16 enero, 2025 3:51 pm


Si bien la cuenca alta del Indo está en particular riesgo, de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas toda la cordillera Hindú Kush se está calentando tres veces más rápido que el promedio mundial. Esas montañas alimentan los 10 sistemas fluviales más grandes de Asia, y proporcionan agua potable, riego, energía, industria y saneamiento a unos 1,300 millones de personas.

El hidrólogo indio Renoj Thayyen lleva casi tres décadas dando seguimiento a los patrones climáticos en las cordilleras del Himalaya y Karakórum en intervalos de algunos meses y a una altura cercana a los 4,700 metros. Sus últimos descubrimientos están alarmando a sus colegas científicos así como a los gobiernos de los que Thayyen, miembro del Instituto Nacional de Hidrología de India, es consultor. Entre las variables que analiza están la temperatura atmosférica, la duración de la luz solar durante el día y la profundidad de la nieve. También recibe información sobre la descarga de agua desde el lecho de un glaciar cercano; este factor es de especial relevancia, puesto que cuando la capa de permafrost (hielo perpetuo) se derrite, inunda las tierras cercanas e incluso pueden presentarse avalanchas.

En el tiempo reciente, el principal objetivo de este científico es estimar cómo el cambio climático está alterando el ciclo del agua en ese entorno. De hecho, sus estudios se enmarcan en un gran conjunto de datos obtenidos por diversos investigadores, los cuales indican que el calentamiento global ya está perturbando el ecosistema de esa, la cordillera más alta del mundo, en formas impredecibles. La cobertura de nieve se está contrayendo, los glaciares de derriten, la temporada de monzones también ha cambiado y la capa de hielo perpetuo se encuentra en riesgo, todo lo cual tiene consecuencias graves sobre la que es la mayor reserva de agua dulce fuera de los polos.

De acuerdo con Thayyen, las temperaturas invernales están incrementándose, lo cual tiene un efecto directo en los recursos hídricos de la zona y, por tanto, en la población que depende de éstos: los valles elevados del río Indo son quizá la zona del mundo donde el sustento de las poblaciones humanas está más íntimamente ligado al agua de deshielo glacial. De hecho, la cordillera del Himalaya suministra agua a aproximadamente 1.3 mil millones de personas en ocho países (véase figura 1).

Se ha documentado ya cómo la dinámica cambiante, a pesar de ubicarse a miles de metros por encima del nivel del mar, está causando estragos muchos kilómetros aguas abajo, en una cuenca fluvial que tiene el doble de superficie de Francia.

La contrastante dinámica de inundaciones extremas y sequías que se ha dado en años recientes ha motivado una emergencia nacional en Pakistán, el 90% de cuya producción alimentaria depende del Indo. El estado de alarma se extiende hasta más allá de la frontera con India, donde el malogro de las cosechas ha hecho que se multipliquen los suicidios entre granjeros. En general, los agricultores de la región dan cuenta personal de los cambios recientes que observan en el clima. La impredictibilidad de los monzones está orillándolos a tener que ajustar sus patrones de cultivo.

Respuestas de orden nacional

El valle del Indo es una de las seis cunas de la civilización mundial, todas centradas en ríos. El antiguo Egipto tenía el Nilo; Mesopotamia, el Tigris y el Éufrates. Pakistán, Afganistán e India se beneficiaron de la gran llanura fértil formada por el Indo y el Ganges.

A pesar de una herencia compartida, Pakistán e India han estado en desacuerdo desde la partición en 1947. Sin embargo, un tratado negociado por el Banco Mundial en 1960 reconoció la importancia del Indo para ambas naciones y estableció la distribución de las aguas.

Estos dos países, junto con Bangladesh, son víctimas del calentamiento global, que los hace depender de una reducción mundial de las emisiones nocivas a las que se atribuye el aumento de las temperaturas. Hasta cierto punto sólo pueden prepararse para lo peor; sin embargo, cada una de estas naciones, al igual que China, también contribuye al calentamiento, al construir su capacidad de generación de energía a partir del carbón. Justamente China, donde se originan los grandes ríos de la región, es el mayor generador de emisiones de carbono del mundo.

