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Formación del lago Nabor Carrillo, Texcoco

  • Rodrigo Murillo Fernández Profesor de la Facultad de Estudios Superiores Aragón de la UNAM.Subgerente de Seguridad de Presas en la Conagua.

El lago artificial Nabor Carrillo, denominado originalmente lago Texcoco Sur, ha sido tema recurrente en los últimos años, por su rescate ambiental y su cercanía con el cancelado proyecto del NAIM; sin embargo, poco se ha comentado sobre su origen e importancia en el funcionamiento hidrológico del oriente del Valle de México, por lo cual es conveniente describirlos.

En 1969, el doctor Nabor Carrillo Flores, eminente investigador geotecnista mexicano, propuso el Proyecto Texcoco (SHCP, 1969), en el cual se contempla la utilización de la zona federal del antiguo Lago de Texcoco como zona de regulación de las avenidas del Valle de México para evitar las afectaciones a la zona urbana. En esos años, el vaso era fuente de generación de frecuentes tolvaneras con detritus de aguas negras y polvo de las arcillas desecadas que eran conducidas durante el estiaje hacia la Ciudad de México. Además, el hundimiento regional de la metrópoli había provocado un desnivel de unos 6 metros entre el Lago de Texcoco y el centro de la ciudad, lo cual amenazaba a la población con una posible inundación en época de lluvias por falla de los bordos perimetrales del lago.

El planteamiento fue la construcción de lagos artificiales de regulación de avenidas y almacenamiento de las aguas de mejor calidad para diversos usos, la regulación y el almacenamiento de los escurrimientos de los ríos del oriente y el tratamiento de las aguas residuales para su intercambio con aguas subterráneas de buena calidad utilizadas en agricultura al oriente del vaso. También se propuso la construcción de una planta nucleoeléctrica y una desaladora para obtener agua de buena calidad para abastecimiento y los álcalis de las aguas subterráneas para la industria. Estas dos últimas instalaciones fueron desechadas debido al riesgo de tener una instalación nuclear cerca de la capital en una zona sujeta a sismos de importancia, y el intercambio de aguas no fue aceptado por los agricultores; sin embargo, la realización de obras de manejo de las aguas del oriente del valle tomó relevancia y se realizaron estudios para realizarla a través de la Comisión de Estudios del Lago de Texcoco (CELT), que analizó la viabilidad de construir los vasos artificiales y canales mediante excavaciones, consolidación por bombeo y licuación de las arcillas mediante explosivos (SHCP, 1969; Hiriart y Graue, 1969).

Situación hidrológica del ex vaso

La zona federal del lago recibe los escurrimientos de las partes oriente, poniente y sur del Valle de México, entre ellas la totalidad de los escurrimientos que proceden del Iztaccíhuatl y llegan al lago a través del Río de la Compañía, así como en forma parcial, según el manejo que se haga en la zona urbana de la Ciudad de México, de las aguas que provienen del suroeste del valle desde Los Dinamos en la Magdalena Contreras, mediante el entubamiento del río Churubusco y a través de la desviación combinada o Río de los Remedios, se derivan aguas del poniente hasta su descarga en el antiguo vaso.

Este manejo implica transitar caudales y volúmenes de importancia por la gran metrópoli, con los riesgos inherentes, por lo cual existen varias derivaciones de los escurrimientos de la región sureste, como son el sistema de presas de control de avenidas intercomunicadas del poniente de la ciudad y el interceptor de profundidad media de Iztapalapa. En años recientes, para aliviar la presión hidrológica del antiguo lago, se construyó el Túnel Interceptor Río de los Remedios, que permite descargar las aguas recibidas en Texcoco no sólo hacia el Gran Canal, sino también al Drenaje Profundo (Murillo, 2015 y 2017).

Estudios previos

Los principales resultados de la CELT señalaron que era factible realizar los vasos mediante excavaciones con dragas de tipo marino o por consolidación de las arcillas de las formaciones arcillosas de la zona lacustre mediante la extracción de salmueras con pozos profundos, y que no era realizable con licuación.

