16 marzo, 2025 8:25 pm

Gustavo A. Hinojosa Cuéllar. Gerente de Distritos de Riego,Conagua.
Jorge Colchero García. Jefe de Proyecto de Planes de Riego y Supervisión, Conagua.

Las condiciones climáticas, junto con la explotación intensiva de que ha sido objeto el acuífero de Santo Domingo, han ocasionado desequilibrio entre la extracción y la recarga, una disminución del nivel estático, riesgo de intrusión salina y un mayor costo del bombeo. En los últimos 15 años se ha logrado un incremento casi exponencial de la productividad del agua y de la tierra gracias a un plan diseñado para tal efecto; sin embargo, es indispensable continuar con acciones que permitan contrarrestar el abatimiento del acuífero.

El acuífero de Santo Domingo se ubica en la porción central del estado de Baja California Sur, en el municipio de Comondú, unos 203 km al norte de La Paz; cubre una superficie aproximada de 200 mil hectáreas en el Valle de Santo Domingo.

Actualmente existen en ese cuerpo 974 pozos mediante los cuales se extraen 180 millones de metros cúbicos de agua cada año para cubrir la demanda agrícola, doméstica, pecuaria e industrial, y se presenta una recarga media anual de 188 millones de metros cúbicos.

En el área del acuífero se encuentran dos centros de población importantes: Ciudad Constitución y Villa Insurgentes; es en ellos donde se desarrolla la mayor parte de las actividades socioeconómicas de la región. Sin embargo, el principal consumidor es el Distrito de Riego 066, Santo Domingo, que utiliza 92% del volumen extraído (165 millones de metros cúbicos) para fines agrícolas, cuenta con 704 pozos y 1,366 usuarios e irriga en promedio 32,420 hectáreas.

El clima en la zona es seco, con una precipitación media de 138.6 mm al año. A esa escasez se añade que tres cuartas partes de la lluvia son desaprovechadas debido a la topografía del terreno, por lo que el acuífero de Santo Domingo es un recurso fundamental para el sostenimiento de las actividades productivas y para el suministro a las poblaciones ubicadas en su área de influencia. Hasta hace pocos años esta reserva presentaba serios problemas de sobreexplotación y, debido a su cercanía con el mar, riesgo de intrusión salina (véase figura 1).

 

Operación y consumo inadecuados

Los primeros pozos profundos construidos en el acuífero de Santo Domingo con fines agrícolas iniciaron su operación en 1949, al llegar los pioneros por invitación del entonces presidente de México con la promesa de recibir tierra y apoyo para crear una superficie de cultivo próspera. Sin embargo, sólo cinco años después, el 2 de julio de 1954, se estableció por decreto presidencial la veda por tiempo indefinido para la perforación de nuevos pozos, ya que un descontrolado incremento en el bombeo pronto ocasionó los primeros síntomas de abatimiento del acuífero. Al mismo tiempo se creó el Distrito Nacional de Riego de Baja California Sur, actual Distrito de Riego 066, Santo Domingo.

En la década de 1960 se registraron los primeros abatimientos del acuífero, que alcanzaban 60 cm/año. Durante los setenta se llegaron a extraer 350 Hm3 anuales en 543 pozos agrícolas, lo que provocó abatimientos de hasta 80 cm/año y un deterioro significativo de la calidad del agua. A finales de los ochenta, las extracciones alcanzaron un máximo histórico de 450 Hm3 anuales, más del doble de la recarga media anual de 188 millones de metros cúbicos.

Los pozos agrícolas que había en 1970 siguieron multiplicándose a pesar de la veda. Semejante proliferación, con el consiguiente incremento de la extracción de agua subterránea, impuso condiciones perjudiciales de carácter alarmante (véase gráfica 1) y tuvo  como  consecuencias  el  abatimiento  progresivo  del  nivel  del  agua  en  los  pozos (0.80 m/año en promedio) y el acelerado deterioro de la calidad del agua en algunas regiones del distrito de riego.

