José Trinidad Villanueva Beltrán. Jefe de la Unidad Departamental de Control de Gestión, Sacmex.
En los últimos años, el consumo de agua embotellada en el mundo ha aumentado de forma considerable, hecho que se atribuye, principalmente, a la percepción de la población respecto a la mala calidad del agua entubada y a la carencia de infraestructura de agua potable en algunas poblaciones. Además, desde el punto de vista empresarial, la conversión del agua potable en una mercancía resulta un negocio rentable.
De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas, en la actualidad más de la mitad de la población mundial –aproximadamente 3,900 millones de personas (54% del total)– habita en áreas urbanas; se estima que para el año 2050 la población urbana crecerá a 6,400 millones de personas, es decir, 70% de la población mundial estará viviendo en áreas urbanas. En la medida en que aumenta el número de habitantes, también lo hace de manera importante la industrialización y el consumo de recursos, entre otros muchos aspectos; la explotación descontrolada de recursos en aras de generar desarrollo económico y social, mejores servicios y una mejor calidad de vida ha provocado crisis energéticas, alimentarias y ambientales.
En términos ambientales, el tema del agua resulta de la mayor preocupación, ya que menos del 1% del total existente en el mundo es agua dulce disponible para consumo humano. A ello se suma que, a la par del crecimiento de la población, disminuye la disponibilidad natural de agua por habitante. Además, mucha de esta agua teóricamente utilizable casi nunca se encuentra en la cantidad requerida, con la calidad adecuada ni cerca de las zonas pobladas –casi 2,400 millones de personas en el mundo habitan en regiones con escaso acceso al agua–, lo cual dificulta y encarece su aprovechamiento efectivo. En México, el fenómeno de urbanización y crecimiento poblacional no es diferente: en el año 2010, 81.2 millones de personas (72% del total) habitaban en áreas urbanas, y se calcula que para 2050 esta población representará más de 80% del total, lo cual creará un escenario crítico del agua para el país. En la actualidad cada habitante cuenta con un poco más de 3,700 m3/año, cifra calificada como baja por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo. Además, 63.4 millones de personas habitan en regiones con disponibilidad menor a 1,700 m3/año –lo cual es considerado estrés hídrico–, es decir, donde se presenta el más alto nivel de presión sobre los recursos hídricos en el país, incluida la Zona Metropolitana del Valle de México, tercera área urbana más poblada del mundo después de Tokio y Nueva Delhi.
En México, el agua para consumo humano se extrae principalmente de acuíferos (61% del suministro) y ríos o lagos (39% del suministro). No obstante, de las 731 cuencas hidrológicas existentes, 104 presentan disponibilidad negativa o en déficit, y además, con base en el monitoreo de calidad de agua que realiza la Conagua, casi dos terceras partes del agua superficial del país están contaminadas, lo que complica aun más su aprovechamiento. Respecto a los 653 acuíferos subterráneos existentes –fuente de abastecimiento principal para consumo humano–, 106 tienen problemas de sobreexplotación, en 31 hay suelos salinos y agua salobre y 15 tienen intrusión marina. También, como consecuencia de la sobreexplotación, se han generado severos impactos a la infraestructura urbana y un desequilibrio en el sistema hidrológico del país.
Por otro lado, la prestación del servicio público de agua potable y saneamiento en México está a cargo de organismos operadores administrados por los gobiernos locales, con base en el artículo 115 constitucional –aunque existen algunos administrados por empresas privadas–. De acuerdo con los resultados del Censo de Población y Vivienda 2010 del Inegi, 91% del total de las viviendas particulares habitadas en el país cuenta con agua entubada, y 90% con drenaje. Sin embargo, existen diferencias notables entre los organismos municipales. Mientras que algunos municipios son capaces de proveer el servicio de agua potable a casi todos sus habitantes –Aguascalientes alcanza una cobertura cercana a 99%–, otros se encuentran muy lejos de lograrlo, como el estado de Guerrero, que alcanza poco más de 71% de cobertura.