Los trabajos principales consistieron en la formación de un lago de prueba, denominado recreativo, de 9 ha con 16 pozos separados 100 m, en el cual se bombearon aguas subterráneas durante ocho meses; esto produjo un abatimiento en los pozos de 27 m, en la Capa Dura de 5.5 m y en los Depósitos Profundos de 14 m, y formó una depresión de 300,000 m³ con una extracción de un millón de metros cúbicos de aguas salobres, por lo cual se determinó un rendimiento del 30% entre ambos volúmenes (Hiriart y Graue, 1969). Las investigaciones también demostraron que la estabilidad de las excavaciones con profundidad de 4.5 m era posible, si se conservaba un tirante de agua del orden de 0.5 m bajo el nivel del terreno natural (SHCP, 1969; Hiriart y Graue, 1969).

Características de subsuelo

La información estratigráfica y las propiedades índice, mecánicas y dinámicas del subsuelo del Lago de Texcoco han sido ampliamente reportadas en varias ocasiones (SHCP, 1969; Hiriart y Graue, 1969; Marsal y Graue, 1969; Murillo y García, 1978; Murillo y Morales, 1991), por lo cual sólo se hace una descripción breve de las características de las formaciones obtenidas de ocho exploraciones de penetración estándar con profundidades de 55 a 150.2 m y con muestras inalteradas en un sondeo a 56.2 m dentro de la zona en que se realizó la consolidación de las formaciones compresibles por bombeo. Se reportan para cada formación los espesores y profundidades entre la zona NE y SW del lago Nabor Carrillo.

Manto Superficial (MS). Constituido por arcillas consolidadas por secado, arenas limosas y limos arenosos con espesor que varía de 2.0 a 0.5 m con contenido de agua medio de 61% (w), surcado por grietas verticales rellenas de arena fina y limo con profundidad de unos 4 m que penetran la capa subyacente.

Formación o Serie Arcillosa Superior (FAS), con su horizonte inferior de 30.5 a 33.1 m, conformada por las arcillas más deformables, espesor medio de 30 m, mayor contenido de agua (ω = 303%) y menor resistencia, intercalada por lentes y estratos arenosos, algunos de pequeños caracoles fósiles, limoarenosos y de vidrio volcánico, entre los cuales sobresale una capa en estado suelto con espesor de 0.2 a 2.0 m a una profundidad media de 12 m.

Capa Dura (CD), que es un horizonte de desecación en el cual se depositaron cenizas volcánicas con espesor medio de 1.2 m y que se adelgaza y se pierde hacia Ciudad Nezahualcóyotl, constituida por suelos limoarenosos, arenosos y limosos con contenido de agua medio de 59% y resistencia a la penetración estándar variable entre 8 y 40 golpes.

Formación o Serie Arcillosa Inferior (FAI), similar a la superior, con menor contenido de agua (255%), espesor medio de 17 m, mayor resistencia al esfuerzo cortante y menor compresibilidad, presenta con mayor frecuencia capas limoarenosas y de vidrio volcánico con su horizonte inferior de 46.0 a 52.8 m.

Depósitos Profundos (DP), formados por limos, arenas finas y limosas compactas a profundidades mayores que 46 a 52.8 m, donde destaca una tercera Formación o Serie Arcillosa con espesor de 7 a 9 m y contenido de agua medio de 147%, en la cual subyacen depósitos aluviales con contenido de agua medio de 37% y mayor cantidad de grava.

En particular, las propiedades de las formaciones en el lago Nabor Carrillo obtenidas en el sondeo SI1-TS se muestran en la tabla 1; en la tabla 2 se indican las profundidades y propiedades de algunas pruebas de consolidación realizadas en los estratos arcillosos, mientras en la figura 1 se observan curvas de compresibilidad de varias profundidades, típicas de las formaciones compresibles en ese sitio, que ejemplifican su alta deformabilidad. En la figura 2 se ofrece la información del sondeo inalterado realizado en el centro del lago Nabor Carrillo a una profundidad de 56.2 m; se muestran los resultados de la exploración y propiedades hasta 50 m de profundidad.