En 1968, la Secretaría de Recursos Hidráulicos realizó un estudio geohidrológico para definir las condiciones reales de explotación del agua subterránea. A finales de los setenta se realizó un nuevo estudio geohidrológico para conocer el estado del acuífero y proponer medidas de solución a su deterioro y al aumento de los costos de bombeo; los resultados y recomendaciones principales de dicho trabajo se reflejaron en el plan de rehabilitación y relocalización de 95 pozos ubicados dentro del distrito de riego; a esto se denominó Plan Santo Domingo, que fue apoyado por el gobierno federal.

Hubo resultados satisfactorios en la productividad de los lotes irrigados a partir de entonces con agua de buena calidad. Sin embargo, debido al incremento del bombeo, para 1990 había indicios de varios conos de abatimiento de grandes dimensiones. En las zonas de mayor abatimiento se tenían elevaciones de –20 msnm, mayores que lo pronosticado en los estudios geohidrológicos, debido a que las recomendaciones señaladas en dichos estudios previos no se llevaron a la práctica correctamente. En consecuencia, se presentaron los siguientes problemas:

  • Descensos anuales en los niveles estáticos.
  • Avance de la interfase de agua marina en la zona continental.
  • Aumento de la salinidad, principalmente en las zonas distantes a los arroyos.
  • Disminución de la superficie agrícola útil.
  • Disminución de la capacidad de almacenamiento del acuífero.

Las condiciones de operación aceleraron la problemática, lo que derivó en un aumento en el consumo de energía eléctrica, pues se debía extraer el agua de una mayor profundidad; hubo daños físicos por incrustación y corrosión en los pozos, disminución de la productividad agrícola y una mayor dependencia del agua de lluvia (recurso que en esa zona árida es muy escaso).

Este panorama hizo necesario replantear la solución al problema de la sobreexplotación, hasta entonces no controlada. Con esta finalidad, en el año agrícola 1991-1992 se creó un grupo de trabajo presidido por la Comisión Nacional del Agua (Conagua) denominado Consejo del Agua, precursor de los actuales comités técnicos de aguas subterráneas (Cotas). Tal consejo estaba integrado por diferentes agrupaciones de usuarios de agua subterránea del acuífero de Santo Domingo y tenía la firme intención de instaurar un reglamento para restablecer el equilibrio entre la recarga natural del acuífero y su explotación por bombeo.

 

La situación reciente

El 14 de agosto de 1992 se publicó el Reglamento para el Uso, Explotación y Aprovechamiento del Acuífero de Santo Domingo, donde se establece, entre otras medidas, un programa de reducción gradual de las extracciones de 300 millones de metros cúbicos en el año agrícola 1991-1992 a 170 millones de metros cúbicos en el año agrícola 1994-1995. Dicho reglamento sugiere que el equilibrio natural del acuífero se restablecería una vez que se redujera la extracción total anual a 170 millones de metros cúbicos, volumen equivalente a la recarga media anual estimada por la Conagua.

Las estadísticas muestran que en el periodo comprendido entre los ciclos agrícolas 1987-1988 y 1990-1991 se alcanzaron extracciones de alrededor de 450 millones de metros cúbicos. No fue hasta el ciclo 1991-1992, cuando entró en vigor el reglamento, que se logró una reducción importante del volumen extraído.

El ritmo de extracción provocó en 1988 un abatimiento del nivel estático de 1.30 m respecto a su nivel de referencia. Con la aplicación del reglamento a partir del ciclo 1991-1992, se tuvo una disminución en la extracción, que se tradujo en un abatimiento mínimo promedio de 5.0 cm; sin embargo, no se logró cabalmente lo establecido en dicho reglamento ni tampoco lo programado en el Plan de Riegos. En 1994 y 1995 se registró un abatimiento de 75 y 72 cm, respectivamente.

