Guillermo Guerrero Villalobos. Director general de Estudios Económicos y de Ingeniería.
Actualmente el país padece una crisis de confianza en las instituciones; como en el pasado, sin duda habremos de superarla. Es necesario que los ingenieros demos a conocer a la sociedad los retos con un lenguaje claro y preciso, para generar conciencia sobre la importancia de su participación. Las autoridades tendrán que diseñar las políticas públicas necesarias para que cada uno de nosotros cumpla con su responsabilidad.
¿Cuáles son para usted los puntos relevantes de su carrera profesional?
Esta es una pregunta que no debo contestar.
La intención no es darle espacio al autoelogio; siendo más puntual, me refiero a situaciones de satisfacción y también críticas.
Lo primero que viene a mi mente es la terminación de la primera etapa del Drenaje Profundo, por los beneficios que ha proporcionado a la Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM).
En seguida, el recuerdo de los sismos de septiembre de 1985. Este fue un momento muy difícil y dramático; ante la falla de los acueductos del sureste de la ciudad, si bien pudimos actuar rápidamente con el respaldo de todas las autoridades involucradas, se enfrentó un problema muy grave para la ciudad, pues casi 300 mil personas se quedaron sin suministro de agua por un periodo muy corto para la reparación, pero muy largo por el riesgo social que representaba. Hoy, 31 años después, con la misma infraestructura de los acueductos que se repararon en esa fecha y con 31 años más de antigüedad, hay que dar servicio a aproximadamente 2.5 millones de personas.
Aquella experiencia me obliga a pensar que en el probable caso de afrontar un sismo de características semejantes al de 1985, la problemática del abastecimiento de agua en la ZMVM tendría consecuencias muy graves para los habitantes de la ciudad, en vista del tiempo necesario para la reparación y puesta en servicio de la infraestructura dañada y la dificultad real de abastecer de agua por ese lapso a cientos de miles de habitantes, con consecuencias impredecibles. La ingeniería civil puede resolver los problemas que se le presenten, con la previsión, el tiempo y los recursos necesarios.
No es casual que hacia finales del sexenio 1976-1982 trabajábamos en la Dirección de Operación y Construcción Hidráulica del gobierno del Distrito Federal. En 1982 publicamos un libro en el que planteábamos cuál debía ser el futuro del servicio del sistema de agua potable; ahí se explica que es indispensable hacer un acuaférico que abarque toda la ZMVM y un grupo de pozos, ubicados estratégicamente, integrados a la red de distribución para usarlos sólo en casos de emergencia. El principal objetivo del acuaférico es contar con la opción de trasladar el agua de una zona a otra de la ciudad, algo que la infraestructura actual no permite; para ello también se requieren plantas de bombeo específicas que permitan ese movimiento de agua entre el oriente y el poniente, el sur y el norte. Lo que se propuso en 1982, después de 34 años aún no se ha logrado. Las razones son muchas y de diversa índole.
Volvamos a 1985. Después de atender con éxito la emergencia hidráulica provocada por los sismos de septiembre de ese año, ¿qué siguió en su carrera profesional?
Luego de atender la emergencia hidráulica nos encargaron resolver la problemática de la vivienda destruida a consecuencia del mismo fenómeno natural. Al poco tiempo de terminada esa tarea nos encomendaron la responsabilidad de la Comisión Federal de Electricidad de 1988 a 1994, posteriormente la Conagua de 1994 a 2000. Desde entonces me dedico a prestar servicios de ingeniería civil.
Con base en su experiencia en el gobierno, habiendo tenido las grandes responsabilidades que mencionó, ¿podría abundar en detalles sobre las razones que determinan que más de 30 años después la propuesta de planificación para atender eficiente y oportunamente la problemática hídrica del Valle de México no se haya hecho realidad?
Los factores son los mismos de hace muchos años. El primero, una reducida disponibilidad presupuestal; derivado de éste, la necesidad de atender necesidades de todo tipo, como el mantenimiento diferido, las fallas y las reposiciones de las instalaciones cuya vida útil se reduce considerablemente por las deformaciones del subsuelo debidas a la sobreexplotación del acuífero.
Entiendo. ¿Otro factor es que se piensa por periodos de seis años, cuando las necesidades de infraestructura estratégica deben atenderse en plazos más, mucho más largos?
Existe esa inercia, y aunque no es fácil de modificar, no dejamos de insistir en la necesidad de hacerlo.