El bombeo

En el lago Texcoco sur, hoy llamado Dr. Nabor Carrillo, en 1972 se instalaron 180 pozos similares a los empleados en el lago de prueba, con profundidad media de 60 m, que penetraron los DP, distribuidos en una cuadrícula de 200 × 200 m y separados centro a centro 141.4 m a tresbolillo en 30 líneas transversales al eje longitudinal del lago de seis pozos cada una, en una superficie de 1,200 × 3,000 m, divididos para su operación en cinco secciones, numeradas del 1 al 5 del NE al SW, cada una con 36 pozos y un cárcamo de bombeo central (véase figura 3), donde se registraba el volumen de agua bombeado y permitían extraer el agua fuera de la zona de consolidación.

Los pozos de bombeo fueron construidos con ademe totalmente ranurado de 0.22 m de diámetro, contraademe de 0.45 m de diámetro en los primeros 5 m, con filtro de grava arena graduada (véase figura 4) y sellados en la parte inferior con un tapón de concreto; se instalaron en difíciles condiciones de estabilidad para las perforadoras, por lo cual hubo que soportarlas con “balsas” de troncos. Además, para realizar la extracción de las aguas salobres fue necesario construir las instalaciones electromecánicas que comprendieron el tendido de la línea de alta tensión de cerca de 12 km, red de distribución en baja tensión a cada pozo, cinco subestaciones eléctricas y la instalación de los equipos de bombeo de pozo profundo con motores de 5 y 7.5 hp con capacidad promedio de 6.5 l/s (véase figura 5), construcción de canales de conducción de agua de los pozos a los cárcamos de bombeo (véase figura 6) e instalación de 10 equipos de bombeo de baja carga y gran volumen y sus tuberías a presión para extraer las aguas salobres de la zona de bombeo hasta un canal perimetral para su aprovechamiento en la pastización de zonas aledañas, ya que el contenido de salmuera fue inferior al requerido por Sosa Texcoco, empresa de álcalis que se ubicaba en el norte de la zona federal y que la utilizaba como materia prima.

Además, se instaló la instrumentación necesaria para dar seguimiento a la evolución de los asentamientos, que consistió en 214 testigos de nivelación superficiales, dentro y fuera del área de bombeo; tres estaciones de bancos profundos instalados en los DP y en la CD, cinco estaciones con cuatro piezómetros cada una del tipo abierto en los DP, CD, en lentes intermedios, así como tubos ranurados de 6 m de profundidad para registrar el nivel freático y algunos piezómetros neumáticos en estratos arcillosos que en corto tiempo dejaron de funcionar, debido a incrustaciones y microorganismos anaerobios; seis inclinómetros, tres de ellos en el lado NW y los otros tres en el lado SW en las zonas perimetrales al área de bombeo que penetraban en los DP para registro de las deformaciones horizontales (Springall, 2021) (véase figura 7). Posteriormente se incorporaron cuatro estaciones piezométricas similares a las iniciales, para mejor conocimiento de la evolución de los abatimientos.

Durante la extracción del agua, se registraron los desplazamientos verticales y horizontales del subsuelo, que permitieron evaluar el proceso. Las mayores dificultades las representaron la pérdida de verticalidad, desviaciones lineales de las columnas de bombeo y el colapso de algunos ademes de pozos; la mayoría de estos problemas fueron atendidos mediante una frecuente rehabilitación y el uso de rótulas intermedias en las columnas de bombeo. Durante la consolidación del subsuelo, no se observó que ocurriera emersión de los ademes de los pozos. Las deformaciones horizontales superficiales en la periferia fueron mayores a 1.5 m hacia el centro del bombeo, y la frecuente aparición de agrietamiento superficial provocó la ruptura de los canales de conducción de agua hacia los cárcamos, que fueron reparados con rellenos de arcilla del lugar.

Las grietas generadas por el bombeo fueron registradas, y si bien no manifestaron un patrón definido en la zona de extracción de agua, sí lo mostraron en la periferia de ella, de manera similar a las curvas de la depresión formada, como se muestra en la figura 8. Las grietas manifestaron aberturas máximas de 1.6 m, profundidades máximas del orden de 5 m y su longitud pocas veces sobrepasó los 200 m (Murillo, 1991).

