José Antonio Hernández Balbuena
México es un país que requiere mayores niveles de inversión en construcción de infraestructura, pues la que hoy se realiza representa entre 12 y 13% del PIB anual, mientras que en países como India y Corea supera tasas de 30%, y en China está por encima de 40% al año. Nuestro país tiene el gran reto de elevar la calidad de las inversiones públicas y privadas en infraestructura, ya que la productividad de éstas ha sido inferior a la de naciones de similares características como Perú, China, Chile, Brasil y Colombia.
En los últimos tres años, el porcentaje de inversión en infraestructura como proporción del PIB total nacional ha disminuido, como consecuencia de la caída en la inversión pública. De los recursos destinados a ese rubro (12% del PIB), 9% correspondió a inversión privada y 3% a inversión pública.
La infraestructura es sinónimo de bienestar, de calidad de vida, de equidad, de paz y progreso, de empleo, de oportunidades para todos; pocas actividades o sectores generan tantos beneficios, de manera sostenible y a un menor costo. México ocupa un lugar intermedio en la competitividad de su infraestructura en escala mundial (57) en la clasificación 2016-2017 del Foro Económico Mundial, de un total de 138 países.
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