La edición 28 de la Conferencia de las Partes, que tendrá lugar en Abu Dhabi, Emiratos Árabes Unidos, es una reunión controversial y, para algunos, poco promisoria; las anteriores conferencias estuvieron marcadas por la falta de ambición para llegar a acuerdos que avancen en la obligación de reducir las emisiones, y los pocos que se han logrado –principalmente de financiamiento y de compromisos vinculantes de los principales emisores de gases de efecto invernadero– no terminan de concretarse.
Judith Domínguez Serrano Profesora-Investigadora de el Colegio de México.
La COP28 se celebrará en uno de los países petroleros más importantes del mundo. Emiratos Árabes Unidos se ubica en el lugar 28 de 184 países por cuanto hace a sus emisiones de GEI; en 2021 aumentaron un 2.2% respecto a 2020 (4,168 megatoneladas de CO2), unas 19.47 toneladas por habitante (Expansión, 2021). También es verdad que es el primer país de la región MENA (Medio Oriente y norte de África) en anunciar una estrategia de cero emisiones (Estrategia Cero Emisiones Netas 2050), con una inversión de casi 1.5 billones de euros.
En la COP28 se espera abordar tres aspectos de suma importancia que serán transversales a los sectoriales en torno a los cuales se están conformando las mesas de discusión: no exceder 1.5 ºC en el calentamiento, construir resiliencia y movilizar el financiamiento a diversas escalas. Será un evento centrado en el clima y, más específicamente, en la energía. El planteamiento es continuar con el crecimiento, ahora llamado “verde”, y bajo el paraguas del desarrollo sostenible, en el cual las energías renovables se presentan como las salvadoras de un “capitalismo renovado”. La importancia de esta conferencia radica en que se hará un primer balance mundial de los avances globales tras la adopción del Acuerdo de París que no pudo concretarse en Egipto en la COP27.
En Egipto se promovió la iniciativa AWARe para promover soluciones políticas orientadas a la adaptación de los sistemas de recursos hídricos, iniciativa presentada por organizaciones vinculadas a la acción climática y con especial interés de los países africanos para ampliar las acciones de adaptación. Se conecta con otras iniciativas relacionadas con la adaptación y con la Iniciativa de las Naciones Unidas sobre el Sistema Mundial de Alerta Temprana, impulsada por la Organización Meteorológica Mundial. El 75% de los desastres naturales están relacionados con el agua y son los países en vías de desarrollo los más interesados en desarrollar mecanismos y en movilizar el financiamiento con agilidad para hacer frente a estos. Se estima que 2,400 millones de personas viven en países con estrés hídrico y los más afectados son las poblaciones vulnerables y los pequeños agricultores.
El Centro Panafricano para la Adaptación al Clima del Agua (Egipto) se encargaría de las principales actividades y acciones, incluidas las finanzas, la tecnología y el desarrollo de capacidades. Los objetivos de la iniciativa AWARe fueron seis: 1) desacoplar el crecimiento económico del uso y degradación del agua dulce; 2) desarrollar planes nacionales de adaptación, 3) adaptar estrategias de mitigación y proteger y restaurar los ecosistemas de agua dulce; 4) mejorar los sistemas de alerta temprana; 5) buscar un análisis cooperativo de las opciones de adaptación y mitigación a escala de cuenca fluvial y el riesgo de mala adaptación, y 6) apoyar soluciones políticas mutuamente acordadas teniendo en cuenta el principio de “no dañar”.
Para Egipto, el agua debería estar en el centro de la acción climática. Sin embargo, no es así. Recientes informes muestran cómo el agua se está convirtiendo en un factor geopolítico decisivo (Torres, 2019) en países que ya sufren estrés hídrico, y se ve agravado por otros factores como conflictos armados, e incluso puede ser un detonante para estos. Tal es el caso de la Gran Presa del Renacimiento Etíope en la cuenca del Nilo para generar energía eléctrica (6,000 MW), que provocó tensiones con Egipto, pues este país se sitúa cuenca abajo y se abastece en un 90% con el agua de esta cuenca.