En febrero de 1973 se realizó una prueba de bombeo de dos días, con mediciones piezométricas y del abatimiento del nivel del agua en el interior de los pozos, en la cual se determinó que la mayor aportación fue de los DP (Springall, 2021).

Se inició el bombeo a principios de 1973 en la sección 1, y en julio se operaba todo el campo de explotación, lo que continuó hasta agosto de 1978; se extrajeron 59.947 hm³ de aguas salobres, con lo cual se produjo una depresión de 12 hm³, con un hundimiento máximo al centro de 5.53 m.

La suspensión del bombeo se decidió cuando la eficiencia de éste respecto a los hundimientos se redujo al 20%, aunque el volumen de la depresión lograda era insuficiente para alcanzar los 36 hm3 originales planteados en el proyecto. En la figura 9 se muestra el avance de los volúmenes de almacenamiento producidos por la consolidación vs. los de agua extraídos por bombeo, así como el rendimiento, que es la comparación entre estos dos volúmenes, en la cual se aprecia que el almacenamiento debido a la deformación del suelo tiende a ser asintótico en el tiempo, aunque los volúmenes de la extracción del agua anuales se redujeron poco.

Los abatimientos piezométricos máximos en la Capa Dura y los Depósitos Profundos fueron de 15 y 30 m, respectivamente, al final del bombeo. La deformación de la FAS, FAI y DP contribuyeron con el 15, 70.5 y 14.5%, respectivamente, del asentamiento total (Murillo, 1984).

Mediante el seguimiento del proceso de deformación del terreno y la depresión formada, se determinó que no sería posible producir el hundimiento inicialmente considerado de 10 a 12 m en la zona de bombeo, ya que los hundimientos contra tiempo eran cada vez menores, la zona Este se deformaba poco aunque se extraía más agua, debido a la recarga del acuífero en esa parte; los problemas de operación de los pozos de bombeo eran cada vez más graves y aumentaba el tiempo necesario para obtener los resultados esperados, además del efecto desfavorable del hundimiento regional en la zona federal. Por tanto, se analizaron alternativas para mejorar el rendimiento del bombeo, las cuales tenían alto costo y sus resultados eran inciertos, tales como aislar la zona de bombeo con una impermeabilización perimetral de los estratos arenosos a base de inyecciones. Se decidió entonces suspender el bombeo y obtener el volumen de almacenamiento mediante la construcción del bordo perimetral con mayor superficie que la del bombeo.

Para verificar que la agrietada superficie de la zona de bombeo (véase figura 10) fuera capaz de contener el agua por almacenar, se realizó una prueba inundando una amplia zona con las aguas extraídas y se determinó que el agrietamiento se presentaba sólo en los primeros metros sin penetrar la FAS hasta los estratos de mayor permeabilidad, por lo cual el lecho del lago se considera impermeable. En los pozos de bombeo, se había considerado su extracción para aprovechamiento de los ademes; sin embargo, debido a la salinidad de la región, estaban corroídos y debilitados, debido a lo cual se optó por no recuperarlos y sellar los pozos en toda su longitud con las arcillas del lugar. Además, se desinstalaron la red eléctrica de baja tensión, las bombas y los cárcamos de bombeo.

Al llenarse el vaso y ser el fondo impermeable, esta sobrecarga produciría una mayor deformación de la superficie; sin embargo, no se ha realizado una topobatimetría para confirmarlo.

Bordo perimetral

Debido a que se requería un mayor volumen de almacenamiento, se decidió construir un bordo perimetral de 11.778 km que abarca una superficie de 9.77 km2, mayor a la original (4.48 km2), con longitud de 4,168 m y ancho de 2,271 m en los lados largos y cortos, respectivamente, que permitiera obtener el almacenamiento deseado, propuesto por el Instituto de Ingeniería, cuya sección transversal se muestra en la figura 11 (Murillo, 1990a y 1990b), el cual se diseñó para una altura de 2.47 a 3.2 m, ancho de corona de 4 m y taludes exterior e interior de 1.5:1 y 2:1, respectivamente.