Más que cooperar para mitigar el impacto del fenómeno, las naciones afectadas están buscando asegurarse el recurso y esto genera tensiones crecientes entre ellos; no abona a la posible solución el hecho de que allí se encuentren los dos países más poblados del mundo, ni de que, como es bien sabido, India y Pakistán sean enemigos declarados. Así, era sólo cuestión de tiempo para que el agua comenzara a utilizarse como un arma.

Archana Chaudhary y Faseeh Mangi documentan cómo en el Paso de Khardung La, 600 metros por encima de la estación meteorológica donde se entrevistaron con Renoj Thayyen, se halla una base militar india para proteger los intereses de esta nación en esa zona disputada. India y Pakistán han combatido de forma intermitente en ese terreno inhóspito desde 1984. Así, el glaciar de Siachen –uno de los más grandes en la cordillera de Karakórum– es considerado el campo de batalla más elevado del mundo.

No muy lejos de allí hacia el sureste, en el valle indio de Nubra (el cual formaba parte de la antigua Ruta de la Seda que unía China con Persia y Europa), ahora se resienten las alteraciones climáticas de forma particular (véase figura 2).

En este desierto de gran altitud, tradicionalmente con escasas lluvias y vegetación, hace diez años las repentinas inundaciones cobraron la vida de más de 170 personas; no obstante, la presión demográfica ha llevado a que sigan expandiéndose las poblaciones en la planicie (véase figura 3).

Los pobladores reconocen que, tan sólo en dicho periodo de una década, los patrones climáticos se han modificado visiblemente.

Para 2050, se espera que las temperaturas en la región himalaya Hindú Kush, que se extiende desde Afganistán hasta el norte de Myanmar, aumenten entre 1 y 2 grados Celsius –en algunos lugares, hasta 4 o 5 grados– y causen más nevadas y deshielo. Un estudio publicado por el Observatorio de la Tierra Lamont-Doherty de la Universidad de Columbia encontró que los glaciares del Himalaya se derritieron dos veces más rápidamente en 2000-2016 que entre 1975 y 2000.

Esa agua no puede aprovecharse porque llega en forma de inundaciones repentinas; más preocupante es que los inviernos sean ahora más cálidos, traigan menos nieve y por lo tanto menos agua en los meses de verano para esos valles, que dependen de las aguas de deshielo para riego y agricultura.

Si bien la cuenca alta del Indo está en particular riesgo, según la Organización de las Naciones Unidas toda la cordillera Hindú Kush se está calentando tres veces más rápido que el promedio mundial. Esas montañas alimentan los 10 sistemas fluviales más grandes de Asia, y proporcionan agua potable, riego, energía, industria y saneamiento a unos 1,300 millones de personas.

La administración nacionalista del primer ministro indio Narendra Modi ha amenazado con desviar de Pakistán lo que afirma es su parte de agua del Indo como represalia por ataques terroristas, especialmente en la disputada región de Cachemira, que India afirma son orquestados por Pakistán y que Islamabad niega. Ello representa una amenaza sin precedentes para el acuerdo en materia hídrica.

“Hasta el decenio de 2000, el tratado sobre el agua del Indo era lo único positivo en la ecuación entre India y Pakistán. Pero en los últimos 10 años eso ha cambiado”, dijo Gareth Price, investigador principal del Programa Asia-Pacífico en Chatham House, Londres. “El agua parece haberse convertido en parte del armamento con el que India responde a Pakistán.”

A medida que aumenta la tendencia a hacer del agua un instrumento diplomático, India está tratando de encontrar la manera de renegociar el Tratado del Indo. El acuerdo cubre los derechos de distribución y compartición de agua de seis ríos de la cuenca. Se asignaron a Pakistán tres ríos occidentales: el Indo, el Jhelum y el Chenab, mientras que India conservó los ríos Sutlej, Beas y Ravi que fluyen hacia el este. En virtud del tratado, India puede utilizar, aunque no almacenar, parte del agua de los ríos occidentales para fines de riego.

De acuerdo con un funcionario de Delhi, está entre los derechos de India desarrollar la capacidad hidroeléctrica y utilizar las aguas incluso de los ríos asignados a Pakistán sin derogar el tratado. Según él, Pakistán se ha acostumbrado a tomar más agua de la que le corresponde.

