar a cabo las obras necesarias para mantener niveles de servicio acordes con las expectativas de los usuarios. De este modo, la gestión de carreteras puede considerarse la principal función de las organizaciones que tienen a su cargo esta parte de la infraestructura de un país.
En un sentido estricto, el proceso de gestión comprende no sólo la conservación de las carreteras, sino también su modernización y expansión, así como aspectos de su operación como la seguridad vial o la movilidad.
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