Hoy, por lo ya comentado, la problemática hídrica en nuestro país sigue siendo compleja. Antes de preguntarle sobre las prioridades y desafíos en el Valle de México en la actualidad, le pido que nos dé su opinión sobre las regiones norte (Monterrey, por poner un caso) y sur (Villahermosa, por ejemplo).
Es muy sabido que la zona norte presenta una disponibilidad reducida de agua, siendo una región económicamente más desarrollada que el sur; tal desarrollo demanda más agua. Ello determina el tipo de soluciones a considerar, como el reúso y el cambio de los parámetros y criterios de los usos agrícola, industrial y urbano.
¿Dos o tres periodos continuos de sequía en el norte del país, con la infraestructura, los hábitos y políticas de uso actuales, generarían una grave crisis?
Es probable, y hay que preparase oportunamente para reducir ese riesgo.
¿Tecnificar el uso del agua en el campo?
Sin duda. El punto es que hay que generar las políticas públicas y los recursos para concretarlo, y en ello deben trabajar de forma mancomunada el sector público, la iniciativa privada y el sector social.
¿Debe realizarse el polémico –al menos mediáticamente– proyecto Monterrey VI?
Es una obra que probablemente deba hacerse, pero no sólo para atender las necesidades de la ciudad de Monterrey. Debería servir también para Saltillo y otras ciudades de la región; así este proyecto sería más útil para el país.
En el sur de México el agua existe en abundancia. ¿Ese es el problema?
No, el agua no es el problema, el problema es que se han desarrollado asentamientos urbanos en una planicie de inundación. La ingeniería interviene creando infraestructura para proteger a las comunidades, pero si no se genera y respeta una política de crecimiento urbano ordenado que atienda las características hídricas de la zona, no será posible lograr una solución urbana y socialmente adecuada. Piénsese en el caso de Villahermosa.
¿Cuáles son los principales factores que hay que tener en cuenta a la hora de analizar y plantear alternativas de solución a la compleja problemática hídrica del Valle de México?
Hay que considerar que en este tema concurren varias entidades, por ello se ha tenido que crear un fideicomiso para tomar acuerdos en las decisiones, organización, operación, mantenimiento y ampliación de la infraestructura, con mecanismos especiales para su financiamiento. Además, es conocida la poca disponibilidad de agua en el Valle de México; llueve en unas cuantas horas al año, no se tiene dónde almacenar el agua de lluvia y ésta debe desalojarse; se sobreexplota el acuífero y se hunde el subsuelo con el consiguiente deterioro de la infraestructura construida para el desarrollo de la ciudad.
¿Por qué no se utiliza para recargar los mantos acuíferos?
Se puede y se hace. Es más barato reutilizar el agua que está en el drenaje, tratarla, darle calidad potable y destinarla a recargar el acuífero. Hoy se hace en una escala reducida. ¿Por qué? Fundamentalmente por razones presupuestales, debido a la magnitud de inversión necesaria para la construcción de la infraestructura y, sobre todo, por el costo para su operación.
La extracción de agua del subsuelo sigue siendo un tema delicado por las consecuencias de todo tipo en el suelo de la Ciudad de México, particularmente en zonas con alta densidad poblacional.
El uso urbano del agua es mucho mayor que el agrícola, pero hay que trabajar en ambos frentes. Le puedo dar algunas cifras como referencia: en el Valle de México, se estima que se extraen del subsuelo 56 m3/s, y la recarga natural aproximada es de 23 m3/s; se estima que del riego agrícola se infiltran al subsuelo 9 m3/s. Lo anterior implica una sobreexplotación del manto acuífero de 24 metros cúbicos por segundo.
Insostenible en el mediano plazo.
Sin duda. Debe hacerse un gran esfuerzo para reducir la sobreexplotación –lo cual no es trivial–, ya que se requieren enormes inversiones y demandará mucho tiempo el reducir las fugas en las tuberías de distribución a un valor aceptable, además de hacer un uso más racional del agua en todos los usos en el Valle de México. En todo este proceso es imprescindible la participación comprometida tanto de los gobiernos federal y locales como de la sociedad en su conjunto.
Debe hacerse un gran esfuerzo para reducir la sobreexplotación –lo cual no es trivial–, ya que se requieren enormes inversiones y demandará mucho tiempo el reducir las fugas en las tuberías de distribución a un valor aceptable, además de hacer un uso más racional del agua en todos los usos en el Valle de México. En todo este proceso es imprescindible la participación comprometida tanto de los gobiernos federal y locales como de la sociedad en su conjunto.
Sigue existiendo un nivel de fugas importante, considerando las condiciones de la Ciudad de México.
Claro que se pierde mucho en fugas en la red y también se tienen dotaciones por habitante muy elevadas que no son congruentes con la poca disponibilidad de agua.
Se menciona que se requieren 20 años para llegar a una solución estructural, pero ¿de cuántos años estamos hablando para entrar en crisis si no se comienza ya a resolver los problemas?
Efectivamente. Hay estudios que señalan que de no corregir el problema, en un plazo de 40 a 50 años se habrá agotado el acuífero, lo que sin duda es un lapso muy breve para una ciudad como ésta. Debemos comenzar a resolverlo ya.
Los especialistas y profesionales en materia hídrica, particularmente los ingenieros civiles, tienen claras las soluciones, pero para hacerlas realidad hacen falta políticas públicas, que están en manos de los gobiernos en turno. En las últimas tres décadas cada vez hay menos ingenieros civiles en los espacios donde se toman las decisiones, es decir, organismos gubernamentales relacionados con la infraestructura estratégica, o los poderes Ejecutivo y Legislativo. ¿No hay alguna responsabilidad gremial de recuperar y consolidarse en esos espacios?
Creo que el Estado y la sociedad en su conjunto deben enfrentar el problema y lograr que se planee a partir del diagnóstico, definiendo las metas y acciones con políticas públicas que impulsen el desarrollo de la infraestructura, y participar todos con la responsabilidad que nos toca.
Que los ingenieros civiles estén en posiciones del sector público que profesionalmente les incumben resulta positivo para el desarrollo de la infraestructura. Estamos trabajando para que se cree un órgano de planeación que permita ejercer los presupuestos atendiendo las prioridades de manera eficiente y efectiva, con objeto de evitar sobrecostos y retardos en la conclusión de las obras.
En este momento el Poder Legislativo está analizando la propuesta de presupuesto de egresos 2017 que presentó el Ejecutivo, con significativos recortes en materia de infraestructura, entre otros sectores. ¿Qué están haciendo o deberían hacer los ingenieros civiles para influir en que se limite el recorte?
Es necesario transmitir a las autoridades la prioridad de los servicios públicos y los retos que deben vencerse para reducir el riesgo de su falla, en vista de las graves consecuencias que esto tendría en la población.
Regresando al Valle de México, ¿cuáles considera los principales retos?
Entre los grandes desafíos que tiene el Valle de México destaca el sistema de agua potable, ya que es el más vulnerable. Sus tres principales retos son, primero, el insuficiente desarrollo de la infraestructura actual desde las fuentes de captación hasta la distribución del agua en la zona metropolitana, por su reducida capacidad y su alta vulnerabilidad al carecer de redundancias y flexibilidad en la operación. En segundo lugar, ante sismos de gran magnitud o sequías severas en la cuenca del río Cutzamala, el sistema de agua potable no podría abastecer a grandes áreas de la zona metropolitana, lo cual dejaría a millones de habitantes sin ese servicio por un periodo demasiado largo, por el tiempo necesario para su reparación y la magnitud de la afectación.
Por último, la sobreexplotación del acuífero deteriora de manera importante la calidad del agua que se abastece, daña infraestructuras como el metro, puentes, viaductos, sistemas de drenaje y agua potable; provoca la pérdida del patrimonio natural de la cuenca, como manantiales y lagos; afecta gravemente nuestro patrimonio histórico y artístico y representa el mayor riesgo para la sustentabilidad de la zona metropolitana del Valle de México.
Como comentario adicional a estos retos, en las preguntas y sus respuestas a lo largo de esta entrevista se mencionan de forma breve las propuestas que muy probablemente sean las soluciones a esos retos.
¿Alguna reflexión final?
Actualmente el país padece una crisis de confianza en las instituciones; como en el pasado, sin duda habremos de superarla.
Por eso hoy es necesario que los ingenieros demos a conocer a la sociedad estos retos con un lenguaje claro y preciso, para generar conciencia sobre la importancia de su participación. Así, con un proceso de planeación transparente, debemos definir las prioridades nacionales y con base en ello las autoridades tendrán que diseñar las políticas públicas necesarias para que cada uno de nosotros cumpla con su responsabilidad.
Entrevista de Daniel N. Moser.