Raphael Barraza Mariscal. Residente general de Carreteras Alimentadoras y Caminos Rurales en el estado de Jalisco.
Mario Enrique Peña Rodríguez. Especialista en soluciones para mejoramiento de materiales granulares y cohesivos, entre otras áreas.
La modernización y conservación de caminos en nuestro país constituye una responsabilidad técnica, social y económica muy fuerte para las autoridades, empresas constructoras y proveedores de tecnologías aplicables a las vías terrestres, que deben responder a los retos de optimación de recursos para ofrecer a la población alternativas seguras. Al mejorar los procesos constructivos aprovechando materiales y economizando los costos por kilómetro se cumplen, e incluso se superan, los parámetros técnicos de los proyectos destinados a mejorar el desempeño y durabilidad de las carreteras.
En el desarrollo de los proyectos de construcción de carreteras, las exigencias en cuanto a cargas, factores económicos y ambientales han provocado una incesante búsqueda de alternativas claras y fáciles de llevar a cabo, evaluar y cuantificar en una situación real. Ciertas prácticas que en su momento no tuvieron un desarrollo adecuado, en la actualidad han sido consideradas nuevamente por los beneficios teóricos que ofrecen. Tal es el caso del mejoramiento y estabilización de suelos o bases contaminadas.
La premisa se resume en que los suelos de desecho o los materiales friccionantes que no cumplen parámetros de granulometría, plasticidad, expansión y capacidad de carga, entre otros, son candidatos a estabilización o mejoramiento para poder ser empleados en alguna de las capas que componen una estructura de pavimento.
El punto culminante es cuando se intenta convencer a los órganos gubernamentales y a la iniciativa privada de la necesidad de emprender un reto que implica la paradoja de confiar en “materiales no confiables”, y aunque la teoría, las pruebas en laboratorio y un factor económico a favor justifiquen la opción de trabajar con lo que existe sobre el trazo del camino o en bancos aledaños deficientes, éste no es suficiente argumento si no existen testimonios físicos representativos que puedan evaluarse y compararse con las especificaciones tradicionales, para demostrar de manera contundente los beneficios de aprovechar suelos no aptos para la construcción de un camino.
Puedes leer el artículo completo en la revista Vías Terrestres 49, disponible en el sitio web de la AMIVTAC o en el siguiente enlace: VT 49