La actitud del gobierno indio agrava lo que para Pakistán ya es una emergencia nacional. La agricultura representa más del 20% de su economía, y la mayoría de las tierras agrícolas son alimentadas por el Indo. En septiembre de 2019, el primer ministro Imran Khan dijo a la Cumbre de Acción por el Clima de la ONU en Nueva York que Pakistán “enfrenta un peligro claro y presente debido al cambio climático, especialmente en términos de estrés hídrico y seguridad alimentaria”. Pero su país no está exento de responsabilidad: además de la explotación del carbón, desperdicia gran parte del agua que tiene.

En los próximos decenios, Pakistán se enfrentará a un aumento masivo de las corrientes fluviales que inundarán las tierras agrícolas, destruirán las aldeas y la infraestructura, tras lo cual vendrá la sequía. A decir de algunos, la única manera razonable de avanzar es que los ocho países afectados amplíen el Tratado del Indo para tener en cuenta el cambio climático, la naturaleza compartida del acuífero subterráneo y el papel de China y Afganistán, ninguno de los cuales fue parte del acuerdo original.

Sin embargo, la política actual lo descarta. Bután, Nepal y otros “países pequeños” apoyan la idea, pero no India. En la frontera noreste de este país no existe un tratado que determine el uso compartido del agua con China. En cambio, India paga a Beijing para que proporcione datos sobre las corrientes transfronterizas. Eso incluye lecturas sobre el Brahmaputra, un río sagrado para los indios, que después de emerger en el Tíbet viaja a través del norte del país para fusionarse con el Ganges en Bangladesh. Se genera de esta forma una cascada de responsabilidades y conflictos que inevitablemente adquiere escala regional.

Durante la temporada de inundaciones, del 15 de mayo al 15 de octubre, China envía a India datos sobre precipitaciones, niveles de agua y descarga dos veces al día, a las 8 am y a las 8 pm hora de Beijing. En caso de emergencias como deslizamientos de tierra o aguaceros, China suministra datos en tiempo casi real para permitir alertas y manejo de desastres. El sistema ha funcionado bien hasta ahora, dijo el funcionario, a excepción de 2017, año de un enfrentamiento militar entre India y China, cuando Beijing envió tropas a una franja estratégica de Bután con vistas a territorio indio, lo que llevó a Delhi a responder. Las tensiones duraron casi tres meses, todo durante la temporada de inundaciones, antes de que los soldados fueran retirados. China adujo problemas técnicos para no haber transmitido datos a India, pues supuestamente las estaciones de medición habían sido arrasadas.

El panorama

Actualmente, China tiene en planificación alrededor de nueve proyectos hidroeléctricos en el Brahmaputra, y hasta 40 en sus tributarios, y esto podría ocasionar problemas en India. Por su parte, el gobierno en Beijing ha declarado que no tiene planes de desviar cauces.

Bangladesh observa de cerca las actividades aguas arriba. Sus expertos también prevén mayores inundaciones, así como condiciones de sequía aun más graves. En general, con respecto a la cuenca y su región de influencia que abarca a los países señalados, se habla de que el futuro de millones de personas aguas abajo en el Indo dependerá de que se logren mitigar los riesgos del cambio climático.

Históricamente asociado a eventos de inundación, Bangladesh ha invertido a lo largo de los años en infraestructura para contrarrestar dicha problemática. En 2019, el Brahmaputra presentó en el punto donde ingresa a Bangladesh desde India el mayor nivel del que se tuviera registro, y se dañaron las presas construidas para evitar las inundaciones.

Por su parte, el Centro Internacional para el Desarrollo Integrado en las Montañas de Nepal proyecta que el Himalaya pierda 64% del hielo para el año 2100, una fecha más cercana de lo que podría parecer.

Es un hecho que quienes se encuentran en el punto más crtítico de estos cambios ya están adaptándose según sus capacidades. Ciertamente hoy en día la apariencia es de un mayor volumen de agua líquida, pues el deshielo es mayor; hay habitantes locales que reconocen que ahora es imposible atravesar algunas rutas que antes estaban cubiertas por nieve y ahora se ven fragmentadas por corrientes fluviales intensas. No obstante, conforme el deshielo continúe a un ritmo mayor que el de recuperación de la nieve, las verdaderas consecuencias para la región se sentirán en toda su magnitud.

Elaborado por Helios Comunicación con información de https://www.bloomberg.com/features/2020-indus-river/

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