Después de años de sobreexplotación, usuarios y autoridades del distrito de riego se pusieron como meta alcanzar un equilibrio entre la recarga y la extracción real, y fue en el año agrícola 2003-2004 que no se sobrepasaron los 170.0 millones de metros cúbicos programados en el Plan de Riegos (volumen que tiene concesionado la Asociación de Usuarios de Agua). Esto requirió un enorme esfuerzo conjunto de la Conagua, la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación, el gobierno del estado de Baja California Sur, los Cotas y la Asociación de Usuarios de Agua para evitar más daños al acuífero que por más de 50 años ha dado vida y sustento a la región (véase gráfica 2).

Con base en el procedimiento de cálculo establecido en la NOM-011-CONAGUA-2000, en el año 2015 la Conagua publicó una disponibilidad media anual (DAS) para este acuífero de 1.84 millones de metros cúbicos (véase tabla 1).

Un estudio más reciente sugiere la actualización de la DAS a 0.00 metros cúbicos en razón de que actualiza la DNCOM y el VCAS considerando en éste la desincorporación de derechos de  agua  a  través  del  Programa  de  Adecuación  de  Derechos  de  Uso  del  Agua  (véase gráfica 3).

En los últimos 12 años (hasta el ciclo agrícola 2014-2015) se ha logrado una disminución del volumen que tiene concesionado la Asociación de Usuarios, de 170.0 millones de metros cúbicos a un promedio de 165.0 millones de metros cúbicos, lo cual ha permitido la estabilización del acuífero. Para ello la Conagua ha propuesto y desarrollado diferentes alternativas de solución estructurales y no estructurales que tienen que ver tanto con el control de las extracciones y del Plan de Riegos como con la tecnificación del riego y la reconversión de cultivos, no sólo para disminuir las extracciones y estabilizar los niveles freáticos, sino además para reducir el riesgo de intrusión de agua salina. Las acciones concretas que han permitido la extracción sustentable del acuífero se muestran en la tabla 2.

 

Conclusiones y recomendaciones

El acuífero de Santo Domingo es la fuente única de abastecimiento de los sectores agrícola, industrial y público de la zona. Las condiciones climáticas, junto con la explotación intensiva de que esta reserva ha sido objeto, han ocasionado el desequilibrio entre la extracción y la recarga, una disminución del nivel estático, riesgo de intrusión salina y un mayor costo del bombeo.

A pesar de que en los últimos 15 años se ha logrado un incremento casi exponencial de la productividad del agua y de la tierra, es indispensable continuar con acciones que permitan contrarrestar el abatimiento del acuífero. Entre las de tipo estructural se pueden señalar el monitoreo y control hidrométrico, modernización y tecnificación del riego (principalmente con sistemas de riego presurizados como goteo, microaspersión, aspersión y pivote central).

Ejemplos de acciones no estructurales son la difusión de una nueva cultura del agua, la capacitación continua y asistencia técnica a los usuarios, reglamentación de la extracción de volúmenes e implementación de sistemas de cómputo para funciones administrativas y operativas. Las acciones no estructurales garantizarán que se obtenga el máximo beneficio de la inversión en infraestructura de riego (véase gráfica 4).

Sólo con las acciones mencionadas será posible mantener el equilibrio del acuífero de Santo Domingo de forma tal que se mantenga la actividad productiva en el largo plazo.

Algunas recomendaciones relevantes son las siguientes:

  • Analizar la reconversión de cultivos por aquellos con mayor precio de mercado, por ejemplo garbanzo, hortalizas, frutas, etcétera.
  • Continuar con la capacitación de técnicos y productores en la promoción de una nueva cultura del agua.
  • Continuar con la instalación de medidores.
  • Continuar con el monitoreo anual de la calidad del agua.
  • Revisar la reglamentación del uso, manejo y explotación del acuífero, sobre todo en lo relativo a una imposición de sanciones equitativa.
  • En función de las características topográficas y geohidrológicas, localizar los mejores sitios para construir obras que propicien la retención e infiltración del agua de avenidas para incrementar la recarga del acuífero, así como revisar las existentes para mejorar su funcionamiento.

 

Referencias

Conagua (2015). Actualización de la disponibilidad media anual del agua en el acuífero Santo Domingo (0306), estado de Baja California Sur. Subdirección General Técnica. Gerencia de Aguas Subterráneas. 20 de abril.

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