La necesidad de construir el bordo perimetral con mayor longitud y altura que el considerado inicialmente condujo a un diseño similar al de una gran presa, con los estudios de propiedades del subsuelo y de los materiales de construcción disponibles en la región, los ensayos de laboratorio de estos materiales para conocer sus propiedades índice y mecánicas, los análisis de estabilidad correspondientes a las condiciones de final de la construcción, flujo establecido a largo plazo y vaciado rápido, para lo cual se determinaron sus propiedades índice y mecánicas para los materiales limoarenosos y arcilloarenosos disponibles, así como pruebas de intemperismo acelerado con sulfato de sodio, abrasión tipo Los Ángeles y análisis petrográfico para la grava y el enrocamiento.

Debido a la escasez de un material que permitiera una adecuada transición entre el material impermeable y la grava para asentar el enrocamiento, se estudiaron varios geotextiles disponibles en el país en esa época, así como textiles convencionales que tuvieran las características de filtro; se determinó su resistencia a la tensión y ante intemperismo acelerado con muestras sumergidas en aguas salobres y residuales, en ensayos implementados en forma intuitiva. Fueron ensayados 18 productos y se seleccionaron dos, uno para la transición entre material impermeable y la protección contra erosión del talud mojado y otro para separar la grava arena de los drenes horizontales del terreno natural y evitar su contaminación con las arcillas.

La realización del bordo también representó un reto en su diseño y ejecución. El diseño consideró que, ante la deformabilidad del suelo, podrían ocurrir agrietamientos transversales que favorecieran la erosión y falla del terraplén, con la consecuente pérdida de almacenamiento del agua que produciría una amplia zona inundada; por ello, además de conformar un terraplén impermeable protegido contra oleaje, se estableció que tuviera un dren vertical de arena bien graduada (chimney drain) que, en caso de fracturamiento, formara un sello filtrante para contener la erosión del bordo y evitar su destrucción mientras se reparaba. El dren desaloja las filtraciones a través de drenes franceses horizontales de 0.50 m de ancho por 0.55 m de altura, separados 20 m a lo largo del trazo del bordo, y son de grava graduada de tezontle envuelta en un textil convencional, que cumple con los requisitos de transición entre el material permeable y el suelo natural.

Se revisó la estabilidad del talud mediante el método de dovelas con 20 análisis para varias condiciones; en ellos se obtuvo un factor de seguridad mínimo (FSmín) de 1.25 para fin de la construcción. Las propiedades consideradas para la cimentación fueron γm = 1.2 t/m³, c = 1.0 kg/cm², ϕ = 0° y para el terraplén γm = 1.85 t/m³, c = 3.2 kg/cm² y ϕ = 19° (Rodríguez, 1982).

Para la condición a largo plazo con flujo establecido al NAMO se realizó también la revisión de estabilidad con la red de flujo correspondiente, cuyo FSmín fue de 3.3; en ella se consideró comportamiento friccionante de la cimentación arcillosa con ϕ = 29°, conforme a Alberro (1973) (véase figura 12).

Se estimaron los asentamientos que sufriría el terraplén, con una carga de 5.92 t/m² en la sección de mayor altura, que resultaron de 0.81 m para el pie interior del bordo, 2.32 m bajo el eje longitudinal y 0.86 m al pie externo; para verificarlos se establecieron cinco secciones instrumentadas de seguimiento.

Así, el bordo está constituido con material limoarenoso (ML y MH) con contenidos de arena de 13.6 a 44.8%, límite líquido (ωL) de 32.2 a 64% e Ip de 10.5 a 19.6%, con γd = 1.85 t/m³ (promedio) que fue compactado al 95% de la prueba Proctor SARH (7.5 kg/cm³) con un contenido de agua 2% superior al óptimo (ωop); el dren vertical está constituido por arena bien graduada (SW) que cumple con los requisitos de filtro, compactada al 80% de su compacidad relativa; el material de los drenes horizontales corresponde a grava arena de tezontle bien graduada (GW) con compacidad del 80% (Rodríguez, 1982).

