Carlos Fernando Jiménez Sedano Arquitecto.
La industria de la construcción en México está justo en la brecha de cambio. Falta sólo cerrar la cortina a las viejas prácticas y la comodidad para voltear a ver las múltiples opciones a nuestra disposición.
Todos los profesionistas que estamos involucrados con la noble disciplina de la construcción en México, que dependemos o simplemente estamos cerca de ella estamos viviendo las consecuencias del gran letargo e indiferencia respecto a la evolución tecnológica en el grueso de nuestro sector. Entiéndase evolución tecnológica no como una moda o un evento pasajero, sino más bien como una práctica común y su adopción real en nuestro día a día laboral.
La digitalización a veces es erróneamente interpretada, y ello da origen a una frase que se escucha a menudo: “Soy de la vieja escuela”. Tener clara la definición del concepto de digitalización es clave para disolver malas interpretaciones, como aquella de que la digitalización tecnológica es irrelevante ante grandes esfuerzos físicos, horas extenuantes y la habilidad de solucionar errores no previstos durante el proceso de construcción. El constante sobrecosto de las obras es parte del argot de la vieja escuela.
En contraparte, la digitalización en el ámbito empresarial se asocia a la transformación digital de los negocios, entendida como habilitar, mejorar o hacer evolucionar las funciones empresariales, operaciones comerciales, modelos de gestión de clientes o procesos de comunicación aprovechando las tecnologías digitales existentes.
De acuerdo con cifras del Inegi en materia de construcción, las empresas dedicadas a este ramo han caído desde 2013 en una prevista tendencia de baja rentabilidad. En esta línea, 2020 sería una especie de acantilado del cual aún no percibimos fondo. Acorde con esta tendencia, el personal suscrito a este sector ha dejado de ver con interés y atractivo en materia de sustento económico al que es tradicionalmente uno de los principales contribuyentes del PIB nacional (véase figura 1). Claramente existe fuga de talento, y pensar sólo en términos de “esfuerzo” es insuficiente.
La buena noticia es que, si bien estamos tocando fondo, existe talento y un trayecto de conocimiento adquirido que no estarán esperando que los grandes consorcios despierten, ni que nuestro gobierno promueva leyes que impulsen al sector. La industria de la construcción en México está justo en la brecha de cambio. Falta sólo cerrar la cortina a las viejas prácticas y la comodidad para voltear a ver las múltiples opciones a nuestra disposición. Por más de 20 años han existido metodologías que permiten integrar el conocimiento disponible y la experiencia con la tecnología de punta para hacer eficientes los procesos, generar valor agregado y dar oportunidad a pequeñas empresas para que hagan lo que las grandes no han podido ofrecer al mercado.
La oportunidad de ahorrar montos relevantes al automatizar procesos manuales, colaborar en tiempo real con todos los involucrados evitando mermas, prever logísticas y rutas de ejecución meses antes de hincar la primera piedra, asegurar los rendimientos, capacitar a la mano de obra, minimizar riesgos y revertir la curva de baja rentabilidad es el foco y el vértice para inversionistas que aún creen en la industria de la construcción en México. ¿Qué esperamos para actuar?
No hablo de adquirir las tecnologías per se (hardware o software). Lo que va a llevar a la digitalización es la incorporación efectiva de aquéllas a los procesos, a la forma de hacer negocio construyendo, haciendo que sean las tecnologías las que se adhieran a éstos y no al revés.
La oportunidad de ahorrar montos relevantes al automatizar procesos manuales, colaborar en tiempo real con todos los involucrados evitando mermas, prever logísticas y rutas de ejecución meses antes de hincar la primera piedra, asegurar los rendimientos, capacitar a la mano de obra, minimizar riesgos y revertir la curva de baja rentabilidad es el foco y el vértice para inversionistas que aún creen en la industria de la construcción en México. ¿Qué esperamos para actuar?
En nuestro país se ha demostrado que el ingenio y la capacidad de reacción ante las circunstancias adversas son valores fundamentales de la cultura, donde las barreras se dejan a un lado para permitir el avance.
La transformación está compuesta de una química compleja cuyo ingrediente principal son y serán las personas y su capacidad de acelerar el cambio. La Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción es catalizadora para consolidar dicha transformación posicionando a las personas en el centro y gestionando radialmente de dentro afuera hasta llegar a las soluciones o alternativas digitales que lleven a la eficiencia y rentabilidad.
¡Bienvenidos a la era digital… a la fuerza!