En 2023, el país anfitrión promovió junto con Brasil un primer diálogo ministerial de alto nivel titulado “COP28 Ministerial on Building Water-Resilient, centrado en la integración del nexo agua-alimentos en los planes climáticos nacionales, con tres objetivos: 1) abordar la brecha de política entre los sistemas alimentarios e hídricos; 2) realizar un balance de la resiliencia del agua y los alimentos en los planes climáticos nacionales para mejorar su integración en las políticas de contribuciones nacionales determinadas, los planes de agricultura y las estrategias corporativas, y 3) aumentar la conciencia política sobre la importancia del agua en los sistemas alimentarios. Este primer diálogo será un abierto llamado a la acción sobre sistemas alimentarios resilientes al agua, del cual se espera forme parte España.
El foco de atención se está poniendo ahora en el nexo agua-agricultura-alimentación y en la seguridad alimentaria, sobre la cual las perspectivas no son optimistas. El 16 de octubre se celebró precisamente el Día Mundial de la Alimentación, que destacó el papel del agua: “El agua es vida. El agua nutre”.
En la mayoría de los países, la agricultura es el sector que más agua utiliza (entre el 70 y 80%, en promedio), y las sequías, aunadas a situaciones de escasez estructural por una mala gestión, agravan la situación. No solo eso, el cambio climático, influirá negativamente en la calidad del agua, que no será apta para muchos usos actuales. Con este panorama, la inseguridad alimentaria en muchos países, especialmente del sur global, preocupa mucho. Sabemos que las actividades agrícolas tienen desafíos por delante para modernizar los sistemas de riego para un uso más eficiente del agua y para hacer frente a los impactos de fenómenos hidrometeorológicos extremos, para los cuales se requieren ahora, más que nunca, seguros contra los riesgos, muchos de ellos inciertos.
Los especialistas han llamado la atención para revisar las subvenciones que se dan al campo en aras de la competitividad y la protección de la producción nacional.
En México, concretamente, el uso para agricultura sobrepasa el 70% del total del agua concesionada; en algunas regiones hidrológico-administrativas supera el 80%, a lo que se suma, en varias de ellas, la ineficiencia en el riego o, por el contrario, cultivos que utilizan mucha agua en regiones que no eran propicias para estos. Sin embargo, a principios del siglo pasado la acción humana, orientada por políticas de desarrollo regional, convirtió en productivas incluso zonas “semidesérticas” que ahora, con el cambio climático afectando la disponibilidad y la calidad de los recursos hídricos, serían inviables.
Nuestro país se encuentra entre los 25 que enfrentan un estrés hídrico extremadamente alto (WRI), es decir, que utilizan más del 80% del agua renovable para los diversos usos: agricultura, ganadería, industria y uso doméstico. De acuerdo con datos del World Resources Institute, una cuarta parte de la población en el mundo ya vive bajo estrés hídrico, y se espera que aumente en mil millones de personas para 2050, con lo que se incrementará también la demanda de agua un 20-25%.
El cambio climático está provocando presiones y riesgos para los sistemas agroalimentarios e hídricos. Al mismo tiempo, estos sistemas son clave para disminuir las emisiones de GEI, una tercera parte de las cuales proviene de los sistemas agroalimentarios, que consumen más 70% del agua en el mundo.
La eficiencia del agua que se utiliza para riego agrícola es fundamental. En países como España o Israel se está sustituyendo el agua que se toma directamente de las fuentes naturales por otras que pueden ser desaladas o regeneradas; siendo aún caro su costo, este se reduce rápidamente por los desarrollos tecnológicos. Asimismo, se están digitalizando los procesos para un mejor monitoreo y control del agua que se utiliza y así reducir pérdidas. Son soluciones que tendrán que discutirse en nuestro país, aunadas a las que arrastramos de legalidad y gobernanza en el uso agrícola
Referencias
Expansión (2021). En Emiratos Árabes Unidos se incrementan las emisiones de CO2. Disponible en: datosmacro.expansion.com/energia-y-medio-ambiente/emisiones-co2/emiratos-arabes-unidos Consultado el 11 de octubre de 2023.
Espinosa, A. (2013). La “guerra del agua” Egipto vs. Etiopía. Letras Internacionales 168.
Torres A., Lluís (2019). Guerras hídricas: cooperación y conflicto en la cuenca del Nilo. Documento de Opinión IEEE 37/2019.
World Resources Institute, WRI (2023). 25 países, una cuarta parte de la población mundial, enfrentan un estrés hídrico extremadamente alto. Disponible en: wrimexico.org/bloga/25-pa%C3%ADses-una-cuarta-parte-de-la-poblaci%C3%B3n-mundial-enfrentan-un-estr%C3%A9s-h%C3%ADdrico-extremadamente