La protección contra erosión por oleaje en el talud mojado consiste en geotextil termosoldado de polipropileno de 134 g/m² y resistencia a la tensión de 7.5 kg/cm, con uniones cosidas, sobre el cual se colocó grava arena bien graduada (GW) en espesor de 0.30 m con compacidad relativa de 90% y sobre ésta el enrocamiento con espesor de 0.20 m semicolocado a mano. La corona se protegió con un revestimiento de grava cementada y el talud exterior se protegió con pasto típico de lago.

Antes de la construcción intensiva se realizó un tramo para probar los procedimientos a utilizar. La limpieza y compactación del terreno natural se hizo con equipo ligero (D4), con sólo tres pasadas, ya que en la cuarta el material de cimentación se remoldeaba, seguido de la colocación de una capa inicial de arena limosa de 0.30 m de espesor, la cual fue difícil de compactar con el contenido de agua óptimo más 2% considerado inicialmente, ya que ocurrían fallas de la cimentación; por ello se humedeció al ωop y sólo se aplicaron seis pasadas, mientras en la segunda y tercera se aplicaron nueve y 12 pasadas.

En las capas subsecuentes se utilizaron ωop más 2% y hasta 20 pasadas de pata de cabra Caterpillar 815, sin afectar la cimentación. El filtro vertical se realizó en sólo dos etapas, cada una de la mitad de la altura (Rodríguez, 1982).

Posiblemente el bordo Nabor Carrillo fue la primera obra nacional en que se utilizaron a gran escala geosintéticos, del orden de 100,000 m², como transición entre el material impermeable y la capa de grava-arena, además de un textil comercial para formar los drenes franceses en los cuales se emplearon 10,000 m² (véase figura 13).

En las secciones instrumentadas, se determinó que ocurrieron deformaciones mayores de 2.0 a 2.5 m al centro de las secciones con altura de 3.5 m (Hernández, 1984), las cuales fueron registradas mediante celdas hidráulicas de asentamiento.

Cabe destacar que, por el sismo del 19 de septiembre de 1985, el bordo sufrió un asentamiento súbito de 1.0 a 1.5 m en una longitud cercana a 1 km en la parte noroeste, el que fue rápidamente reparado mediante la colocación de material, ya que se encontraba en proceso de renivelación.

Por los fuertes hundimientos totales y diferenciales del terraplén y los riesgos que implica su posible ruptura, se ha requerido una vigilancia continua de su comportamiento y renivelaciones para conservar la capacidad del embalse.

Ventajas y desventajas de los procedimientos aplicados

La consolidación del subsuelo por bombeo tuvo ventajas prácticas, como una menor inversión por el volumen de almacenamiento obtenido, ya que, comparado con el procedimiento de excavación con dragas marinas, fue del orden de la mitad (Murillo, 1990a). Además, no produjo el gran volumen de lodos que se habría esperado, el cual, al depositarlo, habría ocupado una superficie del orden de 2,400 ha con un espesor medio de 0.5 m. Esto habría inhabilitado la utilización del área durante muchos años; con las experiencias del dragado del Dren General del Valle con ese procedimiento en 1972, las zonas en que se depositaron sus lodos, con espesores del orden de 0.5 m, permanecieron intransitables por más de tres años y produjeron gran cantidad de polvos que eran transportados por el viento hacia la metrópoli (véase figura 14).

Por su parte, los abatimientos de los niveles piezométricos en la Capa Dura y los Depósitos Profundos durante la consolidación en el lago artificial redujeron el efecto de intrusión de las aguas salobres del ex vaso hacia los acuíferos perimetrales, sobre todo hacia el oriente, donde existe una importante zona agrícola que se abastece de aguas subterráneas, además de que esa agua se utiliza en dotación para la población.

La principal desventaja del procedimiento por consolidación fue que a partir del cuarto año de bombeo el rendimiento se redujo notablemente, y se habría requerido provocar mayores abatimientos piezométricos en la zona de bombeo en un plazo mucho mayor, con lo cual las ventajas iniciales disminuyeron notablemente. Por su parte, la construcción del bordo perimetral, que complementó el volumen de almacenamiento, estaba considerada desde un principio, con fines de demarcación y confinamiento del cuerpo de agua, por lo cual se mejoró su concepción inicial y se aumentó su altura, aunque requiere continuo mantenimiento para asegurar la operación del lago.

Situación actual

Si bien el proyecto original consideraba la mezcla de aguas de las plantas de tratamiento de aguas residuales (PTAR) con las aportaciones de los 11 ríos del oriente mediante la captación de sus escurrimientos con encauzamientos hacia el lago Nabor Carrillo, la intensiva restauración forestal y los trabajos de terraceo, nivelación, zanjas trincheras, presas de control de azolves y rectificación de cauces que se realizaron en la zona oriente provocaron que los escurrimientos hacia la zona federal prácticamente cesaran y, por ende, sólo las aportaciones de las PTAR son las que alimentan el vaso y mantienen el almacenamiento, el cual es un refugio de aves migratorias y ha modificado en forma notable el paisaje, antes árido, en una región ambiental muy favorable para el Valle de México, al producir una mayor humedad en el ambiente, combinado con los beneficios de la pastización lograda en los suelos salinosódicos del antiguo vaso.

Estos beneficios ambientales permitieron que entre 1971 y 1981 se redujera la generación de tolvaneras en el lago de 40 al 17%, lo cual, además de los beneficios para la salud de la población que habita la zona urbana cercana, redujo la suspensión de operaciones del aeropuerto por escasa visibilidad.

Con las obras proyectadas y en ejecución, se aumentarán las superficies de los cuerpos de agua y se mejorará ambientalmente la zona, para esparcimiento y aprovechamiento de los recursos naturales tan necesarios para la población de la gran urbe y sus visitantes. El lago Nabor Carrillo tiene una capacidad de almacenamiento actual de 23 hm³, conserva tirantes durante todo el año y recibe aves migratorias como pelícanos, patos canadienses y mexicanos, garzas blancas y azules y otras especies (veáse figura 15), además de ser el sostén de carpas en sus aguas y permitir el regreso de especies endémicas. Se ha generado un ecosistema sustentable que favorece el bienestar de toda la población del valle, principalmente de las zonas urbanas más cercanas, en las cuales habitan muchos de los pobladores tradicionalmente menos favorecidos, por ejemplo Ciudad Azteca y Nezahualcóyotl, Chimalhuacán y Valle de Chalco.

Importancia social

El principal objetivo al iniciar las obras era restituir el funcionamiento hidrológico del lago y utilizar los recursos naturales de la zona; sin embargo, al conocerse los resultados de la reforestación de las cuencas del oriente, la persistencia de zonas inundadas permanentes en los lagos artificiales, la extensiva cobertura vegetal de zonas denudadas con pasto salado regional (Distichlis spicata) (véase figura 16), la proliferación de fauna regional y el arribo en invierno de las aves migratorias que habían dejado de visitar el ex lago, el propósito de los trabajos se enfocó también en un mejoramiento ambiental de la región y empezó a tener una gran importancia en los aspectos ecológicos del Valle de México, apoyados por los grupos de ambientalistas que se formaron en nuestro país en esa época (Cruickshank, 1998). Actualmente se desarrollan los trabajos para conservar en forma sustentable la zona y convertirla en lugar de recreación social mediante praderas y lagos, tan necesarios para la gran urbe (véase figura 17).

Participantes en la realización del lago Nabor Carrillo

Para la planeación y ejecución de este embalse, intervinieron destacados profesionales de la ingeniería, principalmente geotecnistas como Fernando Hiriart Balderrama y Roberto Graue de Haro, vocal ejecutivo y director de la CELT, respectivamente; Adolfo Castañón Ortiz y Gerardo Cruickshank García, vocales ejecutivos de la Comisión del Lago de Texcoco. En la ejecución directa de los trabajos, el personal de la Dirección de Geotecnia y Formación de Lagos: Juan José Hanell Campbell, Raúl Carranza Eslava, Antonio Urioste Pérez, Apolonio Hernández Rubio, Manuel Ortiz García y José Luis Rodríguez Torres, al igual que cerca de 160 trabajadores encargados de la operación y mantenimiento de los sistemas de bombeo, instrumentación, topografía y canales de conducción; personal de apoyo administrativo, que contribuyeron a la ejecución de los trabajos, así como el autor. Además, participaron Raúl J. Marsal, Alberto Alberro Aramburu, Enrique Santoyo Villa y Gabriel Auvinet Guichard en el apoyo técnico y asesoría por parte del Instituto de Ingeniería de la UNAM; ellos evaluaron los trabajos e implementaron mejoras y modificaciones al proyecto original. También colaboraron destacadas empresas como Geotec, Geosol y Soiltec, que realizaron diversos trabajos geotécnicos.

El autor considera un compromiso ineludible reportar la información disponible sobre los trabajos que se realizaron en el lago Nabor Carrillo, debido a que la mayor parte de los archivos técnicos se han perdido y gran parte de las personas involucradas en su ejecución ha desaparecido, por lo cual cada vez será más difícil informar sobre la realización de esta emblemática obra. También agradece la revisión, comentarios e información proporcionados por Guillermo Springall Cáram para la conclusión de este trabajo, y las observaciones de Apolonio Hernández Rubio.

Referencias

Alberro, J., y G. Hiriart (1973). Resistencia a largo plazo de las arcillas de la Ciudad de México. Publicación 317 del Instituto de Ingeniería. UNAM.

Cruickshank G., G. (1998). Proyecto Lago de Texcoco, rescate hidroecológico. 2ª ed. México

Google Earth Pro (2021) V 7.3.3.7786.

Hernández R., A. (1984). Construcción y comportamiento del bordo Nabor Carrillo. Obras recientes en el Lago de Texcoco. México: Sociedad Mexicana de Mecánica de Suelos.

Hiriart, F., y R. Graue (1969). El hundimiento de la Ciudad de México y Proyecto Texcoco: contribución de Proyecto Texcoco al VII Congreso Internacional de Mecánica de Suelos e Ingeniería de Cimentaciones. Volumen Nabor Carrillo. México: SHCP.

Marsal, R. J., y R. Graue (1969). El subsuelo del Lago de Texcoco. En: Nabor Carrillo. El hundimiento de la Ciudad de México y Proyecto Texcoco: contribución de Proyecto Texcoco al VII Congreso Internacional de Mecánica de Suelos e Ingeniería de Cimentaciones. México: SHCP.

Murillo F., R. (1990a). Geotextiles at Texcoco Lake. 4th International Conference on Geotextiles, Geomembranes and Related Products. La Haya.

Murillo F., R. (1990b). Protección contra erosión y drenaje en el lago Dr. Nabor Carrillo. Geosintéticos, geotextiles y geomembranas. México: Sociedad Mexicana de Mecánica de Suelos.

Murillo F., R. (1991). Agrietamiento lacustre al oriente de la Ciudad de México. Agrietamiento de suelos. México: Sociedad Mexicana de Mecánica de Suelos

Murillo F., R. (2015). Comportamiento del suelo y obras en el ex Lago de Texcoco. Geotecnia 238. México: SMIG.

Murillo F., R. (2017). Excavaciones del sistema hidráulico en el Lago de Texcoco. Geotecnia 245. México: SMIG.

Murillo F., R. y G. García (1978). Ex Lago de Texcoco. El subsuelo y la ingeniería de cimentaciones en el área urbana del Valle de México. México: Sociedad Mexicana de Mecánica de Suelos.

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Proyecto Texcoco (1969). Memoria de los trabajos realizados y conclusiones. México: SHCP, Nacional Financiera.

Rodríguez T., J. L. (1982). Aspectos geotécnicos del bordo perimetral al lago Dr. Nabor Carrillo en el ex vaso de Texcoco. Tesis profesional. México: UNAM, FES Aragón.

Springall C., G. (2021). Comentario personal.

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