Asimismo, de los 330 m3/s distribuidos por la red hidráulica del país, 98% se somete a desinfección antes de ser enviada a la población, y sólo 96 m3/s requieren procesos de potabilización para cumplir con la Norma Oficial Mexicana NOM-127-SSA1-1994 “Salud ambiental, agua para uso y consumo humano – Límites permisibles de calidad y tratamientos a que debe someterse el agua para su potabilización”. Por otra parte, casi la mitad del agua producida por los organismos operadores se pierde en la distribución, por causa de deficiencias en la infraestructura, o bien no es contabilizada de manera adecuada. Tal situación ha ocasionado crisis en los organismos operadores, que se traduce en un manejo inadecuado de los servicios hídricos y una prestación deficiente para la población.
De los 330 m3/s distribuidos por la red hidráulica del país, 98% se somete a desinfección antes de ser enviada a la población, y sólo 96 m3/s requieren procesos de potabilización para cumplir con la NOM-127-SSA1-1994. Por otra parte, casi la mitad del agua producida por los organismos operadores se pierde en la distribución. Tal situación ha ocasionado crisis en los organismos operadores, que se traduce en un manejo inadecuado de los servicios hídricos y una prestación deficiente para la población.
En este contexto, el abastecimiento de agua por otros medios, como camiones cisterna (pipas) y agua embotellada, resulta importante. La distribución de agua en pipas regularmente opera como un servicio privado de abastecimiento; sin embargo, los organismos operadores han invertido en este medio para garantizar el servicio, sobre todo ante contingencias por fallas en la red, mantenimiento o vandalismo en pozos profundos.
Por otro lado, en los últimos años el consumo de agua embotellada en el mundo ha aumentado de forma considerable, hecho que se atribuye, sobre todo, a la percepción de la población respecto a la mala calidad del agua entubada y a la carencia de infraestructura de agua potable en algunas poblaciones. Además, desde el punto de vista empresarial, la conversión del agua potable en una mercancía resulta un negocio rentable.
Según datos de Beverage Marketing Corporation (Rodwan, 2014), el consumo de agua embotellada en el mundo en 2013 fue de 266,385 millones de litros, con un promedio total de 37 litros por persona. Entre 2008 y 2013 este valor creció más de 6%. En varios países asiáticos esta variable presentó un aumento importante durante el año 2000, y para 2011 superó al de Estados Unidos y varios países de Europa. Hoy en día, China es el mayor consumidor mundial por volumen total de agua embotellada. Sin embargo, México es el país con mayor consumo per cápita de agua embotellada; se calculó que en 2013 cada mexicano consumió por esta vía 255 litros de agua (véase tabla 1).
En resumen, es una realidad que el agua entubada no se bebe en el país. A su vez, varios factores contribuyen al atractivo de consumir agua embotellada: salud, comodidad y estatus, entre ellos. No obstante, no siempre la calidad del agua es diferente o mejor que la producida por organismos operadores del país y del mundo. De hecho, un estudio realizado por investigadores de la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas el IPN en noviembre de 2015 a 111 plantas embotelladoras de las 16 delegaciones en la Ciudad de México encontró que más de la mitad de las muestras (69) contenían coliformes totales y fecales (Escherichia coli, Klebsiella, Enterobacter y Citrobacter), microorganismos causantes de enfermedades gastrointestinales. Sólo 30 muestras cumplieron con los criterios establecidos por la normatividad vigente, lo que implica que tres de cada cuatro garrafones de 20 litros comercializados por plantas embotelladoras no son seguros.
El estudio confirmó también que el agua entubada en diferentes domicilios en la ciudad cumplía satisfactoriamente con calidad de potable. Sin embargo, no existe una campaña permanente o recursos destinados para promover una cultura del agua; tampoco suficientes bebederos públicos que garanticen acceso seguro al agua potable a los habitantes para disminuir el consumo de agua embotellada.
Referencias
Rodwan, John (2014). Bottled water 2013: Sustaining vitality. U.S. and international developments and statistics. Beverage Marketing Corporation. Nueva York. Disponible en: http://www.bottledwater.org/
public/2011%20BMC%20Bottled%20Water%20Stats_2.pdf
http://www.ipn.mx/CCS/2016/Paginas/2015/